Priorizar experiencias gratificantes frente a la adquisición de bienes o servicios duraderos, como pueden ser una vivienda o un vehículo. Este es el cambio en nuestros hábitos como consumidores que refleja el término diverflación, según explica el Banco de España.
Ese impulso por vivir el día es el que nos lleva, cada vez más, a viajar, salir a tomar algo o disfrutar de un espectáculo que llevaremos en el recuerdo, en vez de gastar nuestro dinero en ropa o muebles.
No importa tanto el precio como la experiencia en sí. Tal y como explica el Banco de España, esta tendencia aumenta el riesgo de que se disparen los precios en sectores orientados al ocio.
Los datos respaldan este cambio en el consumo, que es distinto al experimentado tras otras crisis. Según la Encuesta de presupuestos familiares del INE, el gasto medio por hogar en ropa y calzado ha bajado de 1.463,11 euros en 2018 a 1.319,98 euros en 2023. Sin embargo, el realizado en restaurantes y hoteles ha aumentado de 2.947,56 euros a 3.310,67 euros en esos mismos años.
Por otro lado, gastamos menos en muebles y artículos del hogar: de 1.371,91 euros en 2018 hemos pasado a 1.349,33 euros en 2023.
De hecho, si vemos en su conjunto el gasto medio por hogar, la vivienda (31,8%) y la alimentación (16,3%), dos partidas básicas, siguen siendo las que mayor porcentaje de gasto concentran. Sin embargo, las dos siguientes están más vinculadas al ocio, en parte en el caso de los transportes (11,6%) y mayoritariamente en el de la hostelería (10,1%).
Esto significa que gastamos en establecimientos como bares y restaurantes solo seis puntos porcentuales menos que en alimentarnos. Vestido y calzado apenas suponen el 4% del gasto medio por hogar.