El fraude electrónico es terreno abonado para la creatividad. Tanto para la de los ciberdelincuentes como para la de los equipos de seguridad que tratan de minimizar sus ataques e, incluso, anticipar sus próximas jugadas. De hecho, este tipo de problemas se ha convertido ya en el primer riesgo global para las empresas, junto con la pérdida de beneficios. Su imprevisibilidad y la velocidad a la que evolucionan tienen mucho que ver con esto.
También los ciudadanos son víctimas del fraude electrónico. Este mismo año se desarticuló en España una trama de 45 ciberdelincuentes que habían conseguido estafar cerca de 900.000 euros a unas 2.400 víctimas. Cada 24 horas se envían en el mundo unos 6.400 millones de correos electrónicos falsos, fraudulentos o peligrosos. De ellos, buena parte corresponde a la omnipresente amenaza del phishing, que consiste en suplantar la identidad de una persona o de una compañía para obtener información personal y bancaria de los usuarios.
Para combatir este tipo de amenazas, la concienciación es esencial. Por este motivo, conviene estar al día de las últimas tendencias en ciberestafas, que afectan tanto a empresas como a particulares. El fraude del CEO, el fraude de facturas o el romance scam son algunos ejemplos de a qué se dedican últimamente los cibercriminales.