¿Qué es lo que convierte unas vacaciones en un verano inolvidable? Más que la belleza o el exotismo del destino, son las experiencias que vivimos allí. En este sentido, el turismo solidario es una alternativa que puede convertir un simple viaje de verano en una vivencia transformadora.
Según ACNUR, este tipo de turismo tiene cuatro características fundamentales:
– Impacto ambiental mínimo: la conciencia ecológica y el buen trato de los recursos es uno de los principios del turismo solidario.
– Conservación y desarrollo social: lo que se recauda con las visitas se suele invertir en estos dos conceptos. Así se contribuye a solucionar problemas estructurales.
– Generar conciencia: las personas que practican el turismo solidario adquieren mayor conciencia de las necesidades de los habitantes de otros lugares.
– Nuevas experiencias: conocer situaciones que escapan a la vida cotidiana aporta una visión más amplia de la realidad. Incluso puede inspirar ideas que ayuden a influir positivamente en el propio entorno del turista cuando regresa a casa.
En definitiva, lo que propone el turismo solidario al viajero es implicarse en actividades beneficiosas para el entorno que visita y para sus habitantes. Para ello, lo mejor es dejarse guiar en el lugar de destino por algún organismo que conozca bien las necesidades de la zona y que organice proyectos que se ajusten a ellas, como por ejemplo oenegés e incluso agencias de viajes especializadas que proponen todo tipo de planes para cualquier perfil de viajero.