> #apoyamoslosODS – El Blog de CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank El Blog de CaixaBank Fri, 21 Apr 2023 13:58:40 +0000 es-ES hourly 1 Una Gran Cena de Navidad para abrir la puerta a la esperanza https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/una-gran-cena-de-navidad-para-abrir-la-puerta-la-esperanza/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/una-gran-cena-de-navidad-para-abrir-la-puerta-la-esperanza/#respond Wed, 23 Dec 2020 17:31:47 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=39768

A lo largo de este año, la pandemia de COVID-19 ha logrado distorsionar incluso las tradiciones más arraigadas, así que no sería de extrañar que la Nochebuena de este año sea para muchas familias la más atípica en décadas. Miles de ciudadanos variarán sus costumbres ese día con la esperanza de que el año que viene, por fin, puedan volver a celebrarlo con todos sus seres queridos en circunstancias normales.

Sin embargo, la incidencia de la pandemia no se reduce al miedo al contagio y a las precauciones extraordinarias para mantenerse a salvo. Las consecuencias económicas que supone un año de arranques y paradas continuas también provocarán que muchas personas no estén siquiera seguras de si podrán cenar o no ese día.

De hecho, son los colectivos que ya tenían una renta más baja antes de la crisis quienes la están sufriendo en mayor medida. Así se desprende de un análisis de CaixaBank Research, que apunta a que los jóvenes de entre 16 y 29 años, que de entrada contaban con un nivel de ingresos inferior al de los mayores, son quienes están experimentando un mayor deterioro de su situación económica. Lo mismo ocurre con los inmigrantes: el número de personas sin ingresos nacidas fuera de España aumentó en 21 puntos porcentuales solo entre febrero y abril.

Una crisis poco convencional

Esta es una realidad que vemos día tras día en estampas de colas interminables alrededor de comedores sociales y bancos de alimentos. La economía de las familias ha sufrido mucho en una crisis atípica, que ha asestado golpes muy duros en muy poco tiempo.

Esta es una magnitud que queda reflejada en otro informe elaborado por CaixaBank Research. Este trabajo afirma que, a las consecuencias que las medidas sanitarias para atajar la pandemia han tenido sobre la economía, hay que sumar una caída del PIB inusitada: mientras en esta crisis se ha llegado a situar en un 22% por debajo del nivel precrisis, en las de 1993 y 2008 ya tocó fondo al descender el 2,5% y el 9%, respectivamente.

Estos indicadores han tenido un impacto real en la vida de las familias. En la actualidad, uno de cada cuatro habitantes de nuestro país se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social y su número podría aumentar en 750.000 personas más el próximo año. Además, la tercera parte de los hogares no podría siquiera hacer frente a un imprevisto que superara los 700 euros. Por otra parte, el paro entre los jóvenes, uno de los colectivos con mayores porcentajes de riesgo de pobreza, alcanzó el 39,6% en el segundo trimestre del año.

Este contexto es el que marcará las celebraciones navideñas de miles de familias. Estas fiestas, más que nunca, es necesario apoyarlas y transmitirles esperanza.

Cenas muy especiales

Esta Navidad, hasta 20.000 personas vulnerables podrán disfrutar en Madrid de un menú muy especial. Es el que ofrece el proyecto Comedores con Alma, respaldado por la Fundación “la Caixa” y CaixaBank, a través de su acción especial Gran Cena de Navidad.

En colaboración con el Ayuntamiento de Madrid y la ONG CESAL –entidad social que tiene como objetivo la integración sociolaboral de jóvenes vulnerables a través de la formación en hostelería–, se repartirán 20.000 cenas de Navidad con una cuidada presentación a través de los 45 comedores que integran la red de Comedores con Alma. El objetivo principal consiste en transmitir a las personas vulnerables que no están solas y, por tanto, que se sientan acompañadas en unas fechas tan señaladas.

Según Rafael Herrador, director territorial de Madrid de CaixaBank, «cuando hablamos de Comedores con Alma, no solo hablamos de alimentos. Hablamos de algo más: del cuidado de las personas, de poner cariño en esa alimentación, y una forma de ponerlo es con el envoltorio navideño que hemos preparado, para que la persona que lo reciba vea que hay otras personas que están pendientes e intentan facilitarles unas Navidades más agradables».

