> desarrollo sostenible – El Blog de CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank El Blog de CaixaBank Fri, 21 Apr 2023 13:58:40 +0000 es-ES hourly 1 Objetivos de Desarrollo Sostenible: el reto de todos https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/objetivos-de-desarrollo-sostenible-el-reto-de-todos/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/objetivos-de-desarrollo-sostenible-el-reto-de-todos/#respond Mon, 20 Sep 2021 05:59:06 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=38984

Hay veces que las circunstancias exigen algo más que gestos. Cuando los desafíos adquieren cierta entidad, es necesario fijar una estrategia para afrontarlos. Tiene que incluir objetivos claros y medibles que permitan saber si se está remando en la dirección correcta. ¿Qué ocurre cuando esos retos afectan a un planeta en el que viven más de 7.700 millones de personas? Básicamente, que hay que implicar a todo el mundo, una meta que persiguen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y cuyo cumplimiento se ve amenazado hoy por la irrupción de una pandemia mundial.

Han pasado seis años ya desde que países de todo el mundo se pusieron de acuerdo para afrontar los desafíos medioambientales, políticos y económicos a los que se enfrenta la humanidad. Con la gran meta global de lograr un presente próspero para todos sin comprometer a las generaciones futuras, se establecieron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que deben alcanzarse en 2030. Para ello, es necesario que Administración, empresas y sociedad civil se empleen a fondo.

Objetivos relacionados

Los ODS se establecieron en la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP21) de la ONU, celebrada en París en 2015. Se trata de una serie de 17 objetivos relacionados entre sí, lo que significa que el éxito de unos influye en el de otros.

Así lo explica la ONU: responder a la amenaza del cambio climático repercute en la gestión de los recursos naturales. Mejorar la salud o alcanzar la igualdad de género ayuda a acabar con la pobreza. Fomentar sociedades inclusivas reducirá desigualdades y propulsará las economías.

De esta reacción en cadena dependerá la creación de un planeta más sostenible, seguro y próspero tanto para sus habitantes actuales como para las generaciones futuras.

Los ODS, en jaque

Más allá de las palabras, el esfuerzo de los distintos estamentos de la sociedad ya comienza a dar sus frutos. Desde 1990, más de 1.000 millones de personas han salido de la pobreza extrema y la mortalidad infantil se ha reducido en más de la mitad. Entre 1997 y 2019, el número de niños que no acuden a la escuela ha descendido en similar proporción. Desde el año 2000, las infecciones anuales por VIH han pasado de 5,3 millones a los 1,5 millones de 2020.

Sin embargo, la irrupción de la pandemia de COVID-19 ha comprometido esta evolución. Los efectos acumulativos de este desastre sanitario y económico, junto a los de los conflictos armados y el cambio climático, podrían poner en jaque no solo la evolución de los ODS, sino también los logros ya alcanzados en este ámbito.

Tal y como reconoce el Banco Mundial, junto a su costo directo en vidas humanas, la pandemia ha provocado un desastre económico mundial que pone, a su vez, más vidas en peligro. Los cálculos de este organismo apuntan que, solo en el año 2020, la COVID-19 ha podido arrastrar a unos 100 millones de personas a la pobreza extrema.

Financiación sostenible e imprescindible

Para romper esa dinámica, es imprescindible que los ODS dispongan de recursos para salir adelante. Son necesarios para extender la red de agua potable allí donde se necesita, llevar programas de vacunación a todo el mundo, promover una sociedad más diversa e inclusiva o cuidar del planeta, entre otros objetivos.

En este punto, la financiación resulta fundamental. Tal y como destaca el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, los inversores, las empresas, los bancos, los gobiernos y otros participantes en el mercado deben trabajar juntos hacia un sistema financiero sostenible que impulse la inversión en los ODS.

Para ello, es necesario crear un mercado eficiente que abarque las inversiones y flujos de capital relacionados con los ODS. En ello trabaja ya toda la cadena de valor de las inversiones, desde los inversores a los bancos, las instituciones de financiación del desarrollo, las agencias de calificación y las empresas de evaluación de la sostenibilidad.

Todo este trabajo ya se plasma, entre otras cuestiones, en el desarrollo de instrumentos de financiación sostenible como los bonos verdes y los bonos sociales. También en el de índices de sostenibilidad como el DJSI o el FTSE4Good, que tienen en cuenta factores ESG (sociales, ambientales y de buen gobierno) de las compañías para guiar las inversiones bajo criterios sostenibles.

Un esfuerzo dirigido

Desde su instauración, los ODS han servido de guía para que gobiernos, compañías y ciudadanos puedan dirigir sus acciones en un esfuerzo colectivo y coordinado. Este es el caso de entidades como CaixaBank, que contribuye a los ODS mediante su actividad, su acción social y sus alianzas estratégicas.

CaixaBank pretende contribuir al bienestar financiero de sus clientes y al progreso de toda la sociedad. Para conseguirlo, la entidad contribuye a cuatro ODS prioritarios:

• ODS 1. Fin de la pobreza, mediante la concesión de microcréditos familiares, alquiler social y su presencia en todas las poblaciones de más de 10.000 habitantes y en un 94 % de las de más de 5.000 habitantes, facilitando el acceso a servicios bancarios.

• ODS 8. Trabajo decente y crecimiento económico, promocionando la inversión en emprendimiento, innovación y crecimiento de microempresas y pymes, junto a la promoción de la igualdad de género, entre otros aspectos.

• ODS 12. Producción y consumo responsables, a través de su actividad de financiación sostenible y mediante el uso de energía de origen renovable certificado.

• ODS 17. Alianzas para lograr los objetivos, siendo Socio Signatory de la Red Española del Pacto Mundial o a través de la participación de la Obra Social “la Caixa” en programas como Incorpora, GAVI, The Vaccine Alliance o la Asociación de Voluntarios de “la Caixa”.

Junto a estos esfuerzos, CaixaBank desarrolla muchas otras iniciativas relacionadas con distintos ODS y que contribuyen al desarrollo global de todas estas metas.

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Hay veces que las circunstancias exigen algo más que gestos. Cuando los desafíos adquieren cierta entidad, es necesario fijar una estrategia para afrontarlos. Tiene que incluir objetivos claros y medibles que permitan saber si se está remando en la dirección correcta. ¿Qué ocurre cuando esos retos afectan a un planeta en el que viven más de 7.700 millones de personas? Básicamente, que hay que implicar a todo el mundo, una meta que persiguen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y cuyo cumplimiento se ve amenazado hoy por la irrupción de una pandemia mundial.

Han pasado seis años ya desde que países de todo el mundo se pusieron de acuerdo para afrontar los desafíos medioambientales, políticos y económicos a los que se enfrenta la humanidad. Con la gran meta global de lograr un presente próspero para todos sin comprometer a las generaciones futuras, se establecieron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que deben alcanzarse en 2030. Para ello, es necesario que Administración, empresas y sociedad civil se empleen a fondo.

Objetivos relacionados

Los ODS se establecieron en la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP21) de la ONU, celebrada en París en 2015. Se trata de una serie de 17 objetivos relacionados entre sí, lo que significa que el éxito de unos influye en el de otros.

Así lo explica la ONU: responder a la amenaza del cambio climático repercute en la gestión de los recursos naturales. Mejorar la salud o alcanzar la igualdad de género ayuda a acabar con la pobreza. Fomentar sociedades inclusivas reducirá desigualdades y propulsará las economías.

De esta reacción en cadena dependerá la creación de un planeta más sostenible, seguro y próspero tanto para sus habitantes actuales como para las generaciones futuras.

Los ODS, en jaque

Más allá de las palabras, el esfuerzo de los distintos estamentos de la sociedad ya comienza a dar sus frutos. Desde 1990, más de 1.000 millones de personas han salido de la pobreza extrema y la mortalidad infantil se ha reducido en más de la mitad. Entre 1997 y 2019, el número de niños que no acuden a la escuela ha descendido en similar proporción. Desde el año 2000, las infecciones anuales por VIH han pasado de 5,3 millones a los 1,5 millones de 2020.

Sin embargo, la irrupción de la pandemia de COVID-19 ha comprometido esta evolución. Los efectos acumulativos de este desastre sanitario y económico, junto a los de los conflictos armados y el cambio climático, podrían poner en jaque no solo la evolución de los ODS, sino también los logros ya alcanzados en este ámbito.

Tal y como reconoce el Banco Mundial, junto a su costo directo en vidas humanas, la pandemia ha provocado un desastre económico mundial que pone, a su vez, más vidas en peligro. Los cálculos de este organismo apuntan que, solo en el año 2020, la COVID-19 ha podido arrastrar a unos 100 millones de personas a la pobreza extrema.

Financiación sostenible e imprescindible

Para romper esa dinámica, es imprescindible que los ODS dispongan de recursos para salir adelante. Son necesarios para extender la red de agua potable allí donde se necesita, llevar programas de vacunación a todo el mundo, promover una sociedad más diversa e inclusiva o cuidar del planeta, entre otros objetivos.

En este punto, la financiación resulta fundamental. Tal y como destaca el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, los inversores, las empresas, los bancos, los gobiernos y otros participantes en el mercado deben trabajar juntos hacia un sistema financiero sostenible que impulse la inversión en los ODS.

Para ello, es necesario crear un mercado eficiente que abarque las inversiones y flujos de capital relacionados con los ODS. En ello trabaja ya toda la cadena de valor de las inversiones, desde los inversores a los bancos, las instituciones de financiación del desarrollo, las agencias de calificación y las empresas de evaluación de la sostenibilidad.

Todo este trabajo ya se plasma, entre otras cuestiones, en el desarrollo de instrumentos de financiación sostenible como los bonos verdes y los bonos sociales. También en el de índices de sostenibilidad como el DJSI o el FTSE4Good, que tienen en cuenta factores ESG (sociales, ambientales y de buen gobierno) de las compañías para guiar las inversiones bajo criterios sostenibles.

Un esfuerzo dirigido

Desde su instauración, los ODS han servido de guía para que gobiernos, compañías y ciudadanos puedan dirigir sus acciones en un esfuerzo colectivo y coordinado. Este es el caso de entidades como CaixaBank, que contribuye a los ODS mediante su actividad, su acción social y sus alianzas estratégicas.

CaixaBank pretende contribuir al bienestar financiero de sus clientes y al progreso de toda la sociedad. Para conseguirlo, la entidad contribuye a cuatro ODS prioritarios:

• ODS 1. Fin de la pobreza, mediante la concesión de microcréditos familiares, alquiler social y su presencia en todas las poblaciones de más de 10.000 habitantes y en un 94 % de las de más de 5.000 habitantes, facilitando el acceso a servicios bancarios.

• ODS 8. Trabajo decente y crecimiento económico, promocionando la inversión en emprendimiento, innovación y crecimiento de microempresas y pymes, junto a la promoción de la igualdad de género, entre otros aspectos.

• ODS 12. Producción y consumo responsables, a través de su actividad de financiación sostenible y mediante el uso de energía de origen renovable certificado.

• ODS 17. Alianzas para lograr los objetivos, siendo Socio Signatory de la Red Española del Pacto Mundial o a través de la participación de la Obra Social “la Caixa” en programas como Incorpora, GAVI, The Vaccine Alliance o la Asociación de Voluntarios de “la Caixa”.

Junto a estos esfuerzos, CaixaBank desarrolla muchas otras iniciativas relacionadas con distintos ODS y que contribuyen al desarrollo global de todas estas metas.

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“Si eres una chica y sientes que la ingeniería es tu pasión, adelante” https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/si-eres-una-chica-y-sientes-que-la-ingenieria-es-tu-pasion-adelante/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/si-eres-una-chica-y-sientes-que-la-ingenieria-es-tu-pasion-adelante/#respond Thu, 14 Jan 2021 07:19:37 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=39836

“Yo quiero ser inventora.” Así de claro lo tenía Carlota Armillas, ingeniera industrial y mecánica, cuando era pequeña. Carlota es una de las ganadoras de los Premios WONNOW 2018, organizados por CaixaBank y Microsoft para potenciar a las mujeres que, como ella, han demostrado excelencia en estudios relacionados con disciplinas STEM.

Para Carlota, es fundamental la organización de este tipo de iniciativas, que permiten visibilizar el papel de las mujeres en ciencia y tecnología, para que se conviertan en referentes de todas aquellas niñas que deseen estudiar carreras STEM en el futuro.

¿Cuándo te diste cuenta de que querías estudiar una ingeniería?

