La sociedad actual muestra una preocupación cada vez mayor por el cuidado del medioambiente y la protección del planeta. Los primeros en reivindicar esta preocupación fueron los consumidores, a los que siguieron las empresas, con sus programas y estrategias de emprendimiento dirigidas a la sostenibilidad.
Esta preocupación, que ha llevado incluso a la creación de un sistema de clasificación de actividades económicas según su grado de sostenibilidad, se ha hecho extensiva a los inversores, que quieren que en sus carteras se reflejen también valores éticos al alza como la ecología.
En este contexto, el sector financiero ha hecho crecer las emisiones de bonos con fines ambientales y sociales, como sucedió hace diez años con los denominados bonos verdes, un conjunto de emisiones ancla que sentó las bases para este mercado. Dicho mercado ha experimentado un espectacular crecimiento en la última década, con un total de más de un billón de dólares emitidos desde 2013, unos 860.000 millones de euros.
Ahora, esta corriente ha hecho emerger los blue bonds o bonos azules, la última innovación del sistema financiero para contribuir al desarrollo sostenible. Los bonos azules, cuyo objetivo final es proteger los mares del planeta, están actualmente en la misma posición de crecimiento exponencial que experimentaron hace diez años los bonos verdes.