¿Conoces a María Arroyo? Es posible que sí o, al menos, a alguien que se le parezca mucho. María es española, nacida y criada en un pueblo de menos de 2.000 habitantes. Actualmente, María trabaja en el medio rural, donde vive con su familia. Hasta aquí, parece que la vida de María es bastante convencional, ¿verdad?
Lo que ocurre con las convenciones y los estereotipos es que no todo es lo que aparenta, ya que esconden muchas realidades que suponen un coste. Entre esas realidades se encuentran, por ejemplo, desigualdades como las brechas de género. En el caso de María Arroyo y de miles de mujeres como ella, la brecha de género en el mundo rural le cuesta a la sociedad como mínimo 38.500 millones de euros o, lo que es lo mismo, el equivalente al 3,1 % del PIB de 2019.
La brecha de género en el mundo rural es una realidad en España. Aunque, en este caso concreto, sería más correcto hablar de cuatro brechas de género en el entorno rural, tal y como recoge el XII Informe ClosinGap Coste de oportunidad de la brecha de género en el medio rural, elaborado por CaixaBank. De hecho, existe una brecha de género demográfica, otra de empleo, otra de poder y otra de conciliación, que se interrelacionan entre sí.
Lo cierto es que, detrás del trabajo convencional de María Arroyo, hay un puesto que no se corresponde con su cualificación y una jornada laboral más corta de lo que a ella le gustaría. Detrás de los cuidados a su familia, hay falta de tiempo para cuidar de si misma. Detrás del padrón de su pueblo, hay muchas amigas y familiares que han dejado un hueco vacante para marcharse a la ciudad.
Son cosas que pasan, sí, pero a María le ocurren en mayor medida que a su hermano o que a otros hombres de su pueblo. Son circunstancias que suelen afectar en una sola dirección.