«¡Eureka!» Esa expresión que siempre asociaremos al descubrimiento de algo grande la pronunció Arquímedes de Siracusa en el siglo II a. C. Según cuenta el escritor romano Vitruvio, el sabio griego se estaba dando un baño cuando descubrió el que después sería el famoso principio de Arquímedes, el cual le permitió demostrar que un orfebre había sisado oro al construir la corona del rey Hierón II. Su alegría fue tal, que salió corriendo por las calles de la ciudad gritando esa expresión que quedaría para la posteridad.
Esa epifanía de Arquímedes no solo sirvió para alegrarle el día al sabio y para que el rey exigiera explicaciones a un joyero taimado. Ese instante de euforia cambiaría para siempre las leyes de la física al descubrir que todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical hacia arriba igual al peso del fluido desalojado.
Ese momento «Eureka» de Arquímedes tuvo continuación con los que experimentaron grandes inventores que encontraron soluciones a grandes problemas y que cambiarían la historia de la humanidad para siempre. En el Día del Inventor Internacional recordamos algunos de ellos y las obras que nos dejaron.