Yo decidí estudiar ingeniería porque desde pequeña me fascinaba poder inventar cosas que ayudasen a los demás y la ingeniería está muy vinculada a esto. Entonces dije: “Yo quiero ser inventora, quiero hacer cosas técnicas que ayuden a crear un futuro mejor y que tengan algún impacto positivo en alguien”. Por eso estudié un doble grado en Ingeniería Industrial y Mecánica.

¿Ha cambiado tu perspectiva sobre tus estudios?

Es cierto que, cuando yo empecé la carrera, tenía unas expectativas determinadas. Tenía ciertas ideas sobre lo que haría después y me preguntaba si esto se cumpliría o no. Afortunadamente, en mi caso se está cumpliendo y por eso estoy contenta.

¿Cómo es la presencia de mujeres en tu ámbito?

Lo cierto es que ganar los Premios WONNOW me abrió puertas a participar en proyectos relacionados con este mundo y me dí cuenta de que había muchas más mujeres trabajando en estas disciplinas de las que yo pensaba.

Antes de ganar el premio, en mi facultad casi todos los estudiantes eran chicos, pero después de ganar el premio, ponerme en contacto con más mujeres trabajando en ciencia, y más tarde irme a Cambridge a estudiar un máster… vi a todas esas mujeres brillantes que trabajan en ciencia y me siento mucho más conectada a ellas. Ya no me siento quizá tan sola como pudiera sentirme antes, sino que tengo la sensación de que somos muchas más en este ámbito.

Aunque es verdad que, en relación con el número de ingenieros, hay menos ingenieras, y muchas menos aún que sean conocidas. Pero poco a poco yo creo que este tipo de iniciativas que tratan de visibilizar las figuras femeninas que trabajan en STEM me hacen sentir más arropada. Y creo que también hay más niñas que se sienten animadas a desarrollar su carrera en este ámbito profesional.

¿Y en tu carrera? ¿Cómo era la presencia de chicas en tus estudios?

Yo estudié un doble grado de Ingeniería en Diseño Industrial e Ingeniería Mecánica y la situación era muy distinta.

En Diseño Industrial, el primer año habría unas 15 o 20 chicas de un total de 60 alumnos. Sin embargo, en Ingeniería Mecánica había unas siete chicas en una clase de 80 o 100 personas. Éramos muy pocas. Eso sí, en el máster que estoy cursando en Cambridge sobre Ingeniería para el Desarrollo Sostenible, la proporción de mujeres es más elevada, de alrededor del 40 %.

¿Por qué crees que sucede esto?

Creo que hay varios factores que lo explican, sobre todo relacionados con estereotipos y falta de referentes. Si piensas en los referentes que tienen hoy las niñas, te das cuenta de que ellas ven médicos, influencers, modelos o veterinarias, pero no ven ingenieras. Es más complicado que ellas tengan como referente a una arquitecta famosa, aunque se esté tratando de visibilizar más ahora.

Otro problema son los estereotipos ligados a los juguetes. Cuando yo era pequeña, los juguetes eran, por ejemplo, muñecas y cocinitas, mientras los anuncios de juguetes más científicos como mecanos, pipetas o microscopios solían estar más orientados a un público de chicos. De hecho, en la caja aparecen niños. Lo quieras o no, eso te desanima y son cosas que la sociedad poco a poco te va metiendo en la cabeza.

También está la idea de que tú eres chica y la ciencia no es para ti, o la tecnología no es para ti porque cuesta quitártela de la cabeza.

¿Cuáles han sido tus referentes?

Yo vivía con mi madre y, como ella era informática, yo siempre la veía programar y eso se convirtió en algo perfectamente normal para mí. Además, ella me contaba historias de Zaha Hadid, la arquitecta, y me fascinaba lo que hacía. Yo pensaba: “A mí también me gustaría hacer algo así con mi futuro”.

También tuve referentes masculinos como Edison, por ejemplo. A mí me marcó mucho esa figura de un inventor con tanto ingenio y tantas ideas. Yo creo que, por la educación que tuve, no distinguía tanto entre hombres y mujeres. Y, en el instituto, tuve mucha suerte de que mi profesora de matemáticas fuera una mujer que era física. También había muchas profesoras de ciencias y de tecnología. Quizás yo tuve suerte de que en mi colegio pudiera ver a mujeres en todas las áreas, por lo que no sentía que se tratara de cosas exclusivamente para hombres.

¿Por qué te presentaste a los Premios WONNOW?

Me animó uno de mis profesores, Alberto Cerezo. Aunque me parecía muy difícil conseguirlo, él me dijo que mi perfil se ajustaba muy bien al premio y que no perdía nada por intentarlo. Así que me presenté.

Este premio me cambió la vida. No solo fue una recompensa enorme al esfuerzo de tantos años de estar estudiando, sino que también me ha ayudado a abrirme puertas. Gracias a este premio, he podido estudiar el máster que yo quería en la Universidad de Cambridge y puedo dedicarme hoy en día a lo que me gusta, que es la ingeniería en diseño y mecánica, pero orientada al desarrollo sostenible. Por eso estoy muy agradecida de haber conseguido este premio.

Creo que este tipo de iniciativas son muy necesarias, porque ayudan a otras estudiantes de esta rama del ámbito STEM. Ves lo que ha conseguido otra chica y piensas: “Quizás yo también puedo conseguirlo”. Te anima y te hace ver que, si te esfuerzas y sacas buenas notas, quizás puedas conseguir ese premio tú también. Es importante que se vea que las mujeres estamos aquí, trabajando mucho, y que también podemos conseguir medias muy altas, igual que cualquier otra persona.

¿Qué piensas sobre la evolución de la presencia de la mujer en este tipo de ámbitos?

Soy positiva respecto a esto. Hace un par de años tuve la suerte de ser voluntaria en un proyecto STEM. Iba a institutos y trabajaba en talleres, con niñas, para desmontar estereotipos y ayudarles a que sean libres para decidir su carrera profesional. La respuesta que recibí fue muy buena, creo que las niñas ya están empezando a desmontar los estereotipos.

Con todo, algunos se mantienen y escuché algún comentario preocupante como “mi madre no quiere que yo sea criminóloga porque eso es de hombres”. Sin embargo, sí he notado un cambio positivo en la mayoría de las niñas.

¿Qué le dirías a una chica que se esté planteando dedicarse a este ámbito?

Yo le diría: si esto es lo que te gusta y tú sientes que esta es tu pasión, adelante. Las ingenierías son carreras difíciles, pero lo son para todo el mundo. Además, por lo que yo vi, al menos en mi carrera, las chicas solemos sacar mejores notas. Si verdaderamente es lo que te gusta, ¿vas a perder la oportunidad, dedicarte a lo que te gusta y tener una vida feliz por miedo? ¿No merece la pena intentarlo? Hazlo. No pierdes nada.

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“Yo quiero ser inventora.” Así de claro lo tenía Carlota Armillas, ingeniera industrial y mecánica, cuando era pequeña. Carlota es una de las ganadoras de los Premios WONNOW 2018, organizados por CaixaBank y Microsoft para potenciar a las mujeres que, como ella, han demostrado excelencia en estudios relacionados con disciplinas STEM.

Para Carlota, es fundamental la organización de este tipo de iniciativas, que permiten visibilizar el papel de las mujeres en ciencia y tecnología, para que se conviertan en referentes de todas aquellas niñas que deseen estudiar carreras STEM en el futuro.

¿Cuándo te diste cuenta de que querías estudiar una ingeniería?

Yo decidí estudiar ingeniería porque desde pequeña me fascinaba poder inventar cosas que ayudasen a los demás y la ingeniería está muy vinculada a esto. Entonces dije: “Yo quiero ser inventora, quiero hacer cosas técnicas que ayuden a crear un futuro mejor y que tengan algún impacto positivo en alguien”. Por eso estudié un doble grado en Ingeniería Industrial y Mecánica.

¿Ha cambiado tu perspectiva sobre tus estudios?

Es cierto que, cuando yo empecé la carrera, tenía unas expectativas determinadas. Tenía ciertas ideas sobre lo que haría después y me preguntaba si esto se cumpliría o no. Afortunadamente, en mi caso se está cumpliendo y por eso estoy contenta.

¿Cómo es la presencia de mujeres en tu ámbito?

Lo cierto es que ganar los Premios WONNOW me abrió puertas a participar en proyectos relacionados con este mundo y me dí cuenta de que había muchas más mujeres trabajando en estas disciplinas de las que yo pensaba.

Antes de ganar el premio, en mi facultad casi todos los estudiantes eran chicos, pero después de ganar el premio, ponerme en contacto con más mujeres trabajando en ciencia, y más tarde irme a Cambridge a estudiar un máster… vi a todas esas mujeres brillantes que trabajan en ciencia y me siento mucho más conectada a ellas. Ya no me siento quizá tan sola como pudiera sentirme antes, sino que tengo la sensación de que somos muchas más en este ámbito.

Aunque es verdad que, en relación con el número de ingenieros, hay menos ingenieras, y muchas menos aún que sean conocidas. Pero poco a poco yo creo que este tipo de iniciativas que tratan de visibilizar las figuras femeninas que trabajan en STEM me hacen sentir más arropada. Y creo que también hay más niñas que se sienten animadas a desarrollar su carrera en este ámbito profesional.

¿Y en tu carrera? ¿Cómo era la presencia de chicas en tus estudios?

Yo estudié un doble grado de Ingeniería en Diseño Industrial e Ingeniería Mecánica y la situación era muy distinta.

En Diseño Industrial, el primer año habría unas 15 o 20 chicas de un total de 60 alumnos. Sin embargo, en Ingeniería Mecánica había unas siete chicas en una clase de 80 o 100 personas. Éramos muy pocas. Eso sí, en el máster que estoy cursando en Cambridge sobre Ingeniería para el Desarrollo Sostenible, la proporción de mujeres es más elevada, de alrededor del 40 %.

¿Por qué crees que sucede esto?

Creo que hay varios factores que lo explican, sobre todo relacionados con estereotipos y falta de referentes. Si piensas en los referentes que tienen hoy las niñas, te das cuenta de que ellas ven médicos, influencers, modelos o veterinarias, pero no ven ingenieras. Es más complicado que ellas tengan como referente a una arquitecta famosa, aunque se esté tratando de visibilizar más ahora.

Otro problema son los estereotipos ligados a los juguetes. Cuando yo era pequeña, los juguetes eran, por ejemplo, muñecas y cocinitas, mientras los anuncios de juguetes más científicos como mecanos, pipetas o microscopios solían estar más orientados a un público de chicos. De hecho, en la caja aparecen niños. Lo quieras o no, eso te desanima y son cosas que la sociedad poco a poco te va metiendo en la cabeza.

También está la idea de que tú eres chica y la ciencia no es para ti, o la tecnología no es para ti porque cuesta quitártela de la cabeza.

¿Cuáles han sido tus referentes?

Yo vivía con mi madre y, como ella era informática, yo siempre la veía programar y eso se convirtió en algo perfectamente normal para mí. Además, ella me contaba historias de Zaha Hadid, la arquitecta, y me fascinaba lo que hacía. Yo pensaba: “A mí también me gustaría hacer algo así con mi futuro”.

También tuve referentes masculinos como Edison, por ejemplo. A mí me marcó mucho esa figura de un inventor con tanto ingenio y tantas ideas. Yo creo que, por la educación que tuve, no distinguía tanto entre hombres y mujeres. Y, en el instituto, tuve mucha suerte de que mi profesora de matemáticas fuera una mujer que era física. También había muchas profesoras de ciencias y de tecnología. Quizás yo tuve suerte de que en mi colegio pudiera ver a mujeres en todas las áreas, por lo que no sentía que se tratara de cosas exclusivamente para hombres.

¿Por qué te presentaste a los Premios WONNOW?

Me animó uno de mis profesores, Alberto Cerezo. Aunque me parecía muy difícil conseguirlo, él me dijo que mi perfil se ajustaba muy bien al premio y que no perdía nada por intentarlo. Así que me presenté.

Este premio me cambió la vida. No solo fue una recompensa enorme al esfuerzo de tantos años de estar estudiando, sino que también me ha ayudado a abrirme puertas. Gracias a este premio, he podido estudiar el máster que yo quería en la Universidad de Cambridge y puedo dedicarme hoy en día a lo que me gusta, que es la ingeniería en diseño y mecánica, pero orientada al desarrollo sostenible. Por eso estoy muy agradecida de haber conseguido este premio.

