Volver a la rutina después de las vacaciones no solo supone regresar al trabajo, a la escuela, a los madrugones o a los atascos. Puede que algunos excesos del verano hayan dejado también su propia huella en la economía familiar.
Ahora es un buen momento para planificar económicamente los próximos meses. El objetivo consiste en acabar el año con una economía lo más saneada posible.
Para ello, te damos cinco consejos que te ayudarán a identificar algunos puntos clave sobre los que actuar para recuperar las arcas familiares.
La vuelta a la rutina es un momento perfecto para racionalizar los gastos familiares. Lo primero que debemos hacer es identificarlos y analizarlos.
Los gastos recurrentes son un buen punto de partida, sobre todo los que se abonan a través de cuenta bancaria: solo hay que echar un vistazo a los extractos mensuales para distinguirlos.
En esta categoría entran las suscripciones a productos y servicios, los recibos de suministros, primas de seguros, pagos de impuestos e incluso el alquiler o la hipoteca. Una vez identificados, hay que determinar cuáles se pueden reducir y cuáles no para encontrar maneras de racionalizarlos si es posible.
Ha llegado el momento de plantearse preguntas: ¿realmente son necesarias todas las suscripciones? ¿Podemos mejorar el precio de algunos suministros? ¿Existe alguna cláusula de permanencia? Si es así, ¿cuándo finalizan los contratos para poder barajar otros nuevos? Es una sencilla labor de análisis que puede hacer maravillas en las cuentas familiares.
Una vez que hemos puesto orden en los gastos recurrentes, toca adentrarse en otros más difíciles de reconocer: los gastos hormiga que se van comiendo el presupuesto familiar.
Eso sí, después de las vacaciones nos resultará más fácil identificarlos porque todavía no estarán incrustados totalmente en nuestra rutina.
Es el momento perfecto para darnos cuenta de cuántos cafés tomamos en un día laborable, cuántas veces a la semana comemos fuera o cuántas veces pasamos por la gasolinera en un mes.
También lo es para buscar alternativas: pequeños paseos en las pausas laborales o cambiar la máquina de café por la fuente de agua en la oficina, cocinar en casa y llevar un táper, revisar nuestros trayectos diarios para optimizarlos o, mejor aún, utilizar el transporte público siempre que sea posible.
Si hay pequeños en casa, volver del verano tiene un sinónimo inmediato: la vuelta al cole.
Suele ser un momento delicado: la economía familiar no se ha recuperado del verano y debe afrontar, además, un desembolso extra. Sin embargo, también en la vuelta al cole existe un margen para el ahorro y la racionalización económica.
Es cuestión de aplicar algunas técnicas: hacer un listado en el que se distingan las compras más urgentes de las que se pueden demorar algún tiempo, revisar el material escolar que se pueda reutilizar, anticipar qué libros de lectura se pueden pedir prestados en la biblioteca, comparar precios o comprobar becas y ayudas.
Los meses que quedan hasta finalizar el año no suelen ser especialmente benévolos en lo económico. Es un buen momento para adoptar alguna técnica de ahorro que nos ayude a sanear la economía familiar y afrontar la recta final con más recursos.
Una especialmente sencilla y efectiva es la del loud budgeting, que anima a planificar una estrategia con pautas de ahorro para compartir después con seguidores de redes sociales, familiares o allegados nuestra determinación de seguirla.
También el preahorro facilita mucho el objetivo de contar con un colchón financiero para los próximos meses. Consiste en ahorrar dinero antes de empezar a gastarlo. Es tan sencillo como guardar una parte de los ingresos mensuales en cuanto se reciben. El dinero puede meterse en una hucha o en otra cuenta bancaria para evitar tentaciones.
Papá Noel, los Reyes Magos, las comidas y cenas en familia… No lo parece, pero la Navidad se acerca. La buena noticia es que tenemos margen para planificarla y evitar que los gastos asociados se nos vayan de las manos.
Ahora es el momento de establecer un presupuesto para las fiestas navideñas y ceñirnos a él. Planificar comidas, regalos y encuentros es la mejor manera de mantener los gastos a raya y conseguir los recursos necesarios.
Además, tenemos tiempo para buscar ofertas, comparar precios y adelantar compras. Por ejemplo, muchos alimentos se pueden adquirir con cierta antelación y preservarse en el congelador hasta el momento de consumirlos. También las bebidas y algunos regalos pueden comprarse en cualquier momento.