Sin duda, el impacto de la pandemia ha sido devastador sobre la industria turística. Tal y como recogía CaixaBank Research en su último Informe Sectorial de Turismo, en 2020, la demanda turística no fue capaz de remontar el vuelo tras el parón total de marzo, abril y mayo, ni siquiera en verano. Después, las sucesivas oleadas de COVID-19 de finales de 2020 y principios de 2021, junto a las medidas de restricción a la movilidad y la actividad asociadas a ellas, mantuvieron los flujos turísticos bajo mínimos. Como consecuencia, las pérdidas sufridas por el sector se extendieron más allá de los meses más duros del confinamiento.
Afortunadamente, las perspectivas para la segunda mitad de 2021 son bien distintas. Tanto, que invitan al optimismo sobre la evolución del sector. La razón fundamental tiene que ver con la elevada efectividad de las vacunas y su amplia distribución entre la población, que ha dado paso al inicio de la recuperación del turismo en Europa.
Los datos del INE referentes al comienzo de la temporada de verano corroboran que ha sido muy positiva, gracias a la fuerte recuperación del turismo nacional y a las llegadas de turistas procedentes de la Unión Europea. Así, en el mes de julio, las pernoctaciones en hoteles, campings, apartamentos turísticos y agroturismos efectuadas por turistas domésticos llegaron a superar en un 9 % los registros del mismo mes de 2019.
El gasto de los turistas internacionales, por su parte, se situó un 56 % por debajo del nivel de 2019. Eso sí, hay que tener en cuenta que la caída registrada en abril por este mismo concepto alcanzó el 90 %. La recuperación del movimiento de turistas en la Unión Europea —impulsado por el Certificado Digital COVID— fue la razón por la que se produjo este cambio de tendencia.