El menú ha sido elaborado por jóvenes cocineros de la ONG CESAL, que durante varios días han trabajado en las cocinas cedidas por el Mirador de Cuatro Vientos para la elaboración de los 20.000 menús, consistentes en un primer plato de ensaladilla de mariscos con mahonesa de cítricos, seguido por pollo campero en pepitoria de trufa con arroz chaufa para finalizar con turrón en textura y dulce navideño. Se trata de platos equilibrados nutricionalmente y diseñados para que las familias que los reciban puedan celebrar una noche especial.

Comedores con Alma

Esta iniciativa se enmarca en el proyecto Comedores con Alma, un programa de apoyo a comedores sociales que trata de cubrir las necesidades de personas en situación de exclusión social.

Desde el mes de marzo, con el objetivo de compensar los efectos negativos de la pandemia, CaixaBank ha canalizado aportaciones de la Fundación “la Caixa” por valor de un millón de euros a 136 comedores sociales repartidos por toda España, de los cuales 45 se encuentran en la Comunidad de Madrid.

Este tipo de acciones enlaza con la apuesta que realiza CaixaBank por la sostenibilidad y la inclusión social. De hecho, la reducción de las desigualdades es la protagonista del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) nº 10 de la ONU, dentro de sus propuestas para abordar el futuro del planeta y de la sociedad. Una serie de compromisos con los que la entidad se alinea y en torno a los cuales desarrolla distintas líneas de actuación.

El apoyo a los más vulnerables es siempre importante, pero es en momentos críticos cuando puede aportar mayores beneficios. Una cena especial para celebrar una fecha tan señalada como la Nochebuena es un buen comienzo para comenzar a abrir la puerta a la esperanza.

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A lo largo de este año, la pandemia de COVID-19 ha logrado distorsionar incluso las tradiciones más arraigadas, así que no sería de extrañar que la Nochebuena de este año sea para muchas familias la más atípica en décadas. Miles de ciudadanos variarán sus costumbres ese día con la esperanza de que el año que viene, por fin, puedan volver a celebrarlo con todos sus seres queridos en circunstancias normales.

Sin embargo, la incidencia de la pandemia no se reduce al miedo al contagio y a las precauciones extraordinarias para mantenerse a salvo. Las consecuencias económicas que supone un año de arranques y paradas continuas también provocarán que muchas personas no estén siquiera seguras de si podrán cenar o no ese día.

De hecho, son los colectivos que ya tenían una renta más baja antes de la crisis quienes la están sufriendo en mayor medida. Así se desprende de un análisis de CaixaBank Research, que apunta a que los jóvenes de entre 16 y 29 años, que de entrada contaban con un nivel de ingresos inferior al de los mayores, son quienes están experimentando un mayor deterioro de su situación económica. Lo mismo ocurre con los inmigrantes: el número de personas sin ingresos nacidas fuera de España aumentó en 21 puntos porcentuales solo entre febrero y abril.

Una crisis poco convencional

Esta es una realidad que vemos día tras día en estampas de colas interminables alrededor de comedores sociales y bancos de alimentos. La economía de las familias ha sufrido mucho en una crisis atípica, que ha asestado golpes muy duros en muy poco tiempo.

Esta es una magnitud que queda reflejada en otro informe elaborado por CaixaBank Research. Este trabajo afirma que, a las consecuencias que las medidas sanitarias para atajar la pandemia han tenido sobre la economía, hay que sumar una caída del PIB inusitada: mientras en esta crisis se ha llegado a situar en un 22% por debajo del nivel precrisis, en las de 1993 y 2008 ya tocó fondo al descender el 2,5% y el 9%, respectivamente.

Estos indicadores han tenido un impacto real en la vida de las familias. En la actualidad, uno de cada cuatro habitantes de nuestro país se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social y su número podría aumentar en 750.000 personas más el próximo año. Además, la tercera parte de los hogares no podría siquiera hacer frente a un imprevisto que superara los 700 euros. Por otra parte, el paro entre los jóvenes, uno de los colectivos con mayores porcentajes de riesgo de pobreza, alcanzó el 39,6% en el segundo trimestre del año.

Este contexto es el que marcará las celebraciones navideñas de miles de familias. Estas fiestas, más que nunca, es necesario apoyarlas y transmitirles esperanza.

Cenas muy especiales

Esta Navidad, hasta 20.000 personas vulnerables podrán disfrutar en Madrid de un menú muy especial. Es el que ofrece el proyecto Comedores con Alma, respaldado por la Fundación “la Caixa” y CaixaBank, a través de su acción especial Gran Cena de Navidad.

