¿Qué haces si te sorprende un buen chaparrón en la calle? Probablemente buscarás refugio en algún portal o en un soportal para esperar a que escampe.
Algo así es lo que hacen los inversores que recurren a un valor refugio cuando las inclemencias no son climáticas, sino económicas.
Esta práctica es más habitual de lo que parece. Últimamente el oro ha alcanzado cotizaciones récord precisamente porque se considera un valor refugio en tiempos de inestabilidad.
En este artículo, te explicamos:
Un valor refugio es un activo que presenta mayor estabilidad que otros y cuyo valor, por tanto, tiende a resistir mejor los efectos negativos de las crisis económicas o de momentos de volatilidad financiera.
Al invertir en este tipo de activos, más que rentabilidad, lo que se suele buscar es proteger el valor del patrimonio frente a posibles turbulencias. Por eso se conocen también como valores defensivos.
Esta es la razón por la que el valor de los activos refugio tiende a aumentar en momentos de inestabilidad.
¿Quiere decir esto que los valores refugio mantienen el valor del patrimonio contra viento y marea? No, más bien significa que, de producirse pérdidas, normalmente serán menores que las generadas por otros productos más volátiles.
Aunque esto no es una ciencia exacta: es cierto que el oro suele ser un valor estable, pero atraviesa épocas de volatilidad. Es lo que ocurrió, por ejemplo, entre 2011 y 2015, cuando su valor llegó a caer el 40 % antes de recuperarse totalmente en 2020, tal y como recuerda JP Morgan.
Como hemos visto, las inversiones en valores refugio suelen realizarse en tiempos de inestabilidad. ¿Qué tiempos son esos? Esencialmente, las crisis geopolíticas, los cracs en la bolsa, las recesiones o los periodos de inflación elevada.
Por ejemplo, algunos eventos que explican por qué ha aumentado la inversión en oro —y, con ella, su valor— en los últimos años han sido la pandemia, la crisis de suministros, la guerra de Ucrania, la crisis energética o el aumento de los tipos de interés.
Incluso un anuncio de imposición de aranceles puede llevar al oro a alcanzar valores máximos. Es lo que ha ocurrido recientemente con los gravámenes de Estados Unidos a las importaciones de acero y carbón.
Eso sí, como también hemos comentado, esto no es una ciencia exacta. Por ejemplo, durante las crisis de 2000 y 2008, el oro experimentó de manera similar las enormes caídas iniciales de las bolsas, aunque no tardaría en recuperarse.
No solo este tipo de valores refugio resulta atractivo en momentos de inestabilidad. Las inversiones en estos activos más estables también se realizan habitualmente para diversificar el riesgo cuando se invierte en otros valores más volátiles.
Ya hemos comentado que el oro es uno de los valores refugio por antonomasia, aunque no es el único. Hay otros activos que tradicionalmente se emplean como activos defensivos cuando asoman las turbulencias económicas.
Las monedas de países económicamente fuertes se consideran también valores refugio. Algunos ejemplos son el dólar estadounidense, el yen japonés o el franco suizo.
Tanto es así que, en plena debilidad del euro de 2011, Suiza tuvo que bloquear el precio de su divisa frente a la comunitaria dada la gran cantidad de adquisiciones realizadas por inversores.
Otro valor refugio es la deuda soberana de países solventes, a la que suelen recurrir los inversores en tiempos de incertidumbre. Un ejemplo tradicional en este sentido es el bono alemán a 10 años, que suele mantener una demanda estable incluso con rentabilidad negativa.
Además del oro, otros metales preciosos físicos como la plata también se suelen considerar valores refugio.
La razón por la que los metales preciosos físicos se eligen como activos defensivos es que son objetos con un valor intrínseco. Tal y como explican en Expansión, esto significa que estos metales no son apuntes contables y no pueden suspender pagos. Siempre se pueden tener a mano y su liquidez es inmediata, independientemente de las circunstancias del mercado.
El oro físico cuenta con un régimen especial de IVA que recoge la exención del pago de este impuesto en su compraventa si cumple determinados requisitos.
Las obras de arte son otros activos que buscan los inversores cuando quieren proteger su patrimonio. Quien compra un Picasso o una obra de un artista emergente no tiene por qué hacerlo únicamente para deleitar sus sentidos o ampliar su colección.
De hecho, este tipo de transacciones buscan habitualmente mantener el valor del patrimonio en épocas de crisis e incluso obtener rentabilidad ante un probable aumento de la cotización de la obra.
Algo similar ocurre con objetos icónicos como los bolsos de lujo, cuya oferta tiende a reducirse con el paso del tiempo, mientras que su valor suele aumentar.