Creo que este tipo de iniciativas son muy necesarias, porque ayudan a otras estudiantes de esta rama del ámbito STEM. Ves lo que ha conseguido otra chica y piensas: “Quizás yo también puedo conseguirlo”. Te anima y te hace ver que, si te esfuerzas y sacas buenas notas, quizás puedas conseguir ese premio tú también. Es importante que se vea que las mujeres estamos aquí, trabajando mucho, y que también podemos conseguir medias muy altas, igual que cualquier otra persona.

¿Qué piensas sobre la evolución de la presencia de la mujer en este tipo de ámbitos?

Soy positiva respecto a esto. Hace un par de años tuve la suerte de ser voluntaria en un proyecto STEM. Iba a institutos y trabajaba en talleres, con niñas, para desmontar estereotipos y ayudarles a que sean libres para decidir su carrera profesional. La respuesta que recibí fue muy buena, creo que las niñas ya están empezando a desmontar los estereotipos.

Con todo, algunos se mantienen y escuché algún comentario preocupante como “mi madre no quiere que yo sea criminóloga porque eso es de hombres”. Sin embargo, sí he notado un cambio positivo en la mayoría de las niñas.

¿Qué le dirías a una chica que se esté planteando dedicarse a este ámbito?

Yo le diría: si esto es lo que te gusta y tú sientes que esta es tu pasión, adelante. Las ingenierías son carreras difíciles, pero lo son para todo el mundo. Además, por lo que yo vi, al menos en mi carrera, las chicas solemos sacar mejores notas. Si verdaderamente es lo que te gusta, ¿vas a perder la oportunidad, dedicarte a lo que te gusta y tener una vida feliz por miedo? ¿No merece la pena intentarlo? Hazlo. No pierdes nada.

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Empresas responsables para afrontar el día después https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/empresas-responsables-para-afrontar-el-dia-despues/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/empresas-responsables-para-afrontar-el-dia-despues/#respond Thu, 21 May 2020 08:00:04 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=37380

¿Cómo será nuestro mundo después de la pandemia? Esta es la pregunta que todos nos planteamos. Una cuestión bastante lógica, si tenemos en cuenta que pocas personas han vivido antes una situación capaz de provocar cambios tan abruptos, tan globales y tan rápidos. Aunque todavía es pronto para encontrar una respuesta certera, las empresas deberán tener claro cuanto antes cómo será su vuelta, cómo hay que afrontar ese día después en el que volverán al trabajo en un entorno incierto.

Para facilitar esa «operación retorno» a las compañías, la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) del IESE ha publicado el cuaderno «El día después: empresas socialmente responsables ante un mundo pos-COVID-19». Realizado por Philip Muller y Joan Fontrodona, este informe propone contemplar la RSC como guía, explica cómo adaptar las empresas a un entorno cambiante y ofrece algunas claves para comprobar que la vuelta al trabajo es segura para todos.

La RSC como brújula

En la medida de lo posible, cualquier decisión que se tome —sea fácil o difícil— deberá ser siempre consistente con los valores y con el sentido de la propia labor empresarial. Para ello, el cuaderno propone utilizar la responsabilidad social corporativa como brújula e incorporar tres actitudes que nacen precisamente de ella: reflexión, transparencia y creatividad.

¿Por qué resulta valioso reflexionar sobre los principios, valores y fuerzas de la compañía en esta etapa de desescalada? Porque es fundamental para garantizar que cada paso que se tome sea consistente con todo lo que la empresa dice ser. Dicho de otro modo, para evitar transmitir incoherencia a los distintos grupos de interés o stakeholders. Partiendo de esa reflexión, se podrá reformar desde lo más secundario a lo más importante sin perder la identidad de la empresa por el camino.

Una actitud reflexiva fomentará también la creatividad al tomar decisiones y ayudará a incorporar al día a día de la empresa todas las lecciones aprendidas durante la etapa de emergencia, tanto las sanitarias como las económicas.

Para que todo ese ejercicio sea efectivo, es imprescindible apostar por una comunicación transparente con los stakeholders. De esta manera, se involucrará a los propios trabajadores y demás grupos de interés a la hora de solucionar los distintos retos que surjan durante el escenario que seguirá a la crisis.

Resiliencia: cómo adaptar la empresa a un entorno cambiante

No cabe duda de que la epidemia de la COVID-19 nos ha dejado un entorno en el que mandan las situaciones impredecibles y cambiantes, cuando no directamente desfavorables para cada empresa. Para adaptarse a ellas y superarlas con éxito, la clave está en la resiliencia. Es decir, que la compañía cuente con la capacidad —en términos de conocimientos, habilidades y actitudes— para operar en situaciones que se pueden complicar en cualquier momento.

El cuaderno de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) del IESE apunta a seis principios de la resiliencia que pueden aportar la flexibilidad suficiente a las empresas para orientar correctamente sus acciones y sobrevivir tanto en el nuevo horizonte como en los que vengan después de él.

– Disponer de recursos frente a nuevas emergencias: si algo nos ha enseñado el confinamiento y las medidas de excepción es que las situaciones de emergencia requieren contar con recursos de sobra. Por eso es tan importante asegurar que cada empresa cuenta con recursos suficientes para garantizar la viabilidad de su negocio en situaciones límite, sobre todo en lo relativo a la cadena de suministros.

– Diversidad en ideas y soluciones: apostar por ella ayuda a las compañías a asegurarse de que son resilientes cuando manda la incertidumbre. La diversidad de recursos e ideas al diseñar las soluciones y estrategias es mucho más útil ante los desafíos que vayan surgiendo que las propuestas unidimensionales. De nuevo, involucrar a todos los trabajadores en la búsqueda de esas soluciones y dialogar con otros grupos de interés ayuda a que esa diversidad sea efectiva, a recibir nuevas ideas y a contrastar las propias.

– Acción en módulos: otra de las lecciones extraídas del estado de alarma es que resulta importante evitar los contagios mediante el aislamiento. Con la cadena de suministros de las empresas ocurre lo mismo. De hecho, los sistemas muy integrados pueden ser especialmente vulnerables a situaciones de emergencia. Si se apuesta por la acción modular, diversificada en compartimentos estancos y autónomos, será más sencillo proteger las actividades indispensables para las operaciones fundamentales de la compañía y, de este modo, evitar que se interrumpan. Así, esta acción modular servirá como posible medida de contención ante nuevas situaciones de emergencia.

– Evolución y aprendizaje constantes: los entornos cambiantes, con un goteo de nuevos desafíos, exigen respuestas dinámicas por parte de las empresas. Para generarlas, es imprescindible saber aprovechar al máximo cualquier nuevo conocimiento y oportunidad que surja durante la operación retorno. Solo así se podrán integrar de verdad los conocimientos y las oportunidades que se vayan abriendo camino. Junto a los propios departamentos, esa capacidad de evolución y aprendizaje se debe extender también a la cadena de suministros y aprovisionamiento para fomentar su agilidad y adaptación ante posibles situaciones de emergencia.

– Prevenir contratiempos: tener en cuenta los peores escenarios posibles —como la posibilidad de que surja un nuevo foco de contagio del virus— es especialmente importante en un nivel de gestión de las empresas. Aunque dé la impresión de que la propagación del virus se ha frenado y que se ha conseguido controlar la primera ola de contagios, la gestión resiliente exige tener también en cuenta posibles rebrotes.

– Cooperar con otras empresas: es muy posible que, en el mundo después de la pandemia, la cooperación entre personas y empresas ocupe el puesto que hasta ahora ocupaba solo a la competencia. Por esa razón, las compañías deberán enfocar su labor de forma holística y generar cooperación en su propio ecosistema.

Cómo garantizar una operación de retorno al trabajo segura

En el mundo después de la pandemia, las empresas socialmente responsables deberán garantizar que la vuelta de sus empleados sea segura. El informe de Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) del IESE apunta también algunos puntos que deberán atender esas compañías:

– Salud de los empleados: las empresas deberán comprobar que la vuelta a la oficina asegura la salud y seguridad de todos, y que se minimiza el riesgo de una segunda oleada de contagios.

– Comunicación: la comunicación durante el retorno deberá ser regular y proactiva, además de atender e involucrar a todos los grupos de interés.

– Riesgo financiero: el plan de continuidad de negocio de las empresas deberá tener tres características: ser sólido, realista y flexible. Se deberá diseñar y mantener sin perder ninguna de ellas de vista.

– Cadenas de suministros: será importante realizar un seguimiento de las distintas etapas de las cadenas de suministros, procurar mantener los contratos con los proveedores y buscar alternativas ante posibles disrupciones.

– Políticas de viajes: la salud de los empleados y el medio ambiente deberán mandar sobre las políticas de viajes de las empresas, que deberán ser rediseñadas e incluso limitar los desplazamientos, si es necesario.

– Nuevos hábitos de consumo: el confinamiento y la pandemia han generado nuevos hábitos de consumo a los que deberá responder el modelo de negocio. También se deberá considerar si la manera de entender o mejorar la actividad ha cambiado después de esta experiencia.

– Servicios: será importante diseñar un plan de retorno con el que recuperar, poco a poco, la normalidad en la distribución de bienes y servicios a clientes y consumidores.

La pandemia de la COVID-19 ha llegado como un ciclón que, muy probablemente, cambiará para siempre el concepto de normalidad. El escenario que deja es una oportunidad para implantar un verdadero desarrollo sostenible que no deje a nadie atrás, un empeño en el que las empresas tienen mucho que decir. La responsabilidad social corporativa es el faro perfecto para emprender acciones conjuntas y coordinadas en las que basar esa búsqueda de la sostenibilidad.

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¿Cómo será nuestro mundo después de la pandemia? Esta es la pregunta que todos nos planteamos. Una cuestión bastante lógica, si tenemos en cuenta que pocas personas han vivido antes una situación capaz de provocar cambios tan abruptos, tan globales y tan rápidos. Aunque todavía es pronto para encontrar una respuesta certera, las empresas deberán tener claro cuanto antes cómo será su vuelta, cómo hay que afrontar ese día después en el que volverán al trabajo en un entorno incierto.

Para facilitar esa «operación retorno» a las compañías, la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) del IESE ha publicado el cuaderno «El día después: empresas socialmente responsables ante un mundo pos-COVID-19». Realizado por Philip Muller y Joan Fontrodona, este informe propone contemplar la RSC como guía, explica cómo adaptar las empresas a un entorno cambiante y ofrece algunas claves para comprobar que la vuelta al trabajo es segura para todos.

La RSC como brújula

En la medida de lo posible, cualquier decisión que se tome —sea fácil o difícil— deberá ser siempre consistente con los valores y con el sentido de la propia labor empresarial. Para ello, el cuaderno propone utilizar la responsabilidad social corporativa como brújula e incorporar tres actitudes que nacen precisamente de ella: reflexión, transparencia y creatividad.

¿Por qué resulta valioso reflexionar sobre los principios, valores y fuerzas de la compañía en esta etapa de desescalada? Porque es fundamental para garantizar que cada paso que se tome sea consistente con todo lo que la empresa dice ser. Dicho de otro modo, para evitar transmitir incoherencia a los distintos grupos de interés o stakeholders. Partiendo de esa reflexión, se podrá reformar desde lo más secundario a lo más importante sin perder la identidad de la empresa por el camino.

Una actitud reflexiva fomentará también la creatividad al tomar decisiones y ayudará a incorporar al día a día de la empresa todas las lecciones aprendidas durante la etapa de emergencia, tanto las sanitarias como las económicas.

Para que todo ese ejercicio sea efectivo, es imprescindible apostar por una comunicación transparente con los stakeholders. De esta manera, se involucrará a los propios trabajadores y demás grupos de interés a la hora de solucionar los distintos retos que surjan durante el escenario que seguirá a la crisis.

Resiliencia: cómo adaptar la empresa a un entorno cambiante

No cabe duda de que la epidemia de la COVID-19 nos ha dejado un entorno en el que mandan las situaciones impredecibles y cambiantes, cuando no directamente desfavorables para cada empresa. Para adaptarse a ellas y superarlas con éxito, la clave está en la resiliencia. Es decir, que la compañía cuente con la capacidad —en términos de conocimientos, habilidades y actitudes— para operar en situaciones que se pueden complicar en cualquier momento.

El cuaderno de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) del IESE apunta a seis principios de la resiliencia que pueden aportar la flexibilidad suficiente a las empresas para orientar correctamente sus acciones y sobrevivir tanto en el nuevo horizonte como en los que vengan después de él.