En colaboración con el Ayuntamiento de Madrid y la ONG CESAL –entidad social que tiene como objetivo la integración sociolaboral de jóvenes vulnerables a través de la formación en hostelería–, se repartirán 20.000 cenas de Navidad con una cuidada presentación a través de los 45 comedores que integran la red de Comedores con Alma. El objetivo principal consiste en transmitir a las personas vulnerables que no están solas y, por tanto, que se sientan acompañadas en unas fechas tan señaladas.

Según Rafael Herrador, director territorial de Madrid de CaixaBank, «cuando hablamos de Comedores con Alma, no solo hablamos de alimentos. Hablamos de algo más: del cuidado de las personas, de poner cariño en esa alimentación, y una forma de ponerlo es con el envoltorio navideño que hemos preparado, para que la persona que lo reciba vea que hay otras personas que están pendientes e intentan facilitarles unas Navidades más agradables».

El menú ha sido elaborado por jóvenes cocineros de la ONG CESAL, que durante varios días han trabajado en las cocinas cedidas por el Mirador de Cuatro Vientos para la elaboración de los 20.000 menús, consistentes en un primer plato de ensaladilla de mariscos con mahonesa de cítricos, seguido por pollo campero en pepitoria de trufa con arroz chaufa para finalizar con turrón en textura y dulce navideño. Se trata de platos equilibrados nutricionalmente y diseñados para que las familias que los reciban puedan celebrar una noche especial.

Comedores con Alma

Esta iniciativa se enmarca en el proyecto Comedores con Alma, un programa de apoyo a comedores sociales que trata de cubrir las necesidades de personas en situación de exclusión social.

Desde el mes de marzo, con el objetivo de compensar los efectos negativos de la pandemia, CaixaBank ha canalizado aportaciones de la Fundación “la Caixa” por valor de un millón de euros a 136 comedores sociales repartidos por toda España, de los cuales 45 se encuentran en la Comunidad de Madrid.

Este tipo de acciones enlaza con la apuesta que realiza CaixaBank por la sostenibilidad y la inclusión social. De hecho, la reducción de las desigualdades es la protagonista del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) nº 10 de la ONU, dentro de sus propuestas para abordar el futuro del planeta y de la sociedad. Una serie de compromisos con los que la entidad se alinea y en torno a los cuales desarrolla distintas líneas de actuación.

El apoyo a los más vulnerables es siempre importante, pero es en momentos críticos cuando puede aportar mayores beneficios. Una cena especial para celebrar una fecha tan señalada como la Nochebuena es un buen comienzo para comenzar a abrir la puerta a la esperanza.

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Claves para planificar el voluntariado corporativo de tu empresa https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/claves-para-planificar-el-voluntariado-corporativo-de-tu-empresa/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/claves-para-planificar-el-voluntariado-corporativo-de-tu-empresa/#respond Fri, 04 Dec 2020 17:02:27 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=39540

Dar lo mejor de uno mismo en el ámbito laboral es una expresión que tiene más significado del que parece. No hay más que preguntar a los miles de trabajadores que cada año se involucran en programas de voluntariado corporativo promovidos por sus empresas para hacer de este mundo un lugar mejor. Se trata de actividades que aportan un importante beneficio tanto a los colectivos y causas que lo necesitan como a las compañías y empleados que las llevan a cabo.

No solo ayuda a la empresa a construir una reputación sólida y avanzar en su agenda sostenible, sino que el voluntariado corporativo refuerza también el compromiso de los trabajadores con su compañía y les ofrece vías para dotar de un nuevo sentido a su actividad profesional, entre otras muchas ventajas.

Más allá de la mera mejora de su imagen, existen muchas razones para incorporar esta actividad a la estrategia de un negocio, que van desde el fortalecimiento de las políticas de recursos humanos al apoyo de causas apreciadas por los distintos grupos de interés. Por este motivo, cada vez más empresarios consideran el voluntariado corporativo como una oportunidad real para sus compañías. Sin embargo, aprovechar esta ocasión supone mucho más que acudir un día a echar una mano en un comedor social u organizar una recogida de alimentos esporádica. Si lo que se pretende es implantarlo correctamente, conviene tener en cuenta ciertos factores que multiplicarán sus ventajas.

Qué es el voluntariado corporativo

Antes de lanzarse a incorporar el voluntariado corporativo en una empresa es importante saber exactamente a qué nos referimos cuando hablamos de él, en qué contexto aparece y quiénes intervienen en él.

Tal y como explica Voluntare —una de las redes de voluntariado corporativo más importantes de España y Latinoamérica, cuyo socio director es la Asociación Voluntarios de “la Caixa”— este concepto afloró como respuesta al surgimiento de la conciencia social en las empresas y la puesta en marcha de planes de responsabilidad social. El voluntariado corporativo se convirtió en una de las herramientas que sirven para ejecutar esos planes.

