Son limpias, económicas, no se agotan, tienen la capacidad de crear miles de puestos de trabajo e incluso de reducir la dependencia energética de los países. No es de extrañar que las energías renovables se encuentren en un momento dulce, especialmente en Europa. En el Día Mundial del Medio Ambiente, estas fuentes de energía brillan con luz propia como aliadas del planeta.
En el caso de España, estas fuentes de energía verde cada vez ganan mayor importancia. Según los datos de Red Eléctrica de España (REE), las renovables ganaron hasta 14 puntos porcentuales en la generación eléctrica entre 2017 y 2020. En la actualidad, ya superan a las no renovables en potencia instalada.
Además, las energías renovables no dejan de recibir espaldarazos por parte de instituciones y empresas, dada su importancia dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que ha establecido la ONU de cara a 2030. De hecho, la Unión Europea se ha fijado como meta que al menos el 32 % del consumo final de energía en el territorio proceda de fuentes renovables para entonces. Lo hizo en su Directiva (UE) 2018/2001 sobre el fomento de energías renovables, que se rige por el principio de «primero, la eficiencia energética». Todo un revulsivo normativo para estas fuentes energéticas que implica a los Estados miembro.
Así, la apuesta por las energías renovables ha dejado de ser una posibilidad para convertirse en uno de los ejes centrales de las políticas en Administración y empresas.