La reforestación ha tenido diversos objetivos a lo largo de la historia, en particular dentro de la historia de España. Así, el objetivo número uno de la primera etapa de reforestación de 1940 a 1959 (llamado Plan Nacional de Repoblación Forestal) no fue la preocupación por el medio ambiente en absoluto, sino «paliar el paro rural», que por aquel entonces estaba disparado.
También en esta época, con el fin de proteger los cultivos y el ganado mediante barreras naturalizadas, se empieza a reforestar las lindes para evitar que el viento arrase los sembrados o que escapen los animales. Son actuaciones que tienen poco que ver con los Objetivos de Desarrollo Sostenible tal y como los concebimos hoy en día, pero que, sin duda, representaron un paso adelante en este ámbito.
Tras aquellas intervenciones, vino una repoblación impulsada por la alta demanda de madera para vivienda e industria. Se trataba de una reforestación orientada a la explotación maderera y duró de 1960 a 1971. Sin embargo, con el paso del tiempo y la evolución de la economía, la ciencia ecológica ha ido tomando el mando de la reforestación.
En los últimos años, especialmente preocupados por el enorme problema del cambio climático y el aumento de las temperaturas, la lista de los motivos por los que reforestar se ha ido ampliando:
– Aumentar las áreas verdes que capturen carbono: el CO2 atmosférico nunca ha sido tan elevado. Por eso es necesario capturarlo a través de lo que se conoce como ‘sumideros de carbono’. Pese a que la tecnología ya permite capturar dióxido de carbono, lo cierto es que la vegetación lo hace de manera mucho más eficiente y, además, humedece y refresca la zona. No en vano, se trata de ventajas en las cuales la vida lleva unos 485 millones de años trabajando.
– Mejorar la cubierta vegetal del suelo y evitar la erosión: la erosión del suelo es un fenómeno global y, en parte, natural. Las acciones geológicas y climáticas favorecen la erosión, aunque la erosión antrópica –es decir, la promovida por la humanidad– está predominantemente causada por la agricultura, la deforestación o la expansión de los municipios. Este es uno de los motivos por los cuales desde la ONU-Hábitat se insiste en diseñar ciudades compactas más sostenibles y que ocupen menos espacio.
Por supuesto, el aumento de temperaturas fruto del cambio climático acelera estas tendencias. Esa es la razón por la que es necesario compaginar la reforestación con políticas de descarbonización.
– Crear barreras naturales para que la desertificación no avance: la desertificación es un fenómeno por el cual se degrada un entorno debido a consecuencias climáticas y actividades humanas inadecuadas. En España, la intrusión marina en acuíferos y la agricultura intensiva han sido dos de sus causas más importantes.
Paradójicamente, la desertificación se produce tanto cuando se realiza agricultura intensiva en un área como cuando se abandona y han de pasar años o décadas para que el entorno se recupere. A menos, claro, que se realicen campañas de repoblación con especies autóctonas que afiancen el suelo y se monitoricen y mantengan durante décadas. Unas iniciativas que también son necesarias en otras circunstancias, como por ejemplo tras un incendio.
En este sentido, CaixaBank ha llevado a cabo diversas iniciativas dentro de su estrategia Carbon Neutral para compensar su huella de carbono. Este ha sido el caso de las acciones de reforestación con especies autóctonas que la entidad ha promovido en bosques de Montserrat (Barcelona) y Ejulve (Teruel). Los beneficios directos de estas acciones sobre el territorio se contabilizarán durante los próximos 40 años. La entidad también apoya un proyecto para proteger más de 27.000 hectáreas de bosque amazónico en Brasil.
Asimismo, los ciudadanos pueden participar de la reforestación de zonas que lo necesitan mediante proyectos que permiten, por ejemplo, apadrinar árboles que después se pueden visitar. Existen incluso iniciativas de suscripción anual que permiten donar fondos para la plantación de distintas especies capaces de absorber toneladas de CO2.
La reforestación es mucho más que una tendencia: se ha convertido en una de las principales bases que nos llevarán a asegurar un futuro sostenible para nuestro planeta y su biodiversidad.