En concreto, la organización define el voluntariado corporativo como aquel que desarrollan los empleados de una empresa con el fin de contribuir a distintas causas, ya sean sociales o medioambientales, y que es apoyado por la propia compañía. El impacto que busca no es económico, sino social o medioambiental.

Además de los empleados y la propia compañía, en el voluntariado corporativo intervienen también organizaciones facilitadoras u ONG, que son las que mejor conocen la problemática a la que empresa y trabajadores pretenden dar respuesta, así como las causas o personas para las que se desarrollan los programas. Asimismo, pueden intervenir otros grupos de interés, como accionistas o clientes.

Voluntariado asistencial y profesional

A la hora de buscar iniciativas que incorporar al plan de voluntariado corporativo de una empresa hay que tener en cuenta que las acciones no tienen por qué ser exclusivamente asistenciales, es decir, aquellas que no requieren habilidades ni conocimientos específicos. De hecho, que los empleados puedan aplicar su experiencia profesional en sus actividades de voluntariado aumenta su satisfacción.

Así lo recoge el informe Radiografía del Voluntariado Corporativo en España 2020 realizado por Voluntare. El trabajo, que analiza la evolución de este tipo de programas en las empresas desde el año 2015, ha observado que los empleados de empresas que ofrecen más oportunidades de voluntariado profesional o probono tienden a participar más en este apartado.

La razón es que, al aportar sus conocimientos específicos, el trabajador percibe que su implicación ha sido útil para cambiar realidades y la sensación de haber ayudado es mayor que en programas más asistenciales.

En cualquier caso, promover un equilibrio entre ambos tipos de actividades puede ser una buena idea, ya que las asistenciales —que suelen ser más sencillas que las profesionales— son una excelente puerta de entrada para que los empleados se animen a probar el voluntariado corporativo.

La importancia del tiempo

Para desarrollar un plan de voluntariado corporativo en una empresa es necesario no olvidar una variable importante: el tiempo. Tanto el que necesita el programa para consolidarse como el que deberán dedicar los empleados a desarrollar las distintas actividades.

De hecho, ceder un número de horas a los trabajadores para que puedan llevar a cabo las acciones de voluntariado dentro de su horario laboral es una alternativa que refuerza su participación en los programas en mayor medida que si deben hacerlo en su tiempo libre.

Este es un efecto que también se puede conseguir si no se cae en la impaciencia y se da al programa el tiempo suficiente para asentarse en la compañía. Tal y como recoge el informe de Voluntare, en aquellas empresas que han implantado el voluntariado corporativo hace más de diez años, más del 75% de sus voluntarios repiten tres o más veces al año en este tipo de actividades.

Una vez consolidado el programa, resulta interesante promover la rotación para aumentar la participación. Para ello, es conveniente llegar a nuevos empleados, así como buscar nuevas formas de participación que los atraigan hacia las actividades de voluntariado.

Los ODS como guía

A la hora de avanzar en su agenda de sostenibilidad, las empresas pueden encontrar en los planes de voluntariado corporativo un potente aliado. En este sentido, siete de cada diez programas implantados en compañías españolas están alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU, que constituyen una guía excelente a la hora de enfocar este tipo de actividades.

En España, los ODS a los que compañías y empleados dedican mayor esfuerzo son el número 10 (Reducción de las desigualdades), el número 4 (Educación de calidad) y el número 8 (Trabajo decente y crecimiento económico). Entre los medioambientales, destaca el número 13 (Acción por el clima).

La alineación con estos ODS se observa en la acción que lleva a cabo la Asociación de Voluntarios de “la Caixa” a través de distintas actividades, principalmente en cuatro ámbitos: pobreza infantil, salud y gente mayor (ambos relacionados directamente con el ODS número 10), inserción laboral (ODS número 8) y educación financiera (ODS número 4).

Un ejemplo de ello es que, a lo largo de este año, los voluntarios de CaixaBank han impulsado más de 1.000 talleres de educación financiera, en colaboración con entidades sociales y centros educativos de todo el territorio, relacionados con el ODS número 4. El objetivo consiste en ayudar a distintos colectivos vulnerables a comprender conceptos básicos relacionados con el ahorro o la gestión del dinero y en ofrecerles herramientas para gestionar su presupuesto personal y tomar mejores decisiones.

