Recordemos que lo que buscan en última instancia estos productos es producir un impacto social positivo.
Para ver esto podemos tomar el ejemplo de CaixaBank, que fue la primera entidad bancaria española en emitir un bono social en apoyo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU en 2019.
Desde entonces ha emitido otros tres bonos sociales, el último de ellos en 2022 y destinado a financiar préstamos a familias, autónomos y pymes en España. En total, la entidad ha alcanzado los 4.000 millones de euros en el nominal colocado en el mercado en formato social.
Si nos fijamos en los dos últimos bonos sociales emitidos por CaixaBank —en 2021 y 2022—, podemos ver que se han centrado en la financiación de actividades y proyectos que contribuyen a luchar contra la pobreza, impulsar la educación y el bienestar, así como a fomentar el desarrollo económico y social en las zonas más desfavorecidas de España.
A efectos prácticos, la emisión de estos bonos facilita el acceso a servicios financieros de colectivos vulnerables, con la concesión de microcréditos y la financiación de áreas rurales.
También contribuye a financiar infraestructuras tan esenciales como centros sanitarios y centros educativos, o a promocionar el crecimiento de las microempresas y las pymes en las regiones más desfavorecidas de España.
En total, la entidad ha formalizado cerca de 300.000 préstamos concedidos a más 275.000 prestatarios en la construcción de su cartera social, de la cual forman parte los bonos sociales emitidos.
Gracias a los préstamos identificados dentro de esa cartera, se han creado o mantenido más de 82.100 puestos de trabajo y unas 4.000 compañías nuevas. Además, se calcula que más de 1,2 millones de personas se verán impactadas positivamente a través de los ocho préstamos concedidos a centros sanitarios, mientras que los préstamos concedidos a centros educativos han beneficiado a cerca de 15.000 estudiantes, entre otros impactos.
Es posible invertir y ejercer un impacto positivo sobre la sociedad.