ECONOMÍA

Quesos parmesanos o piedras enormes: objetos que fueron métodos de pago

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Quesos parmesanos o piedras enormes: objetos que fueron métodos de pago
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El uso del dinero en efectivo es una evolución de una costumbre mucho más antigua, que era el intercambio de productos o trueque. Los billetes y monedas no solo sirven como referencia para valorar los bienes y servicios, sino que resultan más fáciles de transportar y custodiar, de ahí su éxito.

Sin embargo, no son los únicos métodos de pago que se han llegado a usar. A lo largo de la historia, se han utilizado otros tan sorprendentes como piedras de varias toneladas, ladrillos de té o quesos para avalar préstamos. En este artículo, descubrimos algunos de ellos:

Piedras rai de Yap (Micronesia): dinero difícil de mover

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En la isla de Yap hay unos monolitos espectaculares repartidos por todo su territorio. Hace unos 1000 años, se empezaron a usar pequeñas piezas de piedra caliza para intercambios comerciales.

Con el paso del tiempo, estas piezas fueron aumentando de tamaño hasta transformarse en discos con un peso aproximado de cuatro toneladas y convertirse en la divisa oficial de la isla. Las piedras rai no se trasladan, simplemente se dejan donde están o, como mucho, se llevan cerca de la casa de su propietario.

El valor de estas piezas se establece de manera oral y su propiedad depende de un consenso social. Si se quieren intercambiar, hay que hacer una declaración en público.

Así se sabe a quién pertenecen y cuál es su valor, que depende, entre otros factores, de su antigüedad, de su tamaño o de si su adquisición costó alguna vida. Por esta razón, hasta las piedras que se han hundido en el mar tienen valor, ya que la tradición oral mantiene viva su historia.

Dinero de emergencia: madera, naipes o porcelana

¿Qué ocurre cuando la divisa oficial de un país deja de tener valor o no hay suficiente papel para imprimir moneda?

Esto es lo que pasó en Alemania y Austria durante el periodo de hiperinflación que vivieron ambos países en los años 20 del siglo pasado. El conocido como Notgeld o dinero de emergencia lo emitían algunas ciudades y negocios en distintos materiales, como madera, porcelana, trozos de naipes, cuero o incluso carbón.

Algo similar ocurrió en la Gran Bretaña del siglo XIX. Como el Gobierno no podía emitir suficientes monedas, la iniciativa privada llegó a acuñar sus propias fichas de cobre.

Su uso se acotaba sobre todo a las áreas industriales, en las que los trabajadores de las fábricas las necesitaban para cobrar sus sueldos. ¿La razón? El patrón solamente podía pagarles en billetes que superaban ampliamente sus sueldos y tenían que darle el cambio correspondiente.

Cacao, quesos o té: dinero que se puede comer

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Antes de la llegada de los europeos a México, sus habitantes ya utilizaban las semillas de cacao como medio de pago.

Tiene su lógica: el cacao era (y es) un bien muy apreciado que, además, se puede fraccionar y transportar fácilmente. Su cultivo estaba en manos de la nobleza y no todo el mundo podía acceder a él. Estas semillas ganaron tanta relevancia que incluso se llegaron a falsificar.

El cacao no es el único comestible que se ha utilizado como medio de pago. Hasta hace poco, en China se empleaban ladrillos de té que se podían dividir para dar el cambio, así como sal en la provincia de Yunnan, entre otros lugares del mundo.

Eso sí, tal vez el alimento más insólito que se utiliza aún hoy como método de pago sean los quesos parmesanos. Desde la Edad Media algunos bancos italianos aceptan ruedas de este tipo de lácteos como garantías de préstamos.

Uno de ellos custodia cientos de miles de piezas valoradas en unos 132 millones de euros. Los préstamos que concede a cambio no pueden superar los 24 meses, que es el tiempo que tarda el queso en añejarse. Si el prestatario no cumple, el banco puede vender el queso para cubrir la deuda.

Mantas y plumas: textiles para pagar

El uso de mantas como medio de pago era habitual en los Andes durante los siglos XVI y XVII. Se trataba de mantas de algodón que se intercambiaban por otros productos en los mercados locales y regionales.

Ese intercambio no se limitaba al simple trueque, sino que se usaban para pagar distintos tipos de bienes e incluso mano de obra, por lo que se amplió su uso como medio de pago y de valor, tal y como explica la Dra. Claudia Marcela Vanegas, de la Universidad Nacional Autónoma de México. La producción de mantas incluso permitió subsanar la escasez de dinero en metálico en algunas provincias.

El uso de plumas y fibras es otro ejemplo de dinero textil. En este caso, el tuvau o «dinero pluma» es una tira de fibra vegetal enroscada que lleva adheridas minúsculas plumas rojas de un pájaro común en las Islas Salomón. Se solía utilizar para efectuar pagos rituales o para realizar compras de alto valor hasta 1970.

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