Por su parte, el programa de Voluntariado de CaixaBank ha puesto en marcha la acción «El Árbol de los Sueños», que este año alcanza una participación récord debido a la crisis de la COVID-19 y el incremento de la pobreza infantil. A través de esta acción, empleados de la entidad y clientes recogen en las oficinas de CaixaBank una de las cartas en las que niños y niñas en situación de vulnerabilidad en donde expresan qué regalos les haría mayor ilusión recibir. De esta manera, pueden contribuir a hacer realidad los sueños de estos menores entregando los regalos en la misma oficina antes del día 11 de diciembre.

En total, este año los voluntarios de CaixaBank han beneficiado a 114.141 personas. Cada día, llevan a cabo doce acciones diferentes en todo el territorio nacional, equivalentes a 193 horas diarias de voluntariado.

El voluntariado corporativo es una excelente vía para mejorar la experiencia de los empleados de una empresa, así como multiplicar la aportación de la compañía a la sostenibilidad del entorno y el bienestar de las personas. Al fin y al cabo, se trata de devolver a la sociedad una parte de lo que esta ha aportado al negocio. Una solidaridad que debe desarrollarse de manera meditada y planificada para que ofrezca los mejores resultados posibles.

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Dar lo mejor de uno mismo en el ámbito laboral es una expresión que tiene más significado del que parece. No hay más que preguntar a los miles de trabajadores que cada año se involucran en programas de voluntariado corporativo promovidos por sus empresas para hacer de este mundo un lugar mejor. Se trata de actividades que aportan un importante beneficio tanto a los colectivos y causas que lo necesitan como a las compañías y empleados que las llevan a cabo.

No solo ayuda a la empresa a construir una reputación sólida y avanzar en su agenda sostenible, sino que el voluntariado corporativo refuerza también el compromiso de los trabajadores con su compañía y les ofrece vías para dotar de un nuevo sentido a su actividad profesional, entre otras muchas ventajas.

Más allá de la mera mejora de su imagen, existen muchas razones para incorporar esta actividad a la estrategia de un negocio, que van desde el fortalecimiento de las políticas de recursos humanos al apoyo de causas apreciadas por los distintos grupos de interés. Por este motivo, cada vez más empresarios consideran el voluntariado corporativo como una oportunidad real para sus compañías. Sin embargo, aprovechar esta ocasión supone mucho más que acudir un día a echar una mano en un comedor social u organizar una recogida de alimentos esporádica. Si lo que se pretende es implantarlo correctamente, conviene tener en cuenta ciertos factores que multiplicarán sus ventajas.

Qué es el voluntariado corporativo

Antes de lanzarse a incorporar el voluntariado corporativo en una empresa es importante saber exactamente a qué nos referimos cuando hablamos de él, en qué contexto aparece y quiénes intervienen en él.

Tal y como explica Voluntare —una de las redes de voluntariado corporativo más importantes de España y Latinoamérica, cuyo socio director es la Asociación Voluntarios de “la Caixa”— este concepto afloró como respuesta al surgimiento de la conciencia social en las empresas y la puesta en marcha de planes de responsabilidad social. El voluntariado corporativo se convirtió en una de las herramientas que sirven para ejecutar esos planes.

En concreto, la organización define el voluntariado corporativo como aquel que desarrollan los empleados de una empresa con el fin de contribuir a distintas causas, ya sean sociales o medioambientales, y que es apoyado por la propia compañía. El impacto que busca no es económico, sino social o medioambiental.

Además de los empleados y la propia compañía, en el voluntariado corporativo intervienen también organizaciones facilitadoras u ONG, que son las que mejor conocen la problemática a la que empresa y trabajadores pretenden dar respuesta, así como las causas o personas para las que se desarrollan los programas. Asimismo, pueden intervenir otros grupos de interés, como accionistas o clientes.

Voluntariado asistencial y profesional

A la hora de buscar iniciativas que incorporar al plan de voluntariado corporativo de una empresa hay que tener en cuenta que las acciones no tienen por qué ser exclusivamente asistenciales, es decir, aquellas que no requieren habilidades ni conocimientos específicos. De hecho, que los empleados puedan aplicar su experiencia profesional en sus actividades de voluntariado aumenta su satisfacción.

Así lo recoge el informe Radiografía del Voluntariado Corporativo en España 2020 realizado por Voluntare. El trabajo, que analiza la evolución de este tipo de programas en las empresas desde el año 2015, ha observado que los empleados de empresas que ofrecen más oportunidades de voluntariado profesional o probono tienden a participar más en este apartado.

La razón es que, al aportar sus conocimientos específicos, el trabajador percibe que su implicación ha sido útil para cambiar realidades y la sensación de haber ayudado es mayor que en programas más asistenciales.

