La empresa social necesita cierto capital para su apertura, crecimiento o mantenimiento. ¿De dónde sacan el dinero las empresas cuyo objetivo primario no es el beneficio económico, sino que priorizan el impacto social? La realidad es que se financian de manera muy similar a cualquier otro negocio.
Veamos todas las fórmulas de financiación de empresas sociales.
Al no perseguir el beneficio económico como fin último, las empresas sociales pueden tener un reto mayor a la hora de capitalizar su labor mediante fondos propios, especialmente en las fases iniciales. Esto es así porque las opciones de monetización suelen ser mucho más limitadas que en la venta de productos o servicios convencionales.
También pueden verse más limitadas en las vías de financiación tradicionales, en las que a menudo el impacto social no se valora como beneficio del proyecto, como recuerdan algunos informes recientes. No obstante, cuentan con un buen número de instrumentos de financiación que les permitirán obtener los fondos que necesitan, algunos de ellos incluso diseñados a su medida.
Los socios fundadores acostumbran a ser los primeros en poner capital y tiempo propio para poner en marcha la empresa.
Este tipo de emprendimiento es muy vocacional y tiende a relacionarse con alguna situación personal del pasado de los socios, por lo que resulta normal involucrar a familiares en la financiación del proyecto, sobre todo al principio.
Con frecuencia, las empresas tienden a financiarse mediante préstamos o donaciones muy cercanas, como los padres y el resto de los familiares, los amigos cercanos e incluso personas algo más periféricas que confían en la idea original, como conocidos o amigos de amigos que han escuchado algo sobre el proyecto.
El mecanismo de crowdfunding o micromecenazgo es una forma muy aconsejable para las empresas sociales, precisamente por su vertiente de apoyo a la sociedad que forma la «multitud» (crowd en inglés). La financiación participativa se adapta perfectamente a este tipo de empresas, que buscan algo más allá del dinero.
Cada vez existen más modelos de crowdfunding, aunque destacan la donación, la recompensa y la inversión. En el primero, los envíos de dinero se realizan sin retribución, sin esperar nada a cambio y de forma solidaria y altruista. En el segundo, el envío de dinero recibe a cambio algún tipo de objeto o servicio, como un libro o una taza. El tercero es más clásico: el inversor busca recuperar el capital, a menudo con intereses.
La financiación participativa social puede usar cualquiera de los tres, e incluso una combinación de ellos junto a otras vías.
Según el informe La financiación de la pyme en España de Cesgar, instrumentos financieros como el leasing —contrato de alquiler con opción a compra—, el confirming —aplazamiento del pago de las facturas al ser respaldadas por una entidad financiera— y el factoring —adelanto del pago por parte de los clientes— ayudan a muchas pymes a financiarse, aunque no sean formas masivamente aceptadas. Algo más del 12 % de las empresas hace uso del leasing, tan solo un 2,8 % usa el confirming y el factoring lo emplea el 1,7 %.
Los business angels —el 63 % aún son varones, aunque la tendencia podría cambiar— son un apoyo importante de toda empresa que busque capital, y no todos buscan una inversión con altos retornos de capital o con algún retorno.
La filantropía tiene múltiples vertientes y perfiles, según el informe de CaixaBank e IE University sobre el perfil de los filántropos españoles. Pero sea cual sea el porqué, el qué o el cómo del filántropo, financiar las empresas sociales entra en su ámbito de acción.
Existen también instrumentos de financiación de empresas sociales diseñados a la medida de las necesidades de estos negocios. Los préstamos sociales, como el Préstamo Empresa Social de MicroBank, son un ejemplo dirigido a proyectos que persiguen metas más amplias que el beneficio económico, respetuosos con el medio ambiente, responsables y sostenibles. Este préstamo es viable gracias al Fondo Europeo de Inversiones (FEI) e InvestEU.