Vivimos tiempos híbridos. Leemos en papel y leemos en pantallas. Vemos la TV convencional y vamos al cine, pero también consumimos en plataformas de contenidos digitales. Algo parecido sucede en el mercado de los relojes, donde desde hace algunos años conviven felizmente los relojes tradicionales con los smartwatches. ¿Pero qué es exactamente un smartwatch?
Un reloj inteligente, o smartwatch, es un dispositivo portátil diseñado para llevarlo en la muñeca que es, a la vez, un reloj y un miniordenador que suele ir conectado a otro terminal inteligente, como un teléfono móvil. Se podría decir que el smartwatch es un dispositivo que nada entre dos aguas, ya que además de ser un reloj de gran precisión, incorpora tanto las características habituales de los dispositivos wearables (puede medir las constantes vitales, o la distancia que se recorre) como las propias de estar conectado a Internet, tales como consultar el correo electrónico, enviar mensajes y también instalar aplicaciones, lo que multiplica sus posibles usos. En dos palabras, se trata de una extensión de una parte de las funciones del móvil que se sitúa en la muñeca, a la que se añaden funciones relacionadas con la salud.
Un paso más allá de aquellos relojes digitales que simplemente incorporaban una calculadora o un cronómetro, se considera que el primer reloj inteligente fue el Pebble, que lanzó la ya desaparecida Pebble Technology Corporation en 2013. A partir de entonces, Apple, Samsung y prácticamente todos los fabricantes de electrónica del mundo se apresuraron a lanzar su propio modelo mejorado de smartwatch, lo que ha acabado creando un duopolio similar al que ya existía en los sistemas operativos de los teléfonos móviles: por una parte, el Apple Watch, con su sistema operativo propio compatible con los iPhone, y por otra parte, los dispositivos Wear OS, compatibles con los teléfonos Android