– Disponer de recursos frente a nuevas emergencias: si algo nos ha enseñado el confinamiento y las medidas de excepción es que las situaciones de emergencia requieren contar con recursos de sobra. Por eso es tan importante asegurar que cada empresa cuenta con recursos suficientes para garantizar la viabilidad de su negocio en situaciones límite, sobre todo en lo relativo a la cadena de suministros.

– Diversidad en ideas y soluciones: apostar por ella ayuda a las compañías a asegurarse de que son resilientes cuando manda la incertidumbre. La diversidad de recursos e ideas al diseñar las soluciones y estrategias es mucho más útil ante los desafíos que vayan surgiendo que las propuestas unidimensionales. De nuevo, involucrar a todos los trabajadores en la búsqueda de esas soluciones y dialogar con otros grupos de interés ayuda a que esa diversidad sea efectiva, a recibir nuevas ideas y a contrastar las propias.

– Acción en módulos: otra de las lecciones extraídas del estado de alarma es que resulta importante evitar los contagios mediante el aislamiento. Con la cadena de suministros de las empresas ocurre lo mismo. De hecho, los sistemas muy integrados pueden ser especialmente vulnerables a situaciones de emergencia. Si se apuesta por la acción modular, diversificada en compartimentos estancos y autónomos, será más sencillo proteger las actividades indispensables para las operaciones fundamentales de la compañía y, de este modo, evitar que se interrumpan. Así, esta acción modular servirá como posible medida de contención ante nuevas situaciones de emergencia.

– Evolución y aprendizaje constantes: los entornos cambiantes, con un goteo de nuevos desafíos, exigen respuestas dinámicas por parte de las empresas. Para generarlas, es imprescindible saber aprovechar al máximo cualquier nuevo conocimiento y oportunidad que surja durante la operación retorno. Solo así se podrán integrar de verdad los conocimientos y las oportunidades que se vayan abriendo camino. Junto a los propios departamentos, esa capacidad de evolución y aprendizaje se debe extender también a la cadena de suministros y aprovisionamiento para fomentar su agilidad y adaptación ante posibles situaciones de emergencia.

– Prevenir contratiempos: tener en cuenta los peores escenarios posibles —como la posibilidad de que surja un nuevo foco de contagio del virus— es especialmente importante en un nivel de gestión de las empresas. Aunque dé la impresión de que la propagación del virus se ha frenado y que se ha conseguido controlar la primera ola de contagios, la gestión resiliente exige tener también en cuenta posibles rebrotes.

– Cooperar con otras empresas: es muy posible que, en el mundo después de la pandemia, la cooperación entre personas y empresas ocupe el puesto que hasta ahora ocupaba solo a la competencia. Por esa razón, las compañías deberán enfocar su labor de forma holística y generar cooperación en su propio ecosistema.

Cómo garantizar una operación de retorno al trabajo segura

En el mundo después de la pandemia, las empresas socialmente responsables deberán garantizar que la vuelta de sus empleados sea segura. El informe de Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) del IESE apunta también algunos puntos que deberán atender esas compañías:

– Salud de los empleados: las empresas deberán comprobar que la vuelta a la oficina asegura la salud y seguridad de todos, y que se minimiza el riesgo de una segunda oleada de contagios.

– Comunicación: la comunicación durante el retorno deberá ser regular y proactiva, además de atender e involucrar a todos los grupos de interés.

– Riesgo financiero: el plan de continuidad de negocio de las empresas deberá tener tres características: ser sólido, realista y flexible. Se deberá diseñar y mantener sin perder ninguna de ellas de vista.

– Cadenas de suministros: será importante realizar un seguimiento de las distintas etapas de las cadenas de suministros, procurar mantener los contratos con los proveedores y buscar alternativas ante posibles disrupciones.

– Políticas de viajes: la salud de los empleados y el medio ambiente deberán mandar sobre las políticas de viajes de las empresas, que deberán ser rediseñadas e incluso limitar los desplazamientos, si es necesario.

– Nuevos hábitos de consumo: el confinamiento y la pandemia han generado nuevos hábitos de consumo a los que deberá responder el modelo de negocio. También se deberá considerar si la manera de entender o mejorar la actividad ha cambiado después de esta experiencia.

– Servicios: será importante diseñar un plan de retorno con el que recuperar, poco a poco, la normalidad en la distribución de bienes y servicios a clientes y consumidores.

La pandemia de la COVID-19 ha llegado como un ciclón que, muy probablemente, cambiará para siempre el concepto de normalidad. El escenario que deja es una oportunidad para implantar un verdadero desarrollo sostenible que no deje a nadie atrás, un empeño en el que las empresas tienen mucho que decir. La responsabilidad social corporativa es el faro perfecto para emprender acciones conjuntas y coordinadas en las que basar esa búsqueda de la sostenibilidad.

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Agua para frenar el cambio climático https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/agua-para-frenar-el-cambio-climatico/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/agua-para-frenar-el-cambio-climatico/#respond Fri, 20 Mar 2020 18:40:42 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=36834

Es uno de esos elementos que no solemos valorar como se merecen hasta que los perdemos. El agua es esa compañera que está en todas partes y que es imprescindible para que nuestra vida sea como es. No solo nos hidrata, mantiene ecosistemas, nos ayuda a conseguir alimentos o a preservar nuestra salud. Además, el uso que hagamos del agua nos puede ayudar a frenar el cambio climático y sus consecuencias. Este año, el Día Internacional del Agua promovido por la ONU se dedica precisamente a la relación que existe entre ambos conceptos.

De cómo nos relacionemos con el agua dependerá, en gran medida, la forma en que viviremos en el futuro. Si lo haremos en un entorno amigable o, por el contrario, sufriendo las peores consecuencias de las inundaciones, las sequías, la escasez y la contaminación. Esto se debe a que la correcta gestión del agua es una de las armas más efectivas que tenemos a nuestro alcance para luchar contra el cambio climático. A continuación, veremos algunos ejemplos sobre cómo una gestión inteligente y sostenible del agua nos puede ayudar a frenar este fenómeno, a estar preparados para convivir con sus efectos e incluso a reducir el consumo de otros recursos.

Unos humedales muy eficientes

Proteger los humedales es una estrategia que aporta grandes ventajas. Una de las primeras que se nos suelen ocurrir es la conservación de la biodiversidad, debido al elevado número de especies que los habitan.

Los humedales incluso ayudan a conservar el agua, un recurso cada vez más escaso. Esto es así porque el agua se mueve por el planeta a través de interacciones complejas entre la lluvia, la evaporación, la infiltración, los flujos superficiales y la recarga de acuíferos. Los humedales tienen un papel fundamental en ese delicado equilibrio.

Resulta que, además, los humedales son especialmente buenos en otras tareas. Una de ellas es la retención de carbono. Tal y como explica la ONU, se les da de maravilla absorber gases de efecto invernadero del aire.

Por ejemplo, las turberas cubren apenas el 3% de la superficie terrestre, pero almacenan al menos dos veces más carbono que todos los bosques del planeta juntos. Los manglares, por su parte, retienen unos 60.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, hasta tres o cuatro veces más que sus equivalentes terrestres.

Esta es la razón por la que estos entornos se consideran uno de los recursos no explotados más importantes –y baratos– para mitigar el cambio climático. Por eso resulta especialmente conveniente realizar una gestión del agua adecuada que ponga en el centro a los humedales y ayude a preservarlos. Además, se trata de recursos especialmente efectivos como barreras contra las inundaciones y, por tanto, contra la erosión del suelo y los eventos climáticos extremos.

Guardar agua de lluvia (para cuando haga falta)

El cambio climático ya ha comenzado a afectar nuestras vidas, por eso es importante que sepamos cómo adaptarnos a su presencia. Sus efectos son especialmente dramáticos en ciertas zonas del mundo, donde las sequías y la escasez de agua son ya una realidad cotidiana. La ONU cita, en concreto, a los pequeños estados insulares en desarrollo entre las comunidades más vulnerables al cambio climático y la subida del nivel del mar. En ellos, gestionar el agua de manera correcta es ya una cuestión de adaptación y resiliencia ante el cambio climático.

En lugares donde se alternan lluvias extremas con períodos secos, es importante contar con recursos para almacenar el agua cuando hace acto de aparición y tenerla disponible cuando escasee. En este sentido, existen soluciones sostenibles, rentables y escalables que se pueden aplicar. Una de ellas es la llamada gestión conjunta del agua, que incluye la recarga controlada de los acuíferos mediante la recogida del agua de lluvia y el control de crecidas para el riego.

Esta gestión conjunta permite hacer frente a las sequías y la escasez de agua, además de ampliar la capacidad de almacenamiento de este recurso en una región determinada. Un hallazgo que puede resultar muy valioso también para otras partes del mundo de cara al futuro.

El valor oculto de las aguas residuales

El agua reciclada es otro gran ejemplo sobre cómo podemos aprovechar este recurso en todo su ciclo de vida. Debidamente tratadas, las aguas residuales se pueden utilizar para el riego, así como para usos industriales o urbanos.

Junto a estos usos, las aguas residuales presentan otras oportunidades menos evidentes. De hecho, pueden servir como fuente de energía, de nutrientes o de materia orgánica, entre otros recursos. Algo especialmente importante cuando muchos de ellos comienzan a escasear o están sobreexplotados.

En este sentido, la UNESCO cita la recuperación de fósforo en instalaciones de tratamiento de aguas residuales como una oportunidad, ya que se considera que los recursos extraíbles de este elemento serán muy escasos o se habrán agotado en los próximos 50 a 100 años.

Además, la energía química, térmica e hidráulica presente en las aguas residuales puede recuperarse como biogás, para generar electricidad o como fuente de energía para calefacción y refrigeración. Incluso la NASA ha estudiado la posibilidad de producir combustibles para aviación a partir del cultivo de microalgas en cápsulas que flotan en zonas costeras y se alimentan de las aguas residuales de las ciudades.

El agua es vida. En todos los sentidos. Cuidar este recurso tan esencial y gestionarlo de manera inteligente es una de las mejores inversiones que podemos hacer para que la Tierra siga siendo un lugar magnífico donde vivir durante muchos años más.

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Es uno de esos elementos que no solemos valorar como se merecen hasta que los perdemos. El agua es esa compañera que está en todas partes y que es imprescindible para que nuestra vida sea como es. No solo nos hidrata, mantiene ecosistemas, nos ayuda a conseguir alimentos o a preservar nuestra salud. Además, el uso que hagamos del agua nos puede ayudar a frenar el cambio climático y sus consecuencias. Este año, el Día Internacional del Agua promovido por la ONU se dedica precisamente a la relación que existe entre ambos conceptos.

De cómo nos relacionemos con el agua dependerá, en gran medida, la forma en que viviremos en el futuro. Si lo haremos en un entorno amigable o, por el contrario, sufriendo las peores consecuencias de las inundaciones, las sequías, la escasez y la contaminación. Esto se debe a que la correcta gestión del agua es una de las armas más efectivas que tenemos a nuestro alcance para luchar contra el cambio climático. A continuación, veremos algunos ejemplos sobre cómo una gestión inteligente y sostenible del agua nos puede ayudar a frenar este fenómeno, a estar preparados para convivir con sus efectos e incluso a reducir el consumo de otros recursos.

Unos humedales muy eficientes

Proteger los humedales es una estrategia que aporta grandes ventajas. Una de las primeras que se nos suelen ocurrir es la conservación de la biodiversidad, debido al elevado número de especies que los habitan.

Los humedales incluso ayudan a conservar el agua, un recurso cada vez más escaso. Esto es así porque el agua se mueve por el planeta a través de interacciones complejas entre la lluvia, la evaporación, la infiltración, los flujos superficiales y la recarga de acuíferos. Los humedales tienen un papel fundamental en ese delicado equilibrio.

Resulta que, además, los humedales son especialmente buenos en otras tareas. Una de ellas es la retención de carbono. Tal y como explica la ONU, se les da de maravilla absorber gases de efecto invernadero del aire.

Por ejemplo, las turberas cubren apenas el 3% de la superficie terrestre, pero almacenan al menos dos veces más carbono que todos los bosques del planeta juntos. Los manglares, por su parte, retienen unos 60.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, hasta tres o cuatro veces más que sus equivalentes terrestres.

Esta es la razón por la que estos entornos se consideran uno de los recursos no explotados más importantes –y baratos– para mitigar el cambio climático. Por eso resulta especialmente conveniente realizar una gestión del agua adecuada que ponga en el centro a los humedales y ayude a preservarlos. Además, se trata de recursos especialmente efectivos como barreras contra las inundaciones y, por tanto, contra la erosión del suelo y los eventos climáticos extremos.

