ECONOMÍA

9 R: la fórmula de la economía circular

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9 R: la fórmula de la economía circular
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CaixaBank

11 Febrero, 2021


Reutilizar, reparar, reciclar. Son las conocidas como “tres erres” (3 R), que resumen la economía circular. Son palabras con las que llevamos tiempo familiarizados, especialmente desde que la Unión Europea (UE) decidió que este paradigma será el pilar sobre el que construiremos nuestro futuro. En 2015, la UE estableció un plan de acción con más de cincuenta medidas que nos permitirán “cerrar el círculo”, es decir, pasar de un modelo de consumo de usar y tirar a otro que preserve al máximo el ciclo de vida de los productos.

El principio de la economía circular es sencillo: si algo es valioso, ese valor debe preservarse el máximo tiempo posible para evitar que el sistema de usar y tirar nos empobrezca a todos. Este principio supone, entre otras cuestiones, redescubrir y valorizar de nuevo el potencial de un producto usado que, en otro sistema, se desecharía a las primeras de cambio. Ahí es precisamente donde entran en juego todas esas palabras que empiezan por erre y que cada vez integramos más tanto en nuestros actos de consumo como en la producción de nuevos bienes.

Realizar este cambio de un modelo de consumo y descarte a otro circular no es una tarea sencilla. Requiere importantes esfuerzos en innovación e inversión que permitan a un producto seguir ofreciendo valor incluso cuando su primer ciclo de vida haya finalizado. Para que esos esfuerzos no sean en vano, es muy importante establecer unos cimientos sobre los que puedan prosperar. Es decir, necesitamos descifrar la fórmula que hay detrás de la economía circular.

Nueve estrategias circulares

La Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE ha publicado recientemente un informe que trata, precisamente, de la revolución que supone la economía circular en nuestro sistema económico. En él aparece la fórmula de este nuevo modelo de producción y consumo, que se sustenta sobre “nueve erres” (9 R), una serie de estrategias formuladas por el Grupo de Expertos en Financiación de la Economía Circular de la Comisión Europea.

Esas 9 R constituyen la auténtica fórmula de la economía circular y, por tanto, una guía clara sobre la que Administración, empresas e incluso ciudadanos pueden orientar sus esfuerzos.

1.- Rechazar: esta erre consiste, básicamente, en renunciar a ciertos productos o partes de ellos que no sean ya necesarios, o bien redefinirlos de tal manera que ya no haya que producirlos. Un ejemplo sencillo es la factura electrónica, que hace innecesario utilizar papel para su consulta o archivo.

2.- Repensar: esta estrategia potencia que las empresas transfieran servicios a los consumidores en lugar de la propiedad sobre un producto. Se trata de una actitud fundamental en la economía colaborativa o sharing economy.

El informe de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE cita un ejemplo muy ilustrativo del Foro Económico Mundial: las lavadoras de alta gama. Resulta que, si reemplazamos durante veinte años la compra de cinco lavadoras de 2.000 ciclos por el alquiler de una de 10.000, nos ahorraríamos 180 kg de acero y 2,5 toneladas de dióxido de carbono.

3.- Reducir: en este caso, se trata de disminuir en lo posible el consumo de recursos tanto en la fabricación como en el uso de un producto. Esto es algo que solo se logra a través de la eficiencia, que debe estar presente desde el momento del diseño y hasta su utilización.

En el caso de la eficiencia energética, esto no solo es responsabilidad del fabricante del producto, que debe apostar por ella tanto en su proceso de fabricación como a la hora de definir su uso. También los consumidores deben tenerla en mente tanto al elegir productos energéticamente eficientes como al emplearlos. Por ejemplo, no basta con elegir el hervidor de agua más eficiente de la tienda y que mejor se adecúa a nuestra cocina, sino que, además, cada vez que lo utilicemos debemos hervir solo el agua que realmente necesitamos.

4.- Reutilizar: si un producto se encuentra en buenas condiciones y cumple su función original, debe seguir utilizándose.

