ECONOMÍA

Sal, pigmento púrpura o piedras: cuando el dinero no son solo monedas

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Sal, pigmento púrpura o piedras: cuando el dinero no son solo monedas
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CaixaBank

06 Marzo, 2023


El uso de bienes a modo de dinero es un recurso que ha existido en la humanidad desde hace miles de años. Es lo que se denomina dinero mercancía, dinero real o retribución en especie.

Su uso se basa en el valor que se les atribuye, que facilita el intercambio por otros bienes o servicios: el objeto se convierte en moneda de uso habitual en las sociedades donde tiene valor.

En este post, recogemos 4 objetos curiosos que han sido utilizados como medio de intercambio antes de la aparición de las monedas y los billetes tal y como hoy los conocemos.

1- Los metales preciosos

Los metales preciosos, como el oro o la plata, han sido muy valorados desde las primeras civilizaciones. No eran metales fáciles de conseguir, ya que su disponibilidad limitada y proceso de extracción suponían importantes obstáculos.

Por ese motivo tenían mayor valor que otros metales y se empezaron a utilizar en el intercambio de bienes. Para establecer un estándar, el oro y la plata se fundieron con la forma de monedas: no solo ayudaba a su almacenamiento y transporte, sino que las monedas integraban una cantidad fija y conocida de metal, confiriéndoles un valor determinado.

El British Museum conserva la moneda más antigua, del siglo VIII a. C.: el León de Lidia o Elektrum. Se encontró en Turquía, tiene forma de almendra, su composición es una aleación con presencia de oro y plata y su peso es de 4 gramos.

2- La sal

Este compuesto químico tenía mucho valor en la Antigüedad y en la Edad Media. En el Antiguo Egipto se utilizaba para conservar alimentos y exportarlos. Tal era su utilidad y su demanda, que también servía para intercambiar la sal por otros productos que no existían en Egipto, como la madera de cedro, el cristal o el pigmento púrpura (del que hablaremos más adelante).

La sal también tuvo un papel fundamental en la Antigua Roma. El ejército era el encargado de custodiar los cargamentos de sal que provenían de Castrum Truentinum, en la costa adriática, en dirección a Roma. Esta ruta recibió el nombre de ‘Vía Salaria’ y los soldados que la guardaban recibían el pago de sus servicios en sal, de ahí el término “salario”. Esta sal se utilizaba como una moneda: los soldados podían ir a un mercado e intercambiarla por los bienes que necesitaran.

Pero egipcios y romanos no fueron los únicos en utilizar la sal como moneda, recientes estudios han confirmado que también los mayas lo hicieron.

3- El pigmento púrpura

El pigmento púrpura en la Antigüedad se obtenía de unos caracoles (murex brandaris, hoy extinguidos) muy frecuentes en el Mediterráneo oriental.

Los historiadores han documentado el uso del pigmento púrpura en la civilización minoica en el 1600 a. C., aunque los que popularizaron su uso fueron los fenicios, de ahí que se lo conozca como Púrpura de Tiro.

Los fenicios atribuían su descubrimiento al dios Melkart (el equivalente al Hércules romano) y rápidamente se empezó a utilizar para teñir telas, lo que otorgaba un signo de realeza y distinción. A este concepto de exclusividad y lujo contribuyó el proceso de obtención del pigmento.

Según recoge ABC, “se necesitaban al menos 12.000 murex para producir 1,4 gramos de tinta, que apenas alcanzaba para cubrir un cuarto de manga. Por este motivo, su precio era tan desorbitado, valorando aquella exquisitez por encima del oro”.

El pigmento llegó a ser tan valioso y demandado que se utilizó como moneda. Fue empleado en Roma para teñir las túnicas de los patricios, en Bizancio para designar el palacio donde debían nacer sus emperadores (Palacio de los Porfirogénetas, “los que nacen en el color púrpura”), y en la iglesia católica para colorear las vestimentas de los cardenales, por lo que su asociación con la distinción llega a nuestros días.

4- Piedras rai

Corría el año 1871 cuando el capitán David O’Keefe, de origen irlandés, naufragó en el océano Pacífico. Allí llegó a la orilla de la isla de Yap, donde convivió con los nativos. O’Keefe reparó en que utilizaban unas enormes piedras circulares a modo de moneda, las piedras rai, y les ofreció la ayuda de herramientas de hierro para trabajar la piedra caliza, de la que carecían los nativos.

Los yapeses otorgaban gran valor a este tipo de piedra, ya que no existía en su isla. Viajaban cientos de kilómetros en balsa para acceder a las islas Palao, donde comerciaban con los nativos intercambiando cuentas para collar de vidrio, cocos y copra a cambio de las piedras.

Al principio, las piedras rai eran pequeños guijarros. Los yapeses empezaron a demandar piezas más grandes y les dieron diferentes formas, como la de peces y ballenas, de manera que cuando O’Keefe llegó a Yap las piedras rai ya eran enormes monolitos con tallas en su superficie que contaban su historia (quienes han sido sus propietarios y por qué han pasado de unas manos a otras).

Tenían forma circular, con un agujero en su interior para introducir un palo y poder transportarlas. La llegada de O’Keefe produjo un curioso fenómeno: al contar con instrumentos de hierro y mejoras en la navegación, comenzaron a crearse cada vez más piedras rai en Yap, y ello generó inflación.

Esta curiosa historia se recoge en ‘Su Majestad de los Mares del Sur’, película de 1954 protagonizada por Burt Lancaster.

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