Guardar agua de lluvia (para cuando haga falta)

El cambio climático ya ha comenzado a afectar nuestras vidas, por eso es importante que sepamos cómo adaptarnos a su presencia. Sus efectos son especialmente dramáticos en ciertas zonas del mundo, donde las sequías y la escasez de agua son ya una realidad cotidiana. La ONU cita, en concreto, a los pequeños estados insulares en desarrollo entre las comunidades más vulnerables al cambio climático y la subida del nivel del mar. En ellos, gestionar el agua de manera correcta es ya una cuestión de adaptación y resiliencia ante el cambio climático.

En lugares donde se alternan lluvias extremas con períodos secos, es importante contar con recursos para almacenar el agua cuando hace acto de aparición y tenerla disponible cuando escasee. En este sentido, existen soluciones sostenibles, rentables y escalables que se pueden aplicar. Una de ellas es la llamada gestión conjunta del agua, que incluye la recarga controlada de los acuíferos mediante la recogida del agua de lluvia y el control de crecidas para el riego.

Esta gestión conjunta permite hacer frente a las sequías y la escasez de agua, además de ampliar la capacidad de almacenamiento de este recurso en una región determinada. Un hallazgo que puede resultar muy valioso también para otras partes del mundo de cara al futuro.

El valor oculto de las aguas residuales

El agua reciclada es otro gran ejemplo sobre cómo podemos aprovechar este recurso en todo su ciclo de vida. Debidamente tratadas, las aguas residuales se pueden utilizar para el riego, así como para usos industriales o urbanos.

Junto a estos usos, las aguas residuales presentan otras oportunidades menos evidentes. De hecho, pueden servir como fuente de energía, de nutrientes o de materia orgánica, entre otros recursos. Algo especialmente importante cuando muchos de ellos comienzan a escasear o están sobreexplotados.

En este sentido, la UNESCO cita la recuperación de fósforo en instalaciones de tratamiento de aguas residuales como una oportunidad, ya que se considera que los recursos extraíbles de este elemento serán muy escasos o se habrán agotado en los próximos 50 a 100 años.

Además, la energía química, térmica e hidráulica presente en las aguas residuales puede recuperarse como biogás, para generar electricidad o como fuente de energía para calefacción y refrigeración. Incluso la NASA ha estudiado la posibilidad de producir combustibles para aviación a partir del cultivo de microalgas en cápsulas que flotan en zonas costeras y se alimentan de las aguas residuales de las ciudades.

El agua es vida. En todos los sentidos. Cuidar este recurso tan esencial y gestionarlo de manera inteligente es una de las mejores inversiones que podemos hacer para que la Tierra siga siendo un lugar magnífico donde vivir durante muchos años más.

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La Declaración Universal de los Derechos Humanos, clave para el desarrollo sostenible https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/la-declaracion-universal-de-los-derechos-humanos-clave-para-el-desarrollo-sostenible/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/la-declaracion-universal-de-los-derechos-humanos-clave-para-el-desarrollo-sostenible/#respond Tue, 10 Dec 2019 10:41:00 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=35826

El Día Mundial de los Derechos humanos conmemora, cada 10 de diciembre, uno de los hitos más importantes de la historia de la humanidad, que tuvo lugar en el año 1948. En aquella jornada, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), un documento que reúne una serie de derechos y libertades considerados inalienables a la condición humana.

Este texto, de alcance universal, se ha consolidado como la piedra angular de un progreso fundamentado en el respeto de la dignidad de todos los seres humanos, así como en la sostenibilidad. Es por este motivo que la Declaración no solamente revela las claves del pasado y el presente, sino que contribuye a señalar los retos que como especie tenemos que garantizar para lograr un desarrollo sostenible.

Un documento pionero por su valor universal

La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue una apuesta decidida de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una institución que se había constituido en 1945 en la ciudad de San Francisco, recién terminada la Segunda Guerra Mundial.

Con el mismo espíritu de hermanamiento que, en pleno conflicto bélico, el director Arturo Toscanini había impregnado en el Inno delle nazioni de Giuseppe Verdi, la ONU se propuso desarrollar un texto ambicioso que generara un consenso internacional para que no se repitieran las atrocidades provocadas por los totalitarismos a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Para tal cometido, la institución creó una comisión específica, que estuvo presidida por la activista norteamericana Eleanor Roosevelt.

La diferencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos respecto de sus antecedentes históricos, entre los cuales se podría incluir la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, adoptada en Francia en 1789, es su valor global. A partir del 10 de diciembre de 1948, el mundo disponía, por primera vez, de un texto, aprobado por un nombre importante de naciones, que abogaba por objetivos colectivos comunes, como la defensa de la paz, la libertad, la justicia y la fraternidad, y que protegía los derechos más elementales de todos los seres humanos, sin que fueran discriminados por razones tales como el origen, el sexo, la ideología o las creencias.

Los progresos derivados de la Declaración

También conocida Carta Magna de la Humanidad, la Declaración Universal de los Derechos Humanos no tiene un carácter obligatorio o vinculante. Aunque se hayan creado mecanismos de control, es cierto que, todavía en la actualidad, son muchos los desafíos existentes en el mundo para poder asegurar su cumplimiento.

A pesar de ello, es importante no olvidar sus incontables éxitos, ya que representa el origen de múltiples avances sociales y políticos. Así, por ejemplo, sirvió de inspiración para convenciones posteriores de la ONU, como el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ambas de 1966, y ha significado un apoyo para movimientos sociales que, en todo el mundo, han luchado y luchan contra las injusticias. No es de extrañar que haya sido traducida a más de 500 idiomas.

Los derechos humanos y la Agenda 2030

Fieles al espíritu de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en septiembre de 2015 los dirigentes de hasta 170 países se reunieron en Nueva York, donde aprobaron la Agenda 2030. Esta nueva iniciativa política de naturaleza internacional se propone marcar las pautas del desarrollo de las sociedades futuras.

El programa de la Agenda 2030, sintetizado en un conjunto de 17 objetivos básicos, establece los pilares para un desarrollo sostenible, en el que el progreso económico camine de la mano con el respeto de los derechos humanos y la integridad de nuestro entorno. Transcurridos 70 años de aquella crucial declaración, el fondo de la Agenda 2030 es el mismo: trabajar, desde el multilateralismo y el consenso universales, por un mundo mejor para todos sus habitantes.

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El Día Mundial de los Derechos humanos conmemora, cada 10 de diciembre, uno de los hitos más importantes de la historia de la humanidad, que tuvo lugar en el año 1948. En aquella jornada, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), un documento que reúne una serie de derechos y libertades considerados inalienables a la condición humana.

Este texto, de alcance universal, se ha consolidado como la piedra angular de un progreso fundamentado en el respeto de la dignidad de todos los seres humanos, así como en la sostenibilidad. Es por este motivo que la Declaración no solamente revela las claves del pasado y el presente, sino que contribuye a señalar los retos que como especie tenemos que garantizar para lograr un desarrollo sostenible.

Un documento pionero por su valor universal

La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue una apuesta decidida de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una institución que se había constituido en 1945 en la ciudad de San Francisco, recién terminada la Segunda Guerra Mundial.

Con el mismo espíritu de hermanamiento que, en pleno conflicto bélico, el director Arturo Toscanini había impregnado en el Inno delle nazioni de Giuseppe Verdi, la ONU se propuso desarrollar un texto ambicioso que generara un consenso internacional para que no se repitieran las atrocidades provocadas por los totalitarismos a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Para tal cometido, la institución creó una comisión específica, que estuvo presidida por la activista norteamericana Eleanor Roosevelt.

La diferencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos respecto de sus antecedentes históricos, entre los cuales se podría incluir la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, adoptada en Francia en 1789, es su valor global. A partir del 10 de diciembre de 1948, el mundo disponía, por primera vez, de un texto, aprobado por un nombre importante de naciones, que abogaba por objetivos colectivos comunes, como la defensa de la paz, la libertad, la justicia y la fraternidad, y que protegía los derechos más elementales de todos los seres humanos, sin que fueran discriminados por razones tales como el origen, el sexo, la ideología o las creencias.

Los progresos derivados de la Declaración

También conocida Carta Magna de la Humanidad, la Declaración Universal de los Derechos Humanos no tiene un carácter obligatorio o vinculante. Aunque se hayan creado mecanismos de control, es cierto que, todavía en la actualidad, son muchos los desafíos existentes en el mundo para poder asegurar su cumplimiento.

A pesar de ello, es importante no olvidar sus incontables éxitos, ya que representa el origen de múltiples avances sociales y políticos. Así, por ejemplo, sirvió de inspiración para convenciones posteriores de la ONU, como el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ambas de 1966, y ha significado un apoyo para movimientos sociales que, en todo el mundo, han luchado y luchan contra las injusticias. No es de extrañar que haya sido traducida a más de 500 idiomas.

Los derechos humanos y la Agenda 2030

Fieles al espíritu de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en septiembre de 2015 los dirigentes de hasta 170 países se reunieron en Nueva York, donde aprobaron la Agenda 2030. Esta nueva iniciativa política de naturaleza internacional se propone marcar las pautas del desarrollo de las sociedades futuras.

El programa de la Agenda 2030, sintetizado en un conjunto de 17 objetivos básicos, establece los pilares para un desarrollo sostenible, en el que el progreso económico camine de la mano con el respeto de los derechos humanos y la integridad de nuestro entorno. Transcurridos 70 años de aquella crucial declaración, el fondo de la Agenda 2030 es el mismo: trabajar, desde el multilateralismo y el consenso universales, por un mundo mejor para todos sus habitantes.

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Finanzas sostenibles: la gran apuesta de la Unión Europea https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/finanzas-sostenibles-la-gran-apuesta-de-la-union-europea/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/finanzas-sostenibles-la-gran-apuesta-de-la-union-europea/#respond Wed, 22 May 2019 07:06:02 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=31846

Cada día es más habitual que los inversores se aseguren de que sus inversiones sean sostenibles, tengan un impacto positivo sobre el medio ambiente, o por lo menos no sean perjudiciales para este. Últimamente, los factores que algunos inversores cada vez tienen más en cuenta en sus decisiones de inversión son la integración de criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza), así como la valoración de índices de sostenibilidad que miden el rendimiento de las carteras de inversión según estos criterios. Hoy en día existe una gran variedad de índices, con objetivos y calidades muy dispares.

Por este motivo, el Consejo Europeo se encuentra en plena construcción de un nuevo marco regulatorio unificado para unas finanzas sostenibles. A finales de febrero, la presidencia del Consejo, que este semestre corresponde a Rumanía, y el Parlamento Europeo alcanzaron un acuerdo preliminar para crear una nueva categoría de índices de referencia, unificados y fiables, que aporten una mayor información sobre la huella de carbono de una cartera de inversión.

Dos nuevos tipos de índices

Esta nueva categoría incluye dos tipos de índices de referencia financieros de bajo impacto carbónico: por una parte, un índice de referencia de la transición climática, cuyo objetivo es reducir la huella de carbono de una cartera de inversión estándar. Por otra parte, un índice de referencia especial que armoniza las carteras de inversión al objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales.

El acuerdo prevé la obligatoriedad de que todos los índices contengan información sobre cómo se incorporan en su estrategia de inversión los factores medioambientales, sociales y de gobernanza, y también sobre cómo se aplica la metodología al objetivo último de reducir las emisiones de carbono. La normativa contribuye de esta manera, asegura la Comisión Europea, a los objetivos de la Unión de Mercados de Capitales (UMC) de ligar las finanzas a las necesidades de la economía y la agenda de la UE para el desarrollo sostenible.

La importancia de estos índices de referencia radica en el gran impacto que tienen sobre los flujos de inversión, ya que, tal y como también explica la Comisión, muchos inversores confían en ellos para generar sus productos de inversión, cuantificar la rentabilidad de estos productos, y establecer estrategias de asignación de activos.

En este sentido, Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea, ha asegurado que «gracias a este acuerdo, los inversores dispondrán de dos índices de referencia fidedignos para aplicar sus ambiciosas estrategias en materia de cambio climático. Es un hito del plan de acción de la Comisión para financiar el crecimiento sostenible al participar en la reorientación de los flujos de capital hacia la inversión sostenible». Por su parte, Jyrki Katainen, vicepresidente responsable de Empleo, Crecimiento, Inversión y Competitividad, se ha mostrado «satisfecho con el acuerdo alcanzado, que demuestra que nuestra agenda de finanzas sostenibles y su objetivo de crear una Unión de los Mercados de Capitales más sólida pueden trabajar codo con codo».