En cualquier caso, promover un equilibrio entre ambos tipos de actividades puede ser una buena idea, ya que las asistenciales —que suelen ser más sencillas que las profesionales— son una excelente puerta de entrada para que los empleados se animen a probar el voluntariado corporativo.

La importancia del tiempo

Para desarrollar un plan de voluntariado corporativo en una empresa es necesario no olvidar una variable importante: el tiempo. Tanto el que necesita el programa para consolidarse como el que deberán dedicar los empleados a desarrollar las distintas actividades.

De hecho, ceder un número de horas a los trabajadores para que puedan llevar a cabo las acciones de voluntariado dentro de su horario laboral es una alternativa que refuerza su participación en los programas en mayor medida que si deben hacerlo en su tiempo libre.

Este es un efecto que también se puede conseguir si no se cae en la impaciencia y se da al programa el tiempo suficiente para asentarse en la compañía. Tal y como recoge el informe de Voluntare, en aquellas empresas que han implantado el voluntariado corporativo hace más de diez años, más del 75% de sus voluntarios repiten tres o más veces al año en este tipo de actividades.

Una vez consolidado el programa, resulta interesante promover la rotación para aumentar la participación. Para ello, es conveniente llegar a nuevos empleados, así como buscar nuevas formas de participación que los atraigan hacia las actividades de voluntariado.

Los ODS como guía

A la hora de avanzar en su agenda de sostenibilidad, las empresas pueden encontrar en los planes de voluntariado corporativo un potente aliado. En este sentido, siete de cada diez programas implantados en compañías españolas están alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU, que constituyen una guía excelente a la hora de enfocar este tipo de actividades.

En España, los ODS a los que compañías y empleados dedican mayor esfuerzo son el número 10 (Reducción de las desigualdades), el número 4 (Educación de calidad) y el número 8 (Trabajo decente y crecimiento económico). Entre los medioambientales, destaca el número 13 (Acción por el clima).

La alineación con estos ODS se observa en la acción que lleva a cabo la Asociación de Voluntarios de “la Caixa” a través de distintas actividades, principalmente en cuatro ámbitos: pobreza infantil, salud y gente mayor (ambos relacionados directamente con el ODS número 10), inserción laboral (ODS número 8) y educación financiera (ODS número 4).

Un ejemplo de ello es que, a lo largo de este año, los voluntarios de CaixaBank han impulsado más de 1.000 talleres de educación financiera, en colaboración con entidades sociales y centros educativos de todo el territorio, relacionados con el ODS número 4. El objetivo consiste en ayudar a distintos colectivos vulnerables a comprender conceptos básicos relacionados con el ahorro o la gestión del dinero y en ofrecerles herramientas para gestionar su presupuesto personal y tomar mejores decisiones.

Por su parte, el programa de Voluntariado de CaixaBank ha puesto en marcha la acción «El Árbol de los Sueños», que este año alcanza una participación récord debido a la crisis de la COVID-19 y el incremento de la pobreza infantil. A través de esta acción, empleados de la entidad y clientes recogen en las oficinas de CaixaBank una de las cartas en las que niños y niñas en situación de vulnerabilidad en donde expresan qué regalos les haría mayor ilusión recibir. De esta manera, pueden contribuir a hacer realidad los sueños de estos menores entregando los regalos en la misma oficina antes del día 11 de diciembre.

En total, este año los voluntarios de CaixaBank han beneficiado a 114.141 personas. Cada día, llevan a cabo doce acciones diferentes en todo el territorio nacional, equivalentes a 193 horas diarias de voluntariado.

El voluntariado corporativo es una excelente vía para mejorar la experiencia de los empleados de una empresa, así como multiplicar la aportación de la compañía a la sostenibilidad del entorno y el bienestar de las personas. Al fin y al cabo, se trata de devolver a la sociedad una parte de lo que esta ha aportado al negocio. Una solidaridad que debe desarrollarse de manera meditada y planificada para que ofrezca los mejores resultados posibles.

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Consumo responsable: qué es y por qué será cada vez más importante https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/consumo-responsable-que-es-y-por-que-sera-cada-vez-mas-importante/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/consumo-responsable-que-es-y-por-que-sera-cada-vez-mas-importante/#respond Wed, 04 Nov 2020 07:32:24 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=39370

En los momentos de crisis es necesario aprender a lidiar con la incertidumbre y la pandemia de COVID-19 es uno de ellos. Todavía no se conocen a ciencia cierta qué repercusiones tendrá este evento, que llegó a congelar la actividad económica de millones de ciudadanos y empresas de todo el mundo. Lo que sí se intuye ya, es que muchas de las inercias anteriores cambiarán y, probablemente, lo harán para siempre. El consumo de las familias es, tal vez, uno de los cambios más evidentes.

