2. Caldos caseros con restos de comida
Los restos de pollo, de pescado o de calabacín, entre muchos otros alimentos, pueden cocerse para elaborar un caldo casero que almacenaremos en el congelador. Con estos caldos se pueden preparar sopas, purés o salsas de todo tipo. Como también se pueden descongelar en el microondas y cocer con pasta, verdura o carne en cuestión de diez minutos en olla a presión, suponen un recurso socorrido.
3. Rellenos, un clásico para aprovechar las sobras
Las croquetas, además de tradicionales en buena parte de nuestra geografía, son una buena solución para aprovechar restos. Ya sean restos de cocido, de carne (jamón, pollo, perdiz, cordero), de verdura (judías, coliflor, calabacín, espinacas, tomate, brócoli) o pescado (merluza, atún, salmón, rape), en forma de croqueta podemos elaborar deliciosas variedades.
Pero no solo de croquetas vive el hombre, sino que existen otras alternativas, como los pasteles de carne o verduras, las lasañas o las albóndigas, que también permiten aprovechar los productos que han sobrado y hacer elaboraciones totalmente distintas.
4. Ensaladas de aprovechamiento
Las ensaladas son un plato comodín, ya que aceptan un enorme número de ingredientes. Algunas modalidades, como la ensalada César (con hojas de lechuga y pollo frito), son mundialmente conocidas y fáciles de preparar en casa.
Los restos de pescado blanco casan muy bien con ensaladas de tomate y cebolla. Y las carnes rojas pueden aprovecharse en forma de tacos dentro de algunas ensaladas o en forma de brochetas con verduras.
5. Ropa vieja y fritos, pero sin abusar
Los fritos no son una opción de lo más saludable, pero pueden sacarnos de un apuro en el caso de que sobre algo de comida. En este apartado, la ropa vieja es una elaboración capaz de dar una segunda vida a los restos de cocido y otros platos de puchero. La receta básica consiste en cocinar a fuego lento (o freír, según gustos) restos de carne, verduras y legumbres.
En suma, ya has visto que reducir el desperdicio en casa es posible gracias a la cocina de aprovechamiento, también llamada cocina de guerrilla por su capacidad para hacer mucho con poco. Forma parte de una serie de hábitos que pueden ayudarnos a ahorrar en el hogar y mejorar tanto nuestra economía familiar como nuestro impacto sobre el medio ambiente.