El acuerdo se encuentra pendiente de su aprobación formal por el Parlamento Europeo y el Consejo, y también abarca otras dos propuestas:

  • Establecer un sistema de clasificación de la UE unificado («taxonomía») de las actividades económicas sostenibles.
  • Mejorar los requisitos de divulgación relacionados con los riesgos y las oportunidades de sostenibilidad.

La Comisión Europea confía en alcanzar un acuerdo definitivo antes de que finalice el actual mandato.

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Cada día es más habitual que los inversores se aseguren de que sus inversiones sean sostenibles, tengan un impacto positivo sobre el medio ambiente, o por lo menos no sean perjudiciales para este. Últimamente, los factores que algunos inversores cada vez tienen más en cuenta en sus decisiones de inversión son la integración de criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza), así como la valoración de índices de sostenibilidad que miden el rendimiento de las carteras de inversión según estos criterios. Hoy en día existe una gran variedad de índices, con objetivos y calidades muy dispares.

Por este motivo, el Consejo Europeo se encuentra en plena construcción de un nuevo marco regulatorio unificado para unas finanzas sostenibles. A finales de febrero, la presidencia del Consejo, que este semestre corresponde a Rumanía, y el Parlamento Europeo alcanzaron un acuerdo preliminar para crear una nueva categoría de índices de referencia, unificados y fiables, que aporten una mayor información sobre la huella de carbono de una cartera de inversión.

Dos nuevos tipos de índices

Esta nueva categoría incluye dos tipos de índices de referencia financieros de bajo impacto carbónico: por una parte, un índice de referencia de la transición climática, cuyo objetivo es reducir la huella de carbono de una cartera de inversión estándar. Por otra parte, un índice de referencia especial que armoniza las carteras de inversión al objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales.

El acuerdo prevé la obligatoriedad de que todos los índices contengan información sobre cómo se incorporan en su estrategia de inversión los factores medioambientales, sociales y de gobernanza, y también sobre cómo se aplica la metodología al objetivo último de reducir las emisiones de carbono. La normativa contribuye de esta manera, asegura la Comisión Europea, a los objetivos de la Unión de Mercados de Capitales (UMC) de ligar las finanzas a las necesidades de la economía y la agenda de la UE para el desarrollo sostenible.

La importancia de estos índices de referencia radica en el gran impacto que tienen sobre los flujos de inversión, ya que, tal y como también explica la Comisión, muchos inversores confían en ellos para generar sus productos de inversión, cuantificar la rentabilidad de estos productos, y establecer estrategias de asignación de activos.

En este sentido, Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea, ha asegurado que «gracias a este acuerdo, los inversores dispondrán de dos índices de referencia fidedignos para aplicar sus ambiciosas estrategias en materia de cambio climático. Es un hito del plan de acción de la Comisión para financiar el crecimiento sostenible al participar en la reorientación de los flujos de capital hacia la inversión sostenible». Por su parte, Jyrki Katainen, vicepresidente responsable de Empleo, Crecimiento, Inversión y Competitividad, se ha mostrado «satisfecho con el acuerdo alcanzado, que demuestra que nuestra agenda de finanzas sostenibles y su objetivo de crear una Unión de los Mercados de Capitales más sólida pueden trabajar codo con codo».

El acuerdo se encuentra pendiente de su aprobación formal por el Parlamento Europeo y el Consejo, y también abarca otras dos propuestas:

  • Establecer un sistema de clasificación de la UE unificado («taxonomía») de las actividades económicas sostenibles.
  • Mejorar los requisitos de divulgación relacionados con los riesgos y las oportunidades de sostenibilidad.

La Comisión Europea confía en alcanzar un acuerdo definitivo antes de que finalice el actual mandato.

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¿Podremos medir la riqueza de las naciones por su acceso al agua? https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/podremos-medir-la-riqueza-de-las-naciones-por-su-acceso-al-agua/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/podremos-medir-la-riqueza-de-las-naciones-por-su-acceso-al-agua/#respond Thu, 21 Mar 2019 12:00:13 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=30492

La ONU establece el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua, cuyo principal objetivo es concienciar sobre el uso que se le da a este recurso, además de evidenciar cómo el cambio climático está complicando poder acceder al agua y amenaza con provocar graves crisis humanitarias

Comienzas el día con una refrescante ducha que alargas más de lo que habías previsto. Cuando terminas de ducharte, lo primero que haces es poner una lavadora. Mientras comienza el ciclo de lavado, te preparas un buen desayuno en el que no falta la fruta y el café. Para cuando estás a punto de salir de casa, te acuerdas de que no te has lavado los dientes; de camino hacia el baño, recuerdas que los platos del fin de semana se acumulan en el lavavajillas… Así que emprendes una rápida maratón para terminar todas las tareas y marcharte de una vez. No es el relato más apasionante, ¿verdad? ¿Y si te dijéramos que se trata del preludio a la mayor crisis a la que se ha enfrentado una gran ciudad desde los ataques del 11 de septiembre de Nueva York?

A comienzos de 2018, la urbe más poblada de Sudáfrica, Ciudad del Cabo, se enfrentó a un escenario que nos parece impensable: sus casi cuatro millones de habitantes estaban a punto de quedarse sin agua. Después de tres largos años de sequía, las autoridades de la ciudad calcularon que, si nada cambiaba y el consumo de agua se mantenía en los mismos niveles, en apenas unas semanas llegaría el «día cero». Y entonces la vida se paralizaría por completo en una ciudad con más habitantes que Barcelona o Madrid.

Un bien de consumo inconsciente

La grave crisis del agua en Ciudad del Cabo no tuvo un final acorde a la épica del problema; la ciudadanía entendió que ese «día cero» —divulgado por las propias autoridades— era muy real y que lo único que podían hacer era reducir el consumo de agua y hacerlo de manera drástica.

Regresamos a la escena que abría este reportaje. Esa refrescante ducha que al final dura 10 minutos consume alrededor de 100 litros de agua; la lavadora, que hemos puesto con 7 kilos de carga, gasta entre 42 y 62 litros; el lavavajillas son 54 litros más y, según cómo nos lavemos los dientes, podemos llegar a tirar hasta 4 litros. En este cómputo hemos dejado fuera el agua usada para cocinar, regar las plantas, limpiar la casa o utilizar el inodoro. Así que imagina tener que continuar con tu rutina, pero utilizando únicamente 50 litros de agua. Ese fue el reto al que se enfrentaron en Ciudad del Cabo. Si la tendencia no se rompe, este reto pronto deberán asumirlo cada vez más ciudades, regiones y países de todo el mundo. España incluida.

No es un escenario catastrofista, sino que se trata de una realidad que preocupa especialmente a la Organización de las Naciones Unidas, entre cuyos Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados para 2030 se encuentra el de «garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos».

La escasez de agua es uno de los principales problemas a los que se enfrenta la humanidad. Cada vez hay más personas en el planeta —en 2030 seremos ya 8.600 millones—, pero el acceso al agua dulce no únicamente no ha crecido en consonancia, sino que, debido al cambio climático, los procesos de desertificación se están acelerando e incluso están provocando la total desaparición de algunos mares.

Lejos de lo que pueda parecer, este no es un problema únicamente ecológico, sino que la escasez de agua es también un desafío económico.

Un recurso estratégico

Ese desayuno que nos tomábamos al inicio del reportaje estaba compuesto de frutas —digamos un aguacate, que está de moda— y de un buen vaso de zumo de naranja. Aunque no seamos conscientes de ello, para que estos alimentos hayan podido llegar a nuestra mesa han pasado por un proceso de producción que ha implicado el empleo de 170 litros de agua para las naranjas del zumo y unos 400 litros de agua para nuestros aguacates. ¿Qué recurso puede haber más estratégico que aquel que inicia la cadena alimenticia?

Nuestra dieta cotidiana requiere de enormes cantidades de agua para ser producida. El ejemplo del desayuno nos arroja, en realidad, cifras muy reducidas en comparación con lo que realmente necesitamos para mantener nuestro actual consumo calórico. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, para producir un solo kilo de carne se precisan 10.500 litros de agua, y esta cifra puede verse incrementada todavía más en función del tipo de animal empleado.

Así que aquella idea de ciencia-ficción que situaba el estallido de guerras por el control del agua es hoy un futuro cada vez más plausible.

De hecho, no será necesario tener que esperar para ver cómo el agua se utiliza ya en los conflictos actuales como un arma de guerra, una vulnerabilidad que ataca y que puede provocar más bajas enemigas que las propias bombas y balas.

En España

El sur de Europa será una de las regiones del mundo que se enfrente con mayores incertidumbres al cambio climático: la creciente contaminación del mar Mediterráneo, unido a un proceso de desertificación grave en las zonas más sureñas, harán que España tenga que potenciar todos sus recursos para aprovechar al máximo el agua de su territorio.

La buena noticia es que las Administraciones Públicas son conscientes de este escenario y que ya existen planes para paliar los efectos de un clima cada vez más extremo. Dos de ellos son el Plan Nacional de Reutilización de Aguas y el Plan Hidrológico Nacional, este más polémico por su amplio calado en el desarrollo de las diferentes regiones. Si bien es cierto que todavía queda mucho para que España pueda proclamar que está preparada para afrontar los peores escenarios que se prevén para el clima en las próximas décadas, parece claro que el uso del agua y su valor intrínseco son ya un tema de discusión tanto a nivel político como social.

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La ONU establece el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua, cuyo principal objetivo es concienciar sobre el uso que se le da a este recurso, además de evidenciar cómo el cambio climático está complicando poder acceder al agua y amenaza con provocar graves crisis humanitarias

Comienzas el día con una refrescante ducha que alargas más de lo que habías previsto. Cuando terminas de ducharte, lo primero que haces es poner una lavadora. Mientras comienza el ciclo de lavado, te preparas un buen desayuno en el que no falta la fruta y el café. Para cuando estás a punto de salir de casa, te acuerdas de que no te has lavado los dientes; de camino hacia el baño, recuerdas que los platos del fin de semana se acumulan en el lavavajillas… Así que emprendes una rápida maratón para terminar todas las tareas y marcharte de una vez. No es el relato más apasionante, ¿verdad? ¿Y si te dijéramos que se trata del preludio a la mayor crisis a la que se ha enfrentado una gran ciudad desde los ataques del 11 de septiembre de Nueva York?

A comienzos de 2018, la urbe más poblada de Sudáfrica, Ciudad del Cabo, se enfrentó a un escenario que nos parece impensable: sus casi cuatro millones de habitantes estaban a punto de quedarse sin agua. Después de tres largos años de sequía, las autoridades de la ciudad calcularon que, si nada cambiaba y el consumo de agua se mantenía en los mismos niveles, en apenas unas semanas llegaría el «día cero». Y entonces la vida se paralizaría por completo en una ciudad con más habitantes que Barcelona o Madrid.

Un bien de consumo inconsciente

La grave crisis del agua en Ciudad del Cabo no tuvo un final acorde a la épica del problema; la ciudadanía entendió que ese «día cero» —divulgado por las propias autoridades— era muy real y que lo único que podían hacer era reducir el consumo de agua y hacerlo de manera drástica.

Regresamos a la escena que abría este reportaje. Esa refrescante ducha que al final dura 10 minutos consume alrededor de 100 litros de agua; la lavadora, que hemos puesto con 7 kilos de carga, gasta entre 42 y 62 litros; el lavavajillas son 54 litros más y, según cómo nos lavemos los dientes, podemos llegar a tirar hasta 4 litros. En este cómputo hemos dejado fuera el agua usada para cocinar, regar las plantas, limpiar la casa o utilizar el inodoro. Así que imagina tener que continuar con tu rutina, pero utilizando únicamente 50 litros de agua. Ese fue el reto al que se enfrentaron en Ciudad del Cabo. Si la tendencia no se rompe, este reto pronto deberán asumirlo cada vez más ciudades, regiones y países de todo el mundo. España incluida.

No es un escenario catastrofista, sino que se trata de una realidad que preocupa especialmente a la Organización de las Naciones Unidas, entre cuyos Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados para 2030 se encuentra el de «garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos».

La escasez de agua es uno de los principales problemas a los que se enfrenta la humanidad. Cada vez hay más personas en el planeta —en 2030 seremos ya 8.600 millones—, pero el acceso al agua dulce no únicamente no ha crecido en consonancia, sino que, debido al cambio climático, los procesos de desertificación se están acelerando e incluso están provocando la total desaparición de algunos mares.

