El biogás tiene cabida en casi cualquier proceso en el que se empleen recursos fósiles en la actualidad. Veamos algunos ejemplos:
Biogás para generar energía eléctrica
Al igual que el gas natural, el biogás puede ser incinerado en plantas energéticas para obtener fluido eléctrico, cada vez más usado en todo tipo de aplicaciones.
Entre sus ventajas se encuentra que resulta relativamente asequible y que la planta puede funcionar a cualquier hora, ventaja que comparte con la renovable hidroeléctrica. Además, la humanidad genera una gran cantidad de residuos orgánicos, por lo que hay materia prima suficiente.
Biogás para calentar edificios
Aunque la aerotermia tiene ventajas sobre las calderas de combustión, el biogás puede ser usado para alimentar sistemas de climatización de edificaciones aisladas.
Como sigue liberando gases de efecto invernadero locales, no es tan aconsejable en entornos densos, pero es conveniente si la alternativa es el gas natural u otros combustibles fósiles.
Biogás para impulsar vehículos y máquinas
La transición energética exige que los vehículos reduzcan sus emisiones de forma drástica, tan pronto como sea posible. El biogás es una solución intermedia entre la electrificación o la pila de hidrógeno y el actual sistema soportado por gasolina, diésel, GNL, GNV, GNC o GLP.
Algunos vehículos podrían usar el biogás con pequeñas modificaciones, aunque otros exigirán el cambio completo del motor y el tanque de almacenamiento. El biogás y el biometano tienen un papel interesante en el transporte marítimo y aéreo. Este último es de los que más contaminan por su baja eficiencia y su altura de vuelo.