Este es uno de los principios más potentes de la economía circular, que subyace en los tradicionales mercadillos de segunda mano, que ahora cuentan incluso con versiones que caben en nuestro smartphone. También en iniciativas como Loop, un proyecto piloto en Francia, el Reino Unido y los Estados Unidos que fabrica envases reutilizables para empresas de gran consumo, los recoge en casa del usuario una vez consumido su contenido, los limpia y los rellena de nuevo, tal y como explica el informe de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE.

5.- Reparar: arreglar un producto defectuoso para seguir dándole su uso original es otra de las grandes claves de la economía circular.

En este sentido, el informe destaca que una mayor estandarización de las piezas y componentes en sectores como la electrónica, baterías y automoción ayudaría a hacer realidad el derecho a reparar de los ciudadanos europeos. Si hay una mayor disponibilidad de piezas, no resultará necesario, por ejemplo, descartar todo un electrodoméstico simplemente porque se ha averiado un componente y no hay recambios disponibles.

6.- Restaurar: la diferencia entre esta estrategia y la anterior consiste en que la reparación se destina a productos que están dentro de su primer ciclo de vida. Por su parte, la restauración consiste en poner al día un producto que ya ha cruzado ese umbral.

En este contexto, el informe cita el caso de una empresa francesa que recoge materiales sanitarios dañados, como camas de hospitales o sillas de ruedas, los evalúa y decide si son aptos para restaurar o si conviene desmantelarlos para reciclar sus componentes en otros productos. Una vez restaurados o reciclados, se ponen de nuevo a la venta al 30% o al 50% del precio del producto original, con una garantía de un año.

7.- Refabricar: se trata de recoger un producto, analizar su estado, desmontarlo, reacondicionar y reemplazar componentes, volver a ensamblarlo, comprobar su nivel de calidad y revenderlo con una etiqueta de cercano a nuevo.

8.- Redefinir: esta es una de las estrategias que dan una nueva vida a los productos cuando están desgastados o cumplen una función que ya ha quedado obsoleta. Existe un ejemplo muy claro e intuitivo de redefinición, que se dio al principio de la pandemia de la COVID-19: el ingenio que llevó a muchos ciudadanos a utilizar ropa vieja o trapos de cocina como mascarillas ante la escasez de estos productos durante la primera oleada.

9.- Reciclar: básicamente, consiste en recuperar material de residuos que pueda procesarse de nuevo en la fabricación de nuevos productos, materiales o sustancias. Aunque esta es una de las erres más conocidas, no es tan sostenible ni rentable como las anteriores, tal y como subraya el informe, así que debe considerarse, en términos generales, como la última opción.

De la teoría a la práctica

Cada vez hay más empresas que aplican ideas de la economía circular para transformarse y aprovechar las ventajas que aporta este nuevo modelo. Sin embargo, llegar a este punto requiere identificar los productos, servicios y procesos sobre los que se pueden aplicar alguna de las 9 R, así como los actores que intervendrán en las acciones que se deseen implementar.

En un webinar organizado por la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE, dos empresas comparten su experiencia en la implantación de políticas de economía circular. Una de ellas —Mercadona— lo hace como ejemplo de una gran compañía consolidada que se adapta a este nuevo modelo. La otra —Twin&Chic—, como pequeña empresa textil que nace con el paradigma circular en su ADN.

Tal y como explica en su intervención Alina Puig, responsable de Relaciones Externas y RSE en Mercadona, la cadena identifica cinco actores en su Modelo responsable: cliente, trabajador, proveedor, sociedad y capital. También fija un objetivo: lograr una cadena agroalimentaria sostenible.

En el caso de Mercadona, la compañía ha implantado estrategias de economía circular en varios frentes. Uno de ellos es la logística sostenible: “Contamos con un pool de envases reutilizables, apilables y fáciles de transportar para llevar los productos a la tienda”, destaca Alina Puig. Además, los productos no aptos para la venta se destinan a su uso para animales y todos los embalajes de la cadena reciben una segunda vida. “Los transformamos en envases o bolsas de plástico”, indica la experta.