Lejos de lo que pueda parecer, este no es un problema únicamente ecológico, sino que la escasez de agua es también un desafío económico.

Un recurso estratégico

Ese desayuno que nos tomábamos al inicio del reportaje estaba compuesto de frutas —digamos un aguacate, que está de moda— y de un buen vaso de zumo de naranja. Aunque no seamos conscientes de ello, para que estos alimentos hayan podido llegar a nuestra mesa han pasado por un proceso de producción que ha implicado el empleo de 170 litros de agua para las naranjas del zumo y unos 400 litros de agua para nuestros aguacates. ¿Qué recurso puede haber más estratégico que aquel que inicia la cadena alimenticia?

Nuestra dieta cotidiana requiere de enormes cantidades de agua para ser producida. El ejemplo del desayuno nos arroja, en realidad, cifras muy reducidas en comparación con lo que realmente necesitamos para mantener nuestro actual consumo calórico. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, para producir un solo kilo de carne se precisan 10.500 litros de agua, y esta cifra puede verse incrementada todavía más en función del tipo de animal empleado.

Así que aquella idea de ciencia-ficción que situaba el estallido de guerras por el control del agua es hoy un futuro cada vez más plausible.

De hecho, no será necesario tener que esperar para ver cómo el agua se utiliza ya en los conflictos actuales como un arma de guerra, una vulnerabilidad que ataca y que puede provocar más bajas enemigas que las propias bombas y balas.

En España

El sur de Europa será una de las regiones del mundo que se enfrente con mayores incertidumbres al cambio climático: la creciente contaminación del mar Mediterráneo, unido a un proceso de desertificación grave en las zonas más sureñas, harán que España tenga que potenciar todos sus recursos para aprovechar al máximo el agua de su territorio.

La buena noticia es que las Administraciones Públicas son conscientes de este escenario y que ya existen planes para paliar los efectos de un clima cada vez más extremo. Dos de ellos son el Plan Nacional de Reutilización de Aguas y el Plan Hidrológico Nacional, este más polémico por su amplio calado en el desarrollo de las diferentes regiones. Si bien es cierto que todavía queda mucho para que España pueda proclamar que está preparada para afrontar los peores escenarios que se prevén para el clima en las próximas décadas, parece claro que el uso del agua y su valor intrínseco son ya un tema de discusión tanto a nivel político como social.

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El informe del IPCC y la necesidad de limitar el calentamiento global https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/el-informe-del-ipcc-y-la-necesidad-de-limitar-el-calentamiento-global/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/el-informe-del-ipcc-y-la-necesidad-de-limitar-el-calentamiento-global/#respond Tue, 23 Oct 2018 14:25:13 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=27826

El informe que presentó el pasado 8 de octubre el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) alerta de que limitar la subida de temperaturas en el planeta a 1,5 grados centígrados es una necesidad absoluta para conservar el medio ambiente, evitar la extinción de especies o reducir la subida del nivel del mar. Si el Acuerdo del Clima de París de 2015 estableció la barrera en 2 grados, el IPCC va más allá y reduce medio grado el límite con el objetivo de reducir los efectos del calentamiento global sobre los ecosistemas y la vida en el planeta.

 

“Mantener el calentamiento global en un nivel inferior a 1,5 grados en vez de 2 será muy difícil, pero no es imposible”, manifestó el presidente del IPCC Hoesung Lee durante la presentación del informe, que tuvo lugar en Incheon (Corea del Sur). El informe señala que hacerlo “requerirá cambios rápidos, de amplio alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad”, que van desde el consumo de energía hasta la planificación urbana y terrestre, pasando, naturalmente, por los recortes de emisiones.

 

En efecto, los actuales compromisos del Acuerdo de París no bastan para alcanzar la nueva meta de 1,5 ºC. El IPCC avisa de que “no se lograría un clima estable ni siquiera haciendo esfuerzos suplementarios de acción climática a partir del 2030”, y que evitar el exceso de emisiones sin recurrir a los sistemas de capturas de carbono “solo puede conseguirse si las emisiones globales empiezan a disminuir mucho antes del 2030”.

Medidas para reducir el calentamiento global

Concretamente, el informe señala que, para estabilizar el clima, las emisiones de CO2deberían descender en 2030 un 45% en relación con las de 2010, y después mantener la tendencia hasta alcanzar un balance neto de cero emisiones en el año 2050. Esto exigiría poner en marcha grandes planes para absorber y neutralizar el CO2 de la atmósfera, tales como sumideros, proyectos de secuestro y almacenamiento de carbono y otras soluciones de geoingeniería climática.

El IPCC también explica que será necesario acelerar la transición hacia un modelo energético limpio y más eficiente en el que, en el 2050, las fuentes renovables supongan entre el 70 y el 85% del abastecimiento eléctrico, el gas (con tecnología limpia) también pueda participar en la generación eléctrica con alrededor de un 8%, y el uso del carbón quede totalmente descartado.

 

El objetivo de todo ello, señala el informe, es reducir los episodios de calor extremo, el aumento de las sequías, la subida del nivel del mar, el deshielo de los océanos Ártico y Antártico, la pérdida de especies y el impacto sobre la biodiversidad. Cualquier aumento de las temperaturas es perjudicial para el planeta, pero los riesgos siempre serán menores con una subida de 1,5 grados que con una de 2 grados, concluye el informe, que se usará como base para las discusiones de la 24ª Cumbre del Clima (COP24) del próximo mes de diciembre en Katowice (Polonia).

CaixaBank, comprometida con el medio ambiente

De acuerdo con sus valores corporativos, CaixaBank está plenamente comprometida con la preservación del medio ambiente, la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático. En 2007, firmó los Principios de Ecuador, que exigen un análisis de los riesgos e impactos ambientales y sociales potenciales de los proyectos de gran envergadura. Desde 2012, también ocupa la presidencia de la Red Española del Pacto Mundial, una iniciativa voluntaria de responsabilidad social empresarial que trabaja para favorecer la sostenibilidad. Además, en julio de este año, se unió a la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP FI), que cuenta con tres objetivos principales: el compromiso con el desarrollo sostenible, la gestión de la sostenibilidad y la concienciación pública.

 

Por otro lado, elaboró el Plan Ambiental 2016-2018, con objetivos ya alcanzados, como que la contratación de energía sea 100% de origen renovable o el de ser carbon neutral, es decir, reducir las emisiones generadas (en 2017 CaixaBank las redujo un 10% con respecto al año anterior y un 69% con respecto al 2009) y compensar todas las emisiones calculadas en nuestra huella de carbono.

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El informe que presentó el pasado 8 de octubre el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) alerta de que limitar la subida de temperaturas en el planeta a 1,5 grados centígrados es una necesidad absoluta para conservar el medio ambiente, evitar la extinción de especies o reducir la subida del nivel del mar. Si el Acuerdo del Clima de París de 2015 estableció la barrera en 2 grados, el IPCC va más allá y reduce medio grado el límite con el objetivo de reducir los efectos del calentamiento global sobre los ecosistemas y la vida en el planeta.

 

“Mantener el calentamiento global en un nivel inferior a 1,5 grados en vez de 2 será muy difícil, pero no es imposible”, manifestó el presidente del IPCC Hoesung Lee durante la presentación del informe, que tuvo lugar en Incheon (Corea del Sur). El informe señala que hacerlo “requerirá cambios rápidos, de amplio alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad”, que van desde el consumo de energía hasta la planificación urbana y terrestre, pasando, naturalmente, por los recortes de emisiones.

 

En efecto, los actuales compromisos del Acuerdo de París no bastan para alcanzar la nueva meta de 1,5 ºC. El IPCC avisa de que “no se lograría un clima estable ni siquiera haciendo esfuerzos suplementarios de acción climática a partir del 2030”, y que evitar el exceso de emisiones sin recurrir a los sistemas de capturas de carbono “solo puede conseguirse si las emisiones globales empiezan a disminuir mucho antes del 2030”.

Medidas para reducir el calentamiento global

Concretamente, el informe señala que, para estabilizar el clima, las emisiones de CO2deberían descender en 2030 un 45% en relación con las de 2010, y después mantener la tendencia hasta alcanzar un balance neto de cero emisiones en el año 2050. Esto exigiría poner en marcha grandes planes para absorber y neutralizar el CO2 de la atmósfera, tales como sumideros, proyectos de secuestro y almacenamiento de carbono y otras soluciones de geoingeniería climática.

El IPCC también explica que será necesario acelerar la transición hacia un modelo energético limpio y más eficiente en el que, en el 2050, las fuentes renovables supongan entre el 70 y el 85% del abastecimiento eléctrico, el gas (con tecnología limpia) también pueda participar en la generación eléctrica con alrededor de un 8%, y el uso del carbón quede totalmente descartado.

 

El objetivo de todo ello, señala el informe, es reducir los episodios de calor extremo, el aumento de las sequías, la subida del nivel del mar, el deshielo de los océanos Ártico y Antártico, la pérdida de especies y el impacto sobre la biodiversidad. Cualquier aumento de las temperaturas es perjudicial para el planeta, pero los riesgos siempre serán menores con una subida de 1,5 grados que con una de 2 grados, concluye el informe, que se usará como base para las discusiones de la 24ª Cumbre del Clima (COP24) del próximo mes de diciembre en Katowice (Polonia).

CaixaBank, comprometida con el medio ambiente

De acuerdo con sus valores corporativos, CaixaBank está plenamente comprometida con la preservación del medio ambiente, la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático. En 2007, firmó los Principios de Ecuador, que exigen un análisis de los riesgos e impactos ambientales y sociales potenciales de los proyectos de gran envergadura. Desde 2012, también ocupa la presidencia de la Red Española del Pacto Mundial, una iniciativa voluntaria de responsabilidad social empresarial que trabaja para favorecer la sostenibilidad. Además, en julio de este año, se unió a la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP FI), que cuenta con tres objetivos principales: el compromiso con el desarrollo sostenible, la gestión de la sostenibilidad y la concienciación pública.

 

Por otro lado, elaboró el Plan Ambiental 2016-2018, con objetivos ya alcanzados, como que la contratación de energía sea 100% de origen renovable o el de ser carbon neutral, es decir, reducir las emisiones generadas (en 2017 CaixaBank las redujo un 10% con respecto al año anterior y un 69% con respecto al 2009) y compensar todas las emisiones calculadas en nuestra huella de carbono.

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Big data, una oportunidad para el desarrollo sostenible https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/big-data-una-oportunidad-para-el-desarrollo-sostenible/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/big-data-una-oportunidad-para-el-desarrollo-sostenible/#respond Mon, 13 Aug 2018 18:19:21 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=27446

En esta era digital nos encontramos en un momento histórico en el que la cantidad de datos que los seres humanos somos capaces de producir y recibir es desbordante. En este contexto, el big data se ha erigido como una herramienta que nos permite seleccionar, agrupar e interpretar la información de una forma rápida y funcional.

En los últimos años, el big data, con su enorme capacidad de tratamiento de datos, ha contribuido a los estudios estadísticos y a los cálculos de previsiones de empresas, instituciones y movimientos sociales de todo el mundo. Se dice que la información es poder, y es por este mismo motivo que el big data, que facilita el procesamiento de cantidades ingentes de datos y ofrece líneas de tendencias, tiene una fuerza transformadora enorme que puede emplearse en beneficio de un mundo más sostenible en términos sociales y ecológicos.

Normalmente, las tecnologías de este tipo suelen estar asociadas a los grandes poderes económicos y políticos, por lo que parte de la población las considera enemigas del progreso social. Sin embargo, tal y como plantearon los organizadores del evento Big Data for Social Good 2018, el big data puede ayudar, por ejemplo, en el plano ecológico, ya que “permite obtener mejores respuestas y generar planes de acción más eficientes frente a catástrofes futuras y a los efectos del cambio climático”.

Bajo ningún concepto esta visión cae en lo romántico, ya que el big data ha permitido lograr múltiples resultados que avalan su capacidad para consolidarse como un motor social y ecológico indiscutible. Así pues, cabe destacar, por ejemplo, el papel que tuvo jugó esta tecnología en México tras las medidas del gobierno para contener el brote de gripe A.

Detectar, prevenir e, incluso, reaccionar de forma rápida cuando es necesario son cualidades que, probablemente, van a ser condiciones indispensables para hacer frente a grandes desafíos como el cambio climático. En este sentido, el big data, gracias a la implicación de organizaciones como Data for Climate Action, puede convertirse en una herramienta imprescindible para proporcionar respuestas ágiles y efectivas a los retos ecológicos que puedan aparecer o plantearse en las próximas décadas.

