Aunque, en líneas generales, el consumo conspicuo tiene mucho que ver con mostrar un cierto estatus —real o ficticio—, existen distintas formas de aproximarse a él.
Hay quien lo realiza para mostrar su estatus real, quien lo ejerce para aproximarse a un segmento más elevado o quien, simplemente, lo hace para no parecer menos que los demás. Esta manera de consumir no es, por tanto, exclusiva de los más pudientes.
Esto es así porque el uso que hacemos de los recursos no solo está condicionado por nuestro nivel de ingresos. Se ha demostrado que hay otros factores que también inciden en las decisiones de gasto que tomamos, como la posición jerárquica o incluso el nivel que ocupamos en una empresa determinada.
Así lo puso de manifiesto un estudio que analizó el gasto realizado con sus tarjetas bancarias por trabajadores del Reino Unido durante diez meses. Curiosamente, para un mismo salario en términos absolutos, gastaban más en objetos y servicios suntuarios quienes mantenían una posición inferior en su empresa que quienes ocupaban puestos más elevados.
Para los autores del estudio, el gasto en bienes y servicios de lujo es una señal que permite a los individuos mostrar un estatus más elevado del que mantienen realmente.
Mientras un mayor gasto refleja en los más pudientes un estatus real, no es así en los individuos con una posición inferior. Una cierta ansiedad por alcanzar una posición más elevada, unida a la disponibilidad de recursos para adquirir bienes y servicios más caros, llevaría en este último caso a un consumo conspicuo más acusado.
Otro estudio que analizó el consumo de productos de marca entre adolescentes de sectores de bajos ingresos en Bogotá (Colombia) llegó a la conclusión de que no solo lo hacen para imitarse entre ellos, sino también para “no parecer menos que los otros“.
Aunque hay tantas motivaciones para realizar consumo conspicuo como personas, es muy importante tener siempre en cuenta las propias posibilidades económicas antes de hacerlo.
De esta manera se evitarán ciertos riesgos, como el sobreendeudamiento o la limitación de recursos disponibles para acceder a otros bienes esenciales, como puede ser una vivienda.