ECONOMÍA

“Me he olvidado la cartera”: el origen detrás de las tarjetas de crédito

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“Me he olvidado la cartera”: el origen detrás de las tarjetas de crédito
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CaixaBank

21 Junio, 2022


Llevan muchos años acompañándonos en nuestras compras y últimamente muchas de ellas se han mudado a vivir en nuestros smartphones. La historia de las tarjetas de crédito, tal y como las conocemos hoy, se remonta a un despiste durante una cena en un restaurante de Nueva York, aunque la historia de la compra a crédito ya se escribía miles de años atrás.

Comprar ahora, pagar después

Es difícil establecer el primer momento en el que una persona compró algo y lo pagó más tarde. De hecho, hace 5.000 años ya había constancia de acuerdos de esa naturaleza entre comerciantes. Quedaron registrados en tablillas grabadas que servían de testigo de las transacciones realizadas por mercaderes de Mesopotamia con otros procedentes de tierras vecinas como Harappa (Pakistán).

Hace mucho tiempo de todo eso, sin embargo, la lógica detrás de esos tratos entre mercaderes sigue siendo, en esencia, la misma que hay detrás de nuestras tarjetas de crédito actuales: la confianza. Sin ella, sería impensable que alguien se llevara un producto o recibiera un servicio sin abonar su precio en el momento.

En realidad, la compra a crédito nos ha acompañado a lo largo de los siglos en diferentes formatos. Uno de los más conocidos es el cuaderno que había en muchas tiendas de proximidad, en el cual los propietarios iban apuntando las compras que efectuaba cada familia a lo largo de una semana o de un mes. Un día determinado, generalmente después de cobrar el salario, se abonaba el total y comenzaba de nuevo el ciclo de anotaciones.

Esta mecánica ofrece ventajas evidentes, tanto si hablamos de un bloc de notas con las cuentas de las familias del barrio como si lo hacemos de una tarjeta de última generación. Junto a la posibilidad de aplazar el pago hasta el momento más conveniente, evita tener que llevar dinero en efectivo cada vez que se compra algo.

Chapas que otorgan estatus

Ya a principios del siglo XX comenzaron a dar sus primeros pasos los abuelos de las populares tarjetas de crédito. Fue, cómo no, en los grandes almacenes de Estados Unidos, la gran cuna del marketing y de la experiencia del cliente.

Probablemente lo hicieron inspirados en una práctica que se remontaba al salvaje Oeste, donde los comerciantes utilizaban chapas metálicas o pequeñas monedas metálicas para certificar las compras a crédito que les realizaban los granjeros que todavía no habían podido cosechar y, por tanto, no tenían efectivo para efectuarlas.

En el caso de los grandes almacenes, entregaban a sus clientes chapas metálicas con sus datos que ayudaban a registrar las compras que iban haciendo por los distintos departamentos. Las chapas se mojaban en tinta y se estampaban en una hoja de papel para registrar la cantidad gastada, junto con la dirección de la persona. Poseer una de estas chapas era un símbolo de cierto estatus y ayudaba a los establecimientos a fidelizar clientes.

También con el objeto de fidelizar usuarios Western Union emitió en 1914 su primera tarjeta de crédito y ya había compañías como Texaco que, en los años 20, ofrecían a sus clientes tarjetas de papel para repostar en sus gasolineras sin necesidad de llevar efectivo.

El problema era que todas estas versiones tempranas de las actuales tarjetas de crédito estaban limitadas a una sola compañía y por eso no resultaban muy atractivas ni prácticas. Aún habría que esperar un par de décadas para conocer la primera tarjeta de crédito con vocación universal.

El invento que nació de un despiste

Una noche de 1949, un empresario estadounidense llamado Frank McNamara acudió a cenar a un restaurante en Nueva York. Cuando llegó el momento de pagar, se dio cuenta de que se había olvidado la cartera en casa. Muerto de vergüenza, pidió ayuda a su mujer, que se personó en el establecimiento y se hizo cargo de la factura.

Para no volver a verse en esa situación, McNamara y su socio Ralph Schneider idearon una tarjeta de crédito que sirviera para pagar en diferentes restaurantes de Nueva York sin necesidad de efectivo. Así fue como nació la Diner’s Club, que ambos utilizaron por primera vez un año más tarde.

Fue para pagar una comida en el mismo restaurante en el que a McNamara se le habían subido los colores por olvidar su cartera en casa.

La tarjeta funcionaba así: el comensal la utilizaba para pagar y el restaurante pasaba el cargo a Diner’s Club que, a su vez, ingresaba la cantidad en la cuenta del establecimiento menos una pequeña comisión. Cada mes, el comensal cancelaba sus deudas con el club a cambio de una comisión anual.

Solo un año después de su estreno, Diner’s Club tenía ya 42.000 socios. En 1954 ya había llegado a España y en 1958 ya se podía utilizar para pagar en agencias de viajes.

Nacen las tarjetas bancarias

Sorprendentemente, las tarjetas de crédito todavía tardarían un poco en despegar en el que hoy nos parece su hábitat natural: las entidades bancarias. Cuando los usuarios ya comenzaban a pagar sus viajes con Diner’s Club, se ensayaron las primeras tarjetas bancarias. Se encargaron de ello American Express y el Bank of America, cada uno con su propia versión.

En el caso de la tarjeta de American Express, la compañía había evolucionado durante las últimas décadas el objeto de su actividad del transporte de mercancías a los viajes y servicios financieros. Sus clientes, que se movían constantemente, necesitaban contar con la seguridad de los cheques de viaje y la flexibilidad del crédito, los cuales encontraron en la tarjeta verde de American Express.

Por su parte el Bank of America introdujo en ese mismo año su primera tarjeta y, con ella, una novedad: el límite de crédito. De esta manera, envió a miles de clientes una tarjeta con una cantidad de crédito preconcedida para que la utilizaran, lo que contribuyó a popularizar su uso. También fue la primera tarjeta de plástico. Poco después llegarían la banda magnética y otras innovaciones que fueron dando forma a las tarjetas de crédito tal y como las conocemos hoy en día.

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