En resumen, el big data, dada su tecnología avanzada, facilita a las personas y a las organizaciones una manera eficiente de tratar una cantidad ingente de datos. Todas las ventajas que ofrece el big data representan una oportunidad para mejorar la capacidad de prevenir y responder a catástrofes humanas y ecológicas, afinar más en la elaboración de políticas públicas y potenciar la cooperación internacional. Si las sociedades lo utilizan con el propósito de lograr un desarrollo sostenible, el big data podría revolucionar, sin duda alguna, el estilo de vida de todo el mundo.

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En esta era digital nos encontramos en un momento histórico en el que la cantidad de datos que los seres humanos somos capaces de producir y recibir es desbordante. En este contexto, el big data se ha erigido como una herramienta que nos permite seleccionar, agrupar e interpretar la información de una forma rápida y funcional.

En los últimos años, el big data, con su enorme capacidad de tratamiento de datos, ha contribuido a los estudios estadísticos y a los cálculos de previsiones de empresas, instituciones y movimientos sociales de todo el mundo. Se dice que la información es poder, y es por este mismo motivo que el big data, que facilita el procesamiento de cantidades ingentes de datos y ofrece líneas de tendencias, tiene una fuerza transformadora enorme que puede emplearse en beneficio de un mundo más sostenible en términos sociales y ecológicos.

Normalmente, las tecnologías de este tipo suelen estar asociadas a los grandes poderes económicos y políticos, por lo que parte de la población las considera enemigas del progreso social. Sin embargo, tal y como plantearon los organizadores del evento Big Data for Social Good 2018, el big data puede ayudar, por ejemplo, en el plano ecológico, ya que “permite obtener mejores respuestas y generar planes de acción más eficientes frente a catástrofes futuras y a los efectos del cambio climático”.

Bajo ningún concepto esta visión cae en lo romántico, ya que el big data ha permitido lograr múltiples resultados que avalan su capacidad para consolidarse como un motor social y ecológico indiscutible. Así pues, cabe destacar, por ejemplo, el papel que tuvo jugó esta tecnología en México tras las medidas del gobierno para contener el brote de gripe A.

Detectar, prevenir e, incluso, reaccionar de forma rápida cuando es necesario son cualidades que, probablemente, van a ser condiciones indispensables para hacer frente a grandes desafíos como el cambio climático. En este sentido, el big data, gracias a la implicación de organizaciones como Data for Climate Action, puede convertirse en una herramienta imprescindible para proporcionar respuestas ágiles y efectivas a los retos ecológicos que puedan aparecer o plantearse en las próximas décadas.

En resumen, el big data, dada su tecnología avanzada, facilita a las personas y a las organizaciones una manera eficiente de tratar una cantidad ingente de datos. Todas las ventajas que ofrece el big data representan una oportunidad para mejorar la capacidad de prevenir y responder a catástrofes humanas y ecológicas, afinar más en la elaboración de políticas públicas y potenciar la cooperación internacional. Si las sociedades lo utilizan con el propósito de lograr un desarrollo sostenible, el big data podría revolucionar, sin duda alguna, el estilo de vida de todo el mundo.

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Promover mejores prácticas medioambientales y sostenibles, el objetivo de la UNEP FI https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/promover-mejores-practicas-medioambientales-y-sostenibles-el-objetivo-de-la-unep-fi/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/promover-mejores-practicas-medioambientales-y-sostenibles-el-objetivo-de-la-unep-fi/#respond Tue, 24 Jul 2018 06:10:27 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=27315

El cambio climático es uno de los problemas ambientales que se encuentra en el punto de mira de gran parte de la población. El calentamiento global amenaza los ecosistemas mundiales y pone en riesgo el desarrollo sostenible y el bienestar de las generaciones futuras. Son numerosas las iniciativas y organizaciones que se han puesto en marcha desde diferentes sectores para concienciar y minimizar el impacto que puede tener el calentamiento global sobre el planeta.

En el sector financiero también se promueven iniciativas para luchar contra esta problemática. En CaixaBank sabemos que toda ayuda es buena, y por eso hemos querido aportar nuestro granito de arena uniéndonos a la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP FI, por sus siglas en inglés).

Se trata de una alianza mundial creada en 1992 que promueve la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en colaboración con diversas instituciones financieras y que lleva a cabo diversos programas de formación y de investigación para promover las mejores prácticas medioambientales y sostenibles en todos los ámbitos de la operativa financiera a nivel internacional. Son más de 200 las instituciones financieras signatarias de las Declaraciones de la UNEP FI, enfocadas a promover la unión entre el medio ambiente, la sostenibilidad y el sector financiero.

La Declaración de Compromiso de la UNEP FI

La UNEP FI consta de una Declaración de compromiso por parte de las instituciones financieras sobre el desarrollo sostenible, que es la columna vertebral de esta iniciativa y que deben firmar las entidades bancarias. Al aceptar la Declaración, estas instituciones reconocen públicamente el importante papel que juegan para lograr que nuestra economía y nuestro estilo de vida sean sostenibles. Además, los signatarios también se comprometen a integrar consideraciones ambientales y sociales en todos los niveles de su entidad y de sus operaciones.

Esta declaración consta de 3 objetivos principales:

  • Compromiso con el desarrollo sostenible, considerado un aspecto fundamental para una gestión empresarial sólida. La UNEP FI considera que el sector financiero puede contribuir al desarrollo sostenible gracias a la interacción con otros sectores económicos y con los consumidores, y a través de sus propias actividades de financiación, inversión y comercialización.
  • Gestión de la sostenibilidad. De esta manera, se trabaja para integrar consideraciones ambientales y sociales en las operaciones y decisiones comerciales en todos los mercados. Es una buena forma de anticipar y prevenir los impactos negativos en el medio ambiente y la sociedad.
  • Conciencia pública y comunicación. La UNEP FI recomienda que las instituciones financieras ejecuten y publiquen una declaración de su polí­tica de sostenibilidad e informes de forma periódica sobre los pasos que han dado para promover programas ambientales y sociales en sus operaciones.

100% comprometidos con la sostenibilidad

CaixaBank está muy comprometida con la sostenibilidad, el medioambiente y la lucha contra el cambio climático. Desde 2012, CaixaBank ocupa la presidencia de la Red Española del Pacto Mundial, una iniciativa voluntaria de responsabilidad social empresarial que trabaja para favorecer la sostenibilidad a partir de 10 principios universales de conducta y acción basados en los derechos humanos, laborales, medioambientales y la lucha contra la corrupción.

Además, CaixaBank ha implantado medidas con el fin de reducir el impacto ambiental de su actividad. Como por ejemplo, la reducción del consumo de papel mediante la promoción del soporte digital, uso de papel reciclado, uso de LED para la iluminación de las oficinas…

El cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad del planeta son cuestiones muy importantes para CaixaBank. Por eso llevamos más de diez años financiando proyectos relacionados con el cuidado del medioambiente. Por ejemplo, en 2017 CaixaBank financió con 929 millones de euros proyectos de energí­as renovables, concedió 6,7 millones de euros en ecoPréstamos y ecoMicrocréditos para la compra de vehí­culos y electrodomésticos eficientes, obtuvo 11,1 millones de euros de volumen del MicroBank Fondo Ecológico, que invierte en fondos ecológicamente responsables, y participó en la colocación de bonos verdes para la inversión en activos sostenibles con 2.050 millones de euros.

Finalmente, cabe destacar que uno de los cinco ejes principales de acción del Plan de Banca Socialmente Responsable de CaixaBank es el medioambiente. Además, el año pasado, CaixaBank renovó, por cuarto año consecutivo, su inclusión en el Í­ndice Climate a List por su lucha contra el cambio climático, un ranking de la organización sin Ánimo de lucro CDP, que se encarga de examinar miles de entidades en su lucha contra el cambio climático. Así­, pues, desde CaixaBank seguiremos trabajando para reducir el impacto ambiental y fomentar la sostenibilidad.

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El cambio climático es uno de los problemas ambientales que se encuentra en el punto de mira de gran parte de la población. El calentamiento global amenaza los ecosistemas mundiales y pone en riesgo el desarrollo sostenible y el bienestar de las generaciones futuras. Son numerosas las iniciativas y organizaciones que se han puesto en marcha desde diferentes sectores para concienciar y minimizar el impacto que puede tener el calentamiento global sobre el planeta.

En el sector financiero también se promueven iniciativas para luchar contra esta problemática. En CaixaBank sabemos que toda ayuda es buena, y por eso hemos querido aportar nuestro granito de arena uniéndonos a la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP FI, por sus siglas en inglés).

Se trata de una alianza mundial creada en 1992 que promueve la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en colaboración con diversas instituciones financieras y que lleva a cabo diversos programas de formación y de investigación para promover las mejores prácticas medioambientales y sostenibles en todos los ámbitos de la operativa financiera a nivel internacional. Son más de 200 las instituciones financieras signatarias de las Declaraciones de la UNEP FI, enfocadas a promover la unión entre el medio ambiente, la sostenibilidad y el sector financiero.

La Declaración de Compromiso de la UNEP FI

La UNEP FI consta de una Declaración de compromiso por parte de las instituciones financieras sobre el desarrollo sostenible, que es la columna vertebral de esta iniciativa y que deben firmar las entidades bancarias. Al aceptar la Declaración, estas instituciones reconocen públicamente el importante papel que juegan para lograr que nuestra economía y nuestro estilo de vida sean sostenibles. Además, los signatarios también se comprometen a integrar consideraciones ambientales y sociales en todos los niveles de su entidad y de sus operaciones.

Esta declaración consta de 3 objetivos principales:

  • Compromiso con el desarrollo sostenible, considerado un aspecto fundamental para una gestión empresarial sólida. La UNEP FI considera que el sector financiero puede contribuir al desarrollo sostenible gracias a la interacción con otros sectores económicos y con los consumidores, y a través de sus propias actividades de financiación, inversión y comercialización.
  • Gestión de la sostenibilidad. De esta manera, se trabaja para integrar consideraciones ambientales y sociales en las operaciones y decisiones comerciales en todos los mercados. Es una buena forma de anticipar y prevenir los impactos negativos en el medio ambiente y la sociedad.
  • Conciencia pública y comunicación. La UNEP FI recomienda que las instituciones financieras ejecuten y publiquen una declaración de su polí­tica de sostenibilidad e informes de forma periódica sobre los pasos que han dado para promover programas ambientales y sociales en sus operaciones.

100% comprometidos con la sostenibilidad

CaixaBank está muy comprometida con la sostenibilidad, el medioambiente y la lucha contra el cambio climático. Desde 2012, CaixaBank ocupa la presidencia de la Red Española del Pacto Mundial, una iniciativa voluntaria de responsabilidad social empresarial que trabaja para favorecer la sostenibilidad a partir de 10 principios universales de conducta y acción basados en los derechos humanos, laborales, medioambientales y la lucha contra la corrupción.

Además, CaixaBank ha implantado medidas con el fin de reducir el impacto ambiental de su actividad. Como por ejemplo, la reducción del consumo de papel mediante la promoción del soporte digital, uso de papel reciclado, uso de LED para la iluminación de las oficinas…

El cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad del planeta son cuestiones muy importantes para CaixaBank. Por eso llevamos más de diez años financiando proyectos relacionados con el cuidado del medioambiente. Por ejemplo, en 2017 CaixaBank financió con 929 millones de euros proyectos de energí­as renovables, concedió 6,7 millones de euros en ecoPréstamos y ecoMicrocréditos para la compra de vehí­culos y electrodomésticos eficientes, obtuvo 11,1 millones de euros de volumen del MicroBank Fondo Ecológico, que invierte en fondos ecológicamente responsables, y participó en la colocación de bonos verdes para la inversión en activos sostenibles con 2.050 millones de euros.

Finalmente, cabe destacar que uno de los cinco ejes principales de acción del Plan de Banca Socialmente Responsable de CaixaBank es el medioambiente. Además, el año pasado, CaixaBank renovó, por cuarto año consecutivo, su inclusión en el Í­ndice Climate a List por su lucha contra el cambio climático, un ranking de la organización sin Ánimo de lucro CDP, que se encarga de examinar miles de entidades en su lucha contra el cambio climático. Así­, pues, desde CaixaBank seguiremos trabajando para reducir el impacto ambiental y fomentar la sostenibilidad.

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