Una de las grandes ventajas de la digitalización de nuestras vidas es la enorme cantidad de papel que ahorramos, pero no solo eso. Resulta que trasladar todo tipo de trámites al mundo virtual también ha resultado ser una bendición, dadas las circunstancias actuales. Reducir el contacto físico al mínimo para efectuarlos ayuda de manera eficaz a contener la transmisión del coronavirus. Esta es, precisamente, una de las principales razones por las que la banca contactless o sin contacto ha resultado de gran ayuda para millones de usuarios en los últimos meses.
Esta banca sin contacto forma parte de una tendencia mucho mayor, la Low Touch Economy o economía de bajo contacto. Un concepto que primero apostó por simplificar procesos como la compra on-line o las operaciones bancarias a distancia y que se ha acelerado durante la pandemia por su capacidad de eliminar contactos que puedan propagarla aún más.
Para dar el empujón definitivo a esta economía de bajo contacto, hay factores que resultan fundamentales. Uno de ellos es, sin duda, la seguridad. Operar a distancia mediante dispositivos como ordenadores o smartphones debe ofrecer una protección similar a la que habría si se hiciera, por ejemplo, en la oficina de un banco.
En esta cuestión, la firma digital ha supuesto un gran avance, y no solo por su capacidad para aumentar la seguridad cuando se efectúan operaciones a distancia. También por su contribución al desarrollo de una banca sin contacto y más inclusiva, capaz de llegar allí donde se encuentra el usuario.