La transformación del modelo de tienda de Mercadona también aporta un ahorro energético del 40%, según Puig. Asimismo, se ha implantado la conocida como estrategia 6.25 para reducir el uso de plástico, que comprende acciones como eliminar el uso de bolsas de plástico de un solo uso en todas las secciones, reducir el plástico empleado en sus envases e incluso informar a los clientes sobre cómo favorecer el reciclaje desde casa, entre otras acciones. “Se trata de reducir el uso de plástico, no de eliminarlo”, señala Puig. “Es un material muy valioso precisamente porque ayuda a alargar la vida útil de muchos productos alimentarios”.

El papel esencial de las pymes

Las pequeñas y medianas empresas son fundamentales en la transformación de la economía hacia un modelo circular. Así lo entiende Erika Gómez, fundadora de la firma de ropa infantil Twin&Chic, que basa este razonamiento en dos características de las pymes: “su capilaridad y su contribución a la generación de puestos de trabajo”.

Sin embargo, Gómez considera que este tipo de negocios tienen más complicado llevar a cabo sus propios procesos de transformación. “En nuestro caso, ha resultado más sencillo porque nacimos con la economía circular en el ADN”, destaca.

En este sentido, Twin&Chic implanta estrategias de economía circular desde el propio diseño del producto, una fase en la que, según Gómez, “se puede eliminar hasta el 80% del impacto negativo de una prenda. Nosotros la creamos pensando ya en el fin de su vida útil y en que sea versátil para que se pueda utilizar más”. Fabricación en cercanía, utilización de packaging reutilizable, restauración de prendas antiguas o favorecimiento del reciclaje evitando el uso de fibras mezcladas son algunas de las acciones de economía circular que Twin&Chic ha implantado desde sus inicios hace ahora tres años.

Esta empresa no solo adopta procesos internos de economía circular, sino que también implica a la sociedad para favorecer la transición. “Donamos retales a centros educativos para que los escolares puedan darles una segunda vida. También implicamos a nuestros clientes: nosotros no hacemos un Black Friday, sino un Repair Friday, una campaña durante la cual nos envían prendas para que las reparemos”, explica Erika Gómez.

La importancia de la cultura circular

Involucrar a las personas es indispensable para que todos estos esfuerzos sean realmente efectivos a la hora de llevar a cabo la transición hacia una economía circular. “Es necesario buscar la complicidad entre los actores y unir esfuerzos con los que contribuyen a la cadena de suministro”, destacaba durante el webinar Joan Fontrodona, profesor titular de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE.

En este sentido, resulta especialmente valioso crear una cultura de la economía circular. Sin embargo, ¿cómo hacerlo en una empresa con miles de empleados como Mercadona? “Con tantos trabajadores, resulta difícil implicarlos por igual”, reconoce Alina Puig. “Es necesario ofrecerles formación desde el principio. No obstante, en muchas ocasiones la implantación de estrategias de economía circular era algo que ya buscaban muchos de nuestros empleados. Por ejemplo, al proponer donaciones de excedentes”.

Si esa cultura se expande al consumidor, los efectos de la implantación de la economía circular en la empresa se multiplicarán. “Nosotros realizamos una labor evangelizadora entre nuestros clientes. Tratamos de concienciarles del poder que tienen sus actos de compra sobre el tipo de planeta que quieren dejar a sus hijos”, destaca Erika Gómez. Una apuesta por la implicación del consumidor que comparte Mercadona: “Desde la información, tratamos de ponérselo fácil para que pueda hacer su parte en esta transición”, indica Alina Puig.

La economía circular es una tarea de todos. Del diseño de productos y procesos a la transformación de los consumidores en usuarios responsables, gobiernos, empresas y ciudadanos deben conocer sus estrategias y ponerlas en práctica. Se trata de plantearnos qué podemos hacer cada uno de nosotros para contribuir al proceso y pasar a la acción. Por ejemplo, si tienes una empresa, puedes anticiparte al cambio optando por eliminar el uso de papel en lo posible o plantearte utilizar materiales sostenibles en sus distintas actividades. Y si eres un consumidor, puedes pararte a pensar si realmente necesitas adquirir un nuevo producto para sustituir otro que todavía cumple su función. Así es como lograremos entre todos desarrollar un sistema económico realmente sostenible.

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