En este contexto, conceptos como el consumo responsable cobrarán cada vez mayor importancia. Se trata de una tendencia que ya estaba ahí antes de que el coronavirus entrase en escena y que ganará todavía más protagonismo en el futuro próximo. Ante un panorama económico incierto, comprar de manera inteligente y sostenible parece la mejor estrategia.

Cambios en el consumo

En los últimos meses se han modificado varios factores en el consumo de las familias. Uno de los ejemplos más evidentes es el impulso que ha tomado el comercio electrónico debido al confinamiento. Aunque ya formaba parte de nuestra vida cotidiana, muchas personas comenzaron a familiarizarse con la venta a distancia para aprovisionarse mientras permanecían en sus casas. Como resultado, en sectores como el de los supermercados, el comercio online ha llegado a multiplicarse por cinco.

Tampoco nuestra percepción de las compras que realizamos es la misma. Nuestros hábitos de consumo se han visto modificados durante el estado de alarma y la confianza de los consumidores se tambalea. El Índice de Confianza del Consumidor (ICC), elaborado por el CSIC, apuntaba a un descenso del 41,8% entre marzo y abril en este indicador.

Todo parece indicar que la manera que tenemos de consumir cobrará más importancia que nunca después de esta experiencia. Así lo apunta una encuesta realizada durante el confinamiento por la escuela universitaria ESCODI de la Universitat de Barcelona: el 75% de los participantes expresó su deseo de que se reduzca el consumismo y más del 60% se estaba replanteando sus necesidades. El director del estudio asegura que nos dirigimos hacia un consumo más responsable, no solo por cuestiones económicas, sino también por una mayor concienciación medioambiental.

Qué es el consumo responsable

De hecho, el consumo responsable no solo contempla la realización de compras más racionales y equilibradas con la economía de la familia. Este concepto consiste en la elección de productos y servicios conforme a diversos criterios. Un precio adecuado o la necesidad, por supuesto, son dos de ellos, pero también lo son el impacto ambiental, el impacto social, la ética de las empresas que los producen y las condiciones de las personas que intervienen en la elaboración del producto o la prestación del servicio.

Así, el consumo responsable parte de un principio fundamental: solo debemos adquirir aquellos productos que realmente demandamos. Se trata, básicamente, de saber comprar y hacerlo de manera consciente, teniendo en cuenta conceptos como la ética, la ecología o la solidaridad que hay detrás de los productos y servicios.

Beneficios del consumo responsable

Comprar y consumir de manera responsable tiene diversas ventajas. Entre las más inmediatas se encuentra el ahorro económico que supone para quienes lo ejercen. Un beneficio especialmente importante en momentos de incertidumbre económica. Sin embargo, el consumo responsable va mucho más allá.

Básicamente, los beneficios que puede aportar el desarrollo de hábitos responsables en este sentido son de dos tipos: medioambientales y socioeconómicos. Algo que resulta muy sencillo de comprender con un ejemplo concreto, como sería el del consumo de productos y servicios de proximidad, que se enmarca dentro del concepto de consumo sostenible. De hecho, apostar por ellos supone una reducción en las emisiones de efecto invernadero, así como un importante ahorro de energía y recursos, simplemente porque no necesitan ser transportados a largas distancias para llegar al consumidor. Y también se reducen los embalajes, ya que no requieren tanta protección como los productos importados.

En cuanto a la vertiente socioeconómica, el comercio de proximidad facilita la implantación de técnicas de producción sostenibles y favorece la fijación de población en zonas que, de lo contrario, terminarían por quedar deshabitadas. De este modo, los hábitos sostenibles de consumo contribuyen no solo a promover la economía de estas zonas y a la supervivencia de pequeños productores, sino también a preservar su patrimonio natural y cultural.

El motor de los ODS

Este tipo de consumo, que cada vez más personas ejercen conscientes de su poder transformador, es la base de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU en su Agenda 2030: Producción y consumo responsables. Dicho objetivo persigue, básicamente, crear ganancias netas de las actividades económicas y mejorar la calidad de vida mediante la reducción de la utilización de los recursos, la degradación y la contaminación.

