ECONOMÍA

Historia de los billetes: más de mil años de mano en mano

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Historia de los billetes: más de mil años de mano en mano
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CaixaBank

04 Julio, 2022


Iniciaron su viaje de mano en mano en el siglo IX y todavía siguen en ello. La historia de los billetes es una de las más universales que se pueden contar. Estos compañeros que ciudadanos de todo el mundo llevan en bolsos, bolsillos y carteras maravillaron a Marco Polo, excitaron la codicia de gobiernos, aplacaron multitudes y cimentaron la economía actual.

Papelitos que valen más que joyas

Los billetes son un invento originario de China que se extendió durante el siglo IX a todo el país. Al principio, se trataba de una especie de pagarés que emitían particulares para no tener que cargar con pesados metales en sus largas travesías comerciales. Estas piezas de papel equivalían a una cantidad determinada de oro o plata y evitaban el uso del cobre —un recurso escaso— para acuñar monedas.

Marco Polo fue el primero en dar cuenta de una novedad fundamental en la economía y que ha llegado hasta nuestros días. Tanto le sorprendió el billete, que dedicó un capítulo entero de su Libro de las Maravillas a describirlo. Explicar a las mentes de la época cómo un montón de papelitos podía valer más que todo un condado o un cofre repleto de joyas no debió de ser tarea fácil.

No es sorprendente que los billetes procedan de China: allí contaban con todos los ingredientes necesarios para su creación. Desde el papel a la tinta, pasando por las técnicas de impresión necesarias y un floreciente comercio.

Primeras trampas, primeras reglas

Prácticamente en paralelo a la aparición de los billetes surgieron las tentaciones de hacer trampas con ellos. Por eso, tampoco tardó en hacer acto de presencia la primera reglamentación estatal sobre el uso de papel moneda, siendo también en China, en el siglo X.

Se prohibieron los billetes privados y solo se consideraban válidos aquellos que emitía el Gobierno. Estos billetes oficiales no eran exactamente de papel, sino que se elaboraban con una lámina negra hecha a partir de la corteza del moral.

Como el Gobierno tenía en su mano emitir más o menos billetes para afrontar deudas, al poco tiempo afloraron otros riesgos como la sobreemisión, la inflación o la devaluación, que en el caso de los billetes chinos los llevó al 10 % de su valor nominal a principios del siglo XI. Este riesgo se afrontaría siglos más tarde con el uso del patrón oro, del que hablaremos un poco más adelante.

Historia de los billetes

La fiebre que popularizó el billete en Europa

Para encontrar el primer billete hecho en Europa hay que remontarse al rey Jaime I de Aragón, quien ordenó su emisión en el año 1250, precisamente el mismo siglo en el que Marco Polo trajo noticias sobre este invento chino. Su valor dependía de los tesoros que tuviera el reino en cada momento, en una especie de rudimento del patrón oro.

Sin embargo, no solo existieron los billetes gubernamentales, ya que también los bancos los emitían. El primero en Europa fue el Banco de Estocolmo (Suecia) gracias a una idea de su fundador, Johan Palmstruch. Se los entregaba ya en 1661 a sus clientes como recibo de las monedas que estos tenían depositadas en sus instalaciones.

En ese momento existía una auténtica fiebre en Estocolmo por recuperar monedas depositadas en los bancos. Como el Gobierno había empezado a acuñar monedas más ligeras y con menos cobre, las viejas y más pesadas aumentaron su valor y los clientes las querían de vuelta cuanto antes.

El Banco de Estocolmo fue el primero en Europa en emitir billetes y entregarlos a los clientes como recibo de las monedas que tenían depositadas en la entidad

Para evitar la sangría y calmarlos, Palmstruch empezó a entregarles certificados de depósito que tranquilizaban a los propietarios y les daban el derecho a retirar la cantidad depositada en monedas cuando quisieran.

Lo más interesante de esta historia es el efecto colateral del invento. El banco ya no dependía de tener dinero depositado para hacer préstamos: bastaba con entregar los nuevos certificados, que se podían utilizar para comprar cualquier cosa.

Así, los billetes no estaban respaldados por depósitos, sino por la confianza general en que la entidad entregaría el valor del billete en monedas si así era requerido. Ese sistema fue una especie de tatarabuelo del dinero fiduciario, basado en la confianza en el organismo emisor y que es la base del actual sistema de intercambio de divisas.

Se trataba de los primeros billetes bancarios que circularon por Europa, aunque este primer experimento no acabó bien. Palmstruch se encontró con el mismo problema que el Gobierno chino siglos atrás: la sobreemisión de billetes, por encima de la garantía necesaria, llevó a una devaluación que, a su vez, condujo a una crisis de confianza y a la quiebra de la entidad.

Patrón oro para poner orden

La verdadera popularización del papel moneda no llegaría hasta el siglo XVIII, cuando distintos bancos centrales comenzaron a emitirlo en lugar de las entidades privadas. La extensión del papel moneda en todo el mundo supuso toda una revolución, ya que reducía considerablemente los costes asociados a las transacciones.

El problema, sin embargo, vendría de los recelos que despertaban las temidas sobreemisiones, que podrían causar serios problemas de inflación y desorden a la economía mundial. Esta fue la principal razón por la que en el siglo XIX se aprobó el Patrón Oro Internacional como un mecanismo de supervisión y control que evitara tentaciones por parte de los países de emitir más moneda de la que deberían.

El uso de este patrón permitía que los gobiernos y entidades bancarias autorizadas solo pudieran poner en circulación papel moneda proporcional a sus reservas de metales preciosos. A principios del siglo XX, casi todos los países lo habían aceptado.

Al patrón oro siguieron otros, como el patrón dólar, que se aprobó en los Acuerdos de Bretton Woods de las Naciones Unidas en 1941. En concreto, se estableció que 35 dólares equivalían a una onza de oro y, a partir de ahí, la conversión del resto de divisas se realizaría en relación con la moneda estadounidense. En 1971, Richard Nixon pondría fin a la convertibilidad del dólar en oro y se estableció el actual sistema de dinero fiduciario.

El primer billete en pesetas

En cuanto a España, el primer billete denominado en pesetas se emitió el 1 de julio de 1874. Fue entonces cuando el Banco de España recibió la concesión de exclusividad para emitirlos. La fabricación del papel moneda se realizaba en sus propios talleres, pero también intervinieron empresas británicas, americanas y alemanas.

Más tarde se encargaría de su emisión la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, que comenzó a hacerlo en octubre de 1940. Hoy, esta entidad controla, junto al Banco de España, la empresa Imbisa, que es la que produce billetes en euros en España.

Cada billete encierra una pequeña historia y por eso ha servido para homenajear a personalidades y eventos ilustres. Por ellos han pasado monarcas, artistas, científicos, monumentos, citas literarias o incluso el Descubrimiento de América. Este afán por utilizar pedazos de papel que circulan de mano en mano ha dado lugar a piezas muy curiosas que, al fin y al cabo, servían para dar voz al territorio por el que circulaban.

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