Mucho ha llovido desde 1967, especialmente en Londres, el lugar en el que empezó a operar el primer cajero automático del mundo en una sucursal de la calle Enfield. Desde entonces, la tecnología ha permitido ir incorporando nuevas funcionalidades a estos terminales, como ingresar dinero, comprar entradas, actualizar libretas o elegir idioma.
En España contamos con 47.639 cajeros, según datos del Banco de España de finales del año pasado. En 2021 se efectuaron 652.850.000 operaciones de retirada de efectivo y se retiró un volumen de 111.131,44 millones de euros a través de estos terminales.
¿Qué aportaban los cajeros respecto a métodos anteriores?
Antes de existir los cajeros, todas las operaciones tenían que pasar por ventanilla. No solo aumentaban los tiempos de espera para ser atendidos, sino para realizar la gestión. Además, solo se podían hacer operaciones durante el horario de apertura de las sucursales, por lo que, si un cliente necesitaba hacer una operación en un día festivo o por la noche, era imposible. Los cajeros, al funcionar 24 horas todos los días del año, resuelven ese problema.
Además, al existir cajeros no solo en las sucursales, sino en espacios estratégicos (centros comerciales, estaciones y aeropuertos, etc.) dan servicio a clientes que no tienen que desplazarse hasta un banco para realizar la gestión.
A partir de aquí, la tecnología hizo su magia y permitió la creación de los primeros wallets digitales o monederos electrónicos, que servían para realizar pagos online, generalmente por medio de una aplicación. Poco después, se dio el salto a los pagos digitales a través de dispositivos como smartphones o smartwatches, y al desarrollo de apps bancarias con múltiples funcionalidades que prácticamente permiten llevar la oficina dentro del bolsillo.