Gastos por todas partes, la inflación que no para de crecer, esa avería en casa que supone un desembolso extra… Son muchas las razones que hacen que llegar a fin de mes resulte, en ocasiones, complicado.
Reservar parte de nuestros ingresos cada mes es un hábito muy saludable que permite hacer frente a imprevistos y llevar a cabo proyectos. Se trata de hacerle un hueco al ahorro mediante algunas técnicas que, por un lado, ayudan a retener una parte del dinero que ingresamos y, por el otro, a evitar que desaparezca.
El primer consejo para generar ahorro de manera efectiva es tener un objetivo claro. Por ejemplo, crear un colchón determinado que nos ayude a vivir con mayor tranquilidad, afrontar una reforma en casa o costear un viaje. Procura que sea realista y lo más específico posible: eso te ayudará a definir el próximo paso.
Ten claro cuánto dinero necesitas ahorrar para cumplir tu objetivo y en qué plazo de tiempo necesitas disponer de él. No es lo mismo ahorrar para las próximas vacaciones que hacerlo para vivir mejor después de la jubilación.
Asegúrate de que tus posibilidades económicas te permitirán realizarlo: es importante no pasarse de ambición para evitar la frustración. Alcanzarlo te ayudará a fijar un nuevo objetivo y seguir con el hábito saludable del ahorro.
Te puede sonar complicado, pero crear y seguir un presupuesto para la economía doméstica es más fácil de lo que parece. Además, es el instrumento que te permitirá ajustar los gastos a los ingresos que obtienes para conseguir el ahorro deseado. Si te desvías de él, siempre podrás corregir lo que sea necesario.
El preahorro consiste en reservar parte de tus ingresos en el momento en el que los recibes, en vez de guardar lo que te sobre después de cubrir tus gastos. Es una técnica relacionada con las finanzas conductuales que te ayudará a generar ahorro prácticamente sin que te des cuenta.
Llevar una cantidad de dinero ajustada en la cartera es una manera excelente de mantenerte a salvo de las compras impulsivas, que suelen causar agujeros en el presupuesto.
Una buena manera de empezar a suprimir los gastos superfluos es identificarlos primero. Un consejo: comienza fijándote en las suscripciones. ¿Realmente vas al gimnasio? ¿Le sacas el partido que deberías a esta plataforma de streaming? ¿No podrías sustituirlos por una app de ejercicios o por un agradable paseo que te aleje del sofá? Continúa el repaso por tus gastos hormiga, esos que se van comiendo tu presupuesto cada mes.
El consumo energético se puede optimizar evitando el desperdicio de energía: no tiene sentido poner la calefacción a tope y estar en manga corta en casa, ni dejar luces encendidas en estancias en las que no hay nadie. Textiles como las alfombras o las cortinas ayudan a aislar suelos y ventanas, mientras que usar lámparas led ahorra de media el 80 % de energía respecto a las convencionales.
También puedes desayunar en casa y llevarte un termo con el café o el té de media mañana. Si cocinas y te llevas la comida en un táper al trabajo, no solo ahorrarás dinero, sino que también podrás elaborar menús saludables. No hace falta que te metas en la cocina cada día: existen técnicas como el batch cooking o cocina por bloques que te permitirán cocinar a la vez distintos platos para toda la semana mientras ahorras tiempo y energía. Y la cocina de aprovechamiento también te ayudará a generar ahorro mientras reduces residuos.
¿Has considerado utilizar el transporte urbano o la bicicleta para tus desplazamientos cotidianos? Si revisas la manera que tienes de moverte y los medios de transporte que tienes a tu alcance, puedes descubrir incluso que no necesitas un vehículo privado con todos sus gastos asociados o, si lo necesitas, que existen fórmulas más convenientes que su propiedad.
Hay alternativas gratuitas que te permitirán disfrutar de tu tiempo libre: museos, bibliotecas públicas, espacios verdes, actividades municipales o asociativas, voluntariado… Entérate de si algún equipo deportivo de tu barrio busca personas para jugar, si el área de cultura del ayuntamiento organiza rutas culturales y si hay clubes de lectura, de manualidades o de juegos de mesa en tu localidad. Si no los hay, siempre puedes iniciarlos tú. Las opciones son tantas como puedas imaginar.
