SOSTENIBILIDAD

“Gente que antes donaba alimentos, ahora necesita apoyo”

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“Gente que antes donaba alimentos, ahora necesita apoyo”
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CaixaBank

23 Junio, 2021


José Ramón, militar de aviación; Carmelo, profesor de Diseño Gráfico; Antonio, militar en la reserva; Rosa, ama de casa; José, empleado de estructuras metálicas, y Julio, exempleado de banca, parecen no tener mucho en común.

Solo a simple vista, porque los seis comparten compromiso con FESBAL, la Federación Española de Bancos de Alimentos en España, un ‘equipo’ del que forman parte más de 3.000 voluntarios que ocupan el 96% de los puestos de responsabilidad de la entidad.

La jubilación les llegó a unos antes que a otros, pero lo que todos tuvieron claro era que no iban a ocupar su tiempo solamente en ocio. “Pasé a la reserva con 56 años y no me veía en casa sin hacer nada”, explica José Ramón, quien vio en la prensa un anuncio del trabajo que realizaban en el Banco de Alimentos de Las Palmas y no lo dudó.

Han pasado ya once años desde aquello y tras distintos cargos de responsabilidad, siempre como voluntario, José Ramón resalta la gran labor que realizan desde el Banco de Alimentos de Las Palmas: “en 2020 atendimos a 35.000 personas y repartimos más de 4,3 millones de kilos de alimentos”. Datos muy superiores a los del año anterior, ya que el riesgo de pobreza severa y exclusión se ha disparado en la isla como consecuencia de la crisis económica generada por la COVID-19.

Unas cifras que también se han incrementado a nivel nacional. Desde FESBAL señalan que el año pasado repartieron 158 millones de kilos de alimentos y atendieron a más de 1,5 millones de personas en situación de vulnerabilidad. “Gente que antes nos donaba alimentos, que tenían un pequeño comercio, ahora, como consecuencia de la COVID, han cerrado y son ellos los que nos piden apoyo”, señala el voluntario.

Gente que antes donaba alimentos, ahora necesita apoyo

María Soledad, voluntaria en la Asociación Vecinal y Solidaria de Arenales (AVESAR), comparte también esta experiencia. A través de la Fundación “la Caixa” colabora con la asociación ubicada en Las Palmas en la clasificación y entrega de alimentos a las personas que acuden al centro. “Antes del confinamiento las personas que acudían pertenecían, principalmente, a colectivos en riesgo de exclusión, como mujeres maltratadas o personas con adicciones”, comenta. “Ahora, acuden a la asociación personas que han tenido un nivel de vida medio y que, como consecuencia de la pandemia, se han visto obligadas a pedir ayuda, como parejas jóvenes, mujeres embarazadas o familias que han perdido el empleo”, explica.

Compromiso humano

Y es que la pandemia de la COVID-19 ha llevado a las filas de las entidades sociales a un perfil de personas que hasta entonces no se encontraban en situación de vulnerabilidad.

Personas como los alumnos de Carmelo García, voluntario del Banco de Alimentos de Alicante, que decidió unirse a la entidad tras conocer la realidad a la que se estaban enfrentando muchos de ellos.

El vínculo entre profesor y alumno no es solo pedagógico, es humano, y el instructor de Diseño Gráfico no podía mantenerse al margen y únicamente impartir la asignatura a sus alumnos de Formación Profesional. La COVID-19 llegó y arrasó, no solo con la salud de muchas personas, sino también con su empleo. “Me dolía ver que alumnos que eran buenos y tenían un futuro dejaban los estudios por buscar un trabajo en la agricultura o en servicios porque sus padres habían perdido el empleo”, relata el voluntario que, además de organizar tres días por semana los palés para ser distribuidos entre las asociaciones beneficiarias, ayuda con sus conocimientos web e incluso ha desarrollado un programa para identificar carga y volumen de los paquetes que entran.

El funcionamiento de los voluntarios en los bancos de alimentos es como una gran empresa. Cada uno tiene encomendada su labor y, de forma coordinada y como “una familia”, según relatan varios de los voluntarios, “repartimos las tareas”.

Gente que antes donaba alimentos, ahora necesita apoyo

Recepción de mercancías, operaciones de almacén, conducción de furgonetas, tareas administrativas, informáticas o tareas comerciales y de comunicación son solo algunas de las labores de las que se encargan los voluntarios.

José trabajó toda su vida con estructuras metálicas. Desde antes de jubilarse ya pensaba en colaborar con el Banco de Alimentos de Valladolid y fue una vez jubilado a los 65 años cuando empezó a gestionar los fondos europeos para personas desfavorecidas en el centro. “Aunque las entidades beneficiarias a las que donamos los alimentos más o menos se mantienen en número, la cantidad de beneficiarios, de personas que reciben la ayuda, se ha incrementado”, explica el voluntario.

Los productos básicos que se reparten son pasta, arroz, legumbres, leche, alimentos infantiles, sopas, fruta en conserva, tomate, aceite y harina. Además, empresas alimentarias entregan cientos, e incluso miles de sus productos, que son clasificados y se incluyen en el reparto siempre que se puede.

Estar al lado de los que más lo necesitan

Antonio sabe bien de la mercancía que entra y sale de los almacenes. Militar en reserva, lleva 13 años como voluntario en el Banco de Alimentos de Zaragoza. Es el “jefe de día” o responsable de la entrada y salida de los alimentos. Tiene la suerte de compartir su compromiso con Rosa, su mujer, quien dedicada al trabajo en casa toda su vida, sentía que le “faltaba algo cuando los hijos se independizaron”, explica.

Ambos señalan lo gratificante que es su voluntariado. “Me enganchó desde el principio y me llena de vida, es una experiencia desinteresada, que me hace muy feliz. Cuando me suena el despertador para venir, doy un respingo para prepararme”, señala Rosa, a lo que su marido apunta: “es muy reconfortante devolver a las personas, que desgraciadamente lo necesitan, algo de nuestra ayuda”.

Un sentimiento que comparte Julio, exempleado de CaixaBank y voluntario en el Banco de Acción Solidaria de Valencia. “Cuando uno siente que ha sido afortunado en la vida, solo te queda contribuir a revertir esa suerte y echar una mano en lo que buenamente se pueda”, explica Julio quien, además de colaborar con el banco de alimentos, imparte clases de español para inmigrantes. “Siempre me ha gustado la docencia”, apunta.

Un gran ejemplo el de José Ramón, Carmelo, Antonio, Rosa, José, María Soledad y Julio, que ponen de relieve el gran trabajo y compromiso de los voluntarios de los bancos de alimentos. “Aunque hemos pasado miedo por la pandemia, no queríamos dejar de estar al lado de quienes más lo necesitaban”, explica José Ramón desde Las Palmas.

Personas altruistas que, como Carmelo, llegan a casa cansadas “porque el trabajo es muy físico”, pero que, psicológicamente, les llena de fuerza. “Me siento útil y brindo ayuda a personas que no conozco”, afirma.

Para atender las necesidades más básicas, Fundación ”la Caixa” y CaixaBank han puesto en marcha, junto con FESBAL, la campaña #NingúnHogarSinAlimentos. Las donaciones se pueden hacer a través de la red de cajeros automáticos de CaixaBank; mediante CaixaBank NOW, tanto en la app como en la web, y por medio del portal Caixabank.es, para los que no son clientes de la entidad. Otra opción de colaboración es a través de Bizum, enviando el donativo al número 38014.

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