A lo largo de este año, la pandemia de COVID-19 ha logrado distorsionar incluso las tradiciones más arraigadas, así que no sería de extrañar que la Nochebuena de este año sea para muchas familias la más atípica en décadas. Miles de ciudadanos variarán sus costumbres ese día con la esperanza de que el año que viene, por fin, puedan volver a celebrarlo con todos sus seres queridos en circunstancias normales.
Sin embargo, la incidencia de la pandemia no se reduce al miedo al contagio y a las precauciones extraordinarias para mantenerse a salvo. Las consecuencias económicas que supone un año de arranques y paradas continuas también provocarán que muchas personas no estén siquiera seguras de si podrán cenar o no ese día.
De hecho, son los colectivos que ya tenían una renta más baja antes de la crisis quienes la están sufriendo en mayor medida. Así se desprende de un análisis de CaixaBank Research, que apunta a que los jóvenes de entre 16 y 29 años, que de entrada contaban con un nivel de ingresos inferior al de los mayores, son quienes están experimentando un mayor deterioro de su situación económica. Lo mismo ocurre con los inmigrantes: el número de personas sin ingresos nacidas fuera de España aumentó en 21 puntos porcentuales solo entre febrero y abril.