CaixaBank está comprometida en la promoción de este objetivo mediante acciones como, por ejemplo, la concesión de microcréditos y finanzas de impacto social por valor de 724,8 millones de euros en 2019, junto a 1.546 millones de dólares en préstamos verdes. Además, la entidad se ha adherido a la alianza mundial UNEP FI, que promueve la financiación para el desarrollo sostenible, así como a los Principios de Banca Responsable.

El consumo responsable es tan importante que su ejercicio puede ser determinante a la hora de cumplir con otros ODS. Al tratarse de un hábito sostenible, también ayuda a preservar el medio ambiente y los recursos naturales, además de promover una economía más inclusiva y fomentar la igualdad.

Uno de los ejemplos más evidentes es el objetivo número 1 (Fin de la pobreza), ya que al consumir productos de comercio justo, promovemos un reparto equitativo de la riqueza, así como la instauración de condiciones laborales dignas en distintas comunidades. Esos dos factores también inciden en otros ODS como el número 10 (Reducción de las desigualdades) o el 8 (Trabajo decente y crecimiento económico).

En cuanto a su influencia sobre el entorno, el consumo responsable está relacionado con objetivos como el número 13 (Acción por el clima), el 14 (Vida submarina) o el 15 (Vida de ecosistemas terrestres). Esto se debe al importante ahorro de recursos que va vinculado a una mayor concienciación a la hora de consumir. Si solo compramos lo que necesitamos y, además, nos aseguramos de que su producción y distribución son respetuosas con el medio ambiente, estaremos protegiendo el planeta y su futuro.

Cómo incorporar el consumo responsable a nuestra vida

Ahora que ya sabemos lo que es el consumo responsable, conviene conocer también algunas pautas para incorporarlo a nuestro día a día. La Fundación SERES ofrece algunas, de entre las cuales pueden destacarse las siguientes:

– Evitar el consumo prescindible: antes de comprar, conviene plantearse si un producto o servicio es realmente imprescindible.

– Informarse antes de comprar: conviene disponer de información suficiente acerca de los productos que vayamos a comprar, como sus materias primas, en qué condiciones trabaja el personal que lo fabrica o si sus procesos de producción impactan sobre el medio ambiente. El etiquetado y una pequeña investigación por nuestra cuenta pueden ayudarnos mucho en este sentido.

– Reutilizar los productos: para ejercer el consumo responsable hay que decir adiós al usar y tirar. Reutilizar y reparar un producto, llevarlo a un comercio de segunda mano o donarlo ayudará a alargar su vida útil y retrasará la realización de una nueva compra. Si no es posible, la mejor opción es reciclarlo para aprovechar sus materiales y reducir residuos.

– Pensar en local: además de dinamizar la economía de nuestro entorno, ayudaremos a reducir las emisiones contaminantes del transporte y nos abasteceremos de productos frescos y saludables.

– Considerar el Comercio Justo: esta herramienta de cooperación facilita el acceso al mercado a los productores más desfavorecidos y contribuye a reducir la desigualdad, otro de los ODS marcados por la ONU. Los productos con sello de Comercio Justo, además, aseguran los derechos de los productores y trabajadores implicados en su producción.

Apostar por el consumo responsable es apostar por el planeta, por la sociedad y por una economía inclusiva. Es una buena manera de convertir la crisis sanitaria en una oportunidad para avanzar en esa búsqueda de la sostenibilidad que perseguimos los ciudadanos de todo el mundo.

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En los momentos de crisis es necesario aprender a lidiar con la incertidumbre y la pandemia de COVID-19 es uno de ellos. Todavía no se conocen a ciencia cierta qué repercusiones tendrá este evento, que llegó a congelar la actividad económica de millones de ciudadanos y empresas de todo el mundo. Lo que sí se intuye ya, es que muchas de las inercias anteriores cambiarán y, probablemente, lo harán para siempre. El consumo de las familias es, tal vez, uno de los cambios más evidentes.

En este contexto, conceptos como el consumo responsable cobrarán cada vez mayor importancia. Se trata de una tendencia que ya estaba ahí antes de que el coronavirus entrase en escena y que ganará todavía más protagonismo en el futuro próximo. Ante un panorama económico incierto, comprar de manera inteligente y sostenible parece la mejor estrategia.

Cambios en el consumo

En los últimos meses se han modificado varios factores en el consumo de las familias. Uno de los ejemplos más evidentes es el impulso que ha tomado el comercio electrónico debido al confinamiento. Aunque ya formaba parte de nuestra vida cotidiana, muchas personas comenzaron a familiarizarse con la venta a distancia para aprovisionarse mientras permanecían en sus