Una empresa no es un ente aislado. Su actividad tiene un impacto en la sociedad que la rodea. Por ejemplo, el simple hecho de que tenga trabajadores incide de manera positiva en el empleo. Si, además, desarrolla políticas de responsabilidad social corporativa (RSC) en cuestiones medioambientales o sociales, ese impacto será todavía mayor.
Saber que las empresas tienen un efecto en la sociedad que las rodea resulta bastante evidente. Otra cuestión es conocer ese impacto con exactitud y medirlo para conocer su evolución. Esto es precisamente lo que suele ocurrir con los conceptos abstractos: que resultan difíciles de definir y cuantificar. La felicidad o la belleza son dos de ellos. Y el impacto social de una empresa también lo es.
Precisamente para aclarar esta cuestión, la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE ha editado un cuaderno titulado Medición del impacto social: bases para un marco común de diálogo. En él, ofrece algunas pautas para ayudar a las empresas a conocer mejor la huella que dejan en la sociedad.