El actual entorno económico exigente e incierto ha llevado a utilizar nuevas palabras como permacrisis y policrisis. ¿Qué significan estos dos términos y qué caracteriza a cada uno de estos dos escenarios?
El diccionario británico Collins ha elegido permacrisis como palabra del año 2022. Este término responde a un periodo prolongado de inestabilidad e inseguridad derivado de una serie de «eventos catastróficos». La irrupción de la COVID-19, la guerra en Ucrania o la crisis energética podrían ser algunos de ellos.
Por su parte, la policrisis hace convivir cinco crisis a la vez que por sí solas ya supondrían un reto para las autoridades económicas. En la actualidad, estas cinco crisis son:
- La sanitaria. Aunque la situación hoy en día es muy distinta a la de 2020, cuando el mundo entero sufría la primera ola de COVID-19, los efectos de la pandemia todavía se hacen notar, especialmente en China, que dos años después de aquellos primeros casos atravesó su peor ola, con morgues y UCI saturadas.
- La geopolítica. Esta crisis es palpable en la guerra en Ucrania, que comenzó hace un año con la invasión de Rusia, y en las tensiones entre Estados Unidos y China.
- La inflación. Aunque hace tiempo que los precios empezaron a subir, a día de hoy la inflación se encuentra en tasas elevadas de forma más intensa de lo que se preveía en un primer momento. La previsión para 2023 es que la inflación baje; de hecho, ya ha empezado a desacelerarse.
- La crisis energética. Ya a finales de 2021 los precios de la energía en Europa sufrieron un fuerte repunte, que se vio ampliado tras el estallido de la guerra en Ucrania. Con el conflicto, todas las miradas se centraron en el gas y el petróleo (Rusia es país exportador), además de en la electricidad. El alza de los precios ha contribuido a elevar la inflación durante 2022. Sin embargo, el hecho de que el invierno esté siendo más suave de lo que se esperaba, junto con las medidas tomadas frente a la crisis energética, está aliviando la presión sobre los precios.
- La crisis climática. De todas las crisis, quizá sea la más complicada de evaluar por la dificultad de medir sus efectos en el largo plazo. Las consecuencias de la crisis climática son múltiples. Entre ellas, la ONU cita la subida de las temperaturas globales, lo que provoca que polos y glaciares se derritan, suba el nivel del mar y afecte a poblaciones costeras; la inseguridad alimentaria e hídrica o los fenómenos meteorológicos cada vez más extremos. También es un catalizador de conflictos por los desplazamientos masivos en busca de recursos.
Con este panorama, ¿qué podemos esperar para 2023?
El director de Economías y Mercados Internacionales de CaixaBank Research, José Ramón Díez, señala en el artículo «Buscando un aterrizaje suave» que, aunque el punto de partida del año parece más esperanzador que a la vuelta del verano de 2022, el escenario continúa siendo «extremadamente complejo», teniendo en cuenta factores como el endurecimiento monetario global, el fin de la política de COVID cero en China o la guerra en Ucrania.
«En eso consiste precisamente una policrisis como la actual, en la acumulación de perturbaciones de naturaleza muy diferente, con un potencial desestabilizador conjunto superior a la suma de las partes. Pero, de momento, es muy destacable la capacidad de absorción de todas estas perturbaciones por parte de la economía mundial», afirma.
Pese a la inestabilidad del entorno y a que las incertidumbres todavía permanecen, nuestro servicio de estudios ha actualizado recientemente su escenario de previsiones económicas, mejorando ligeramente los datos de crecimiento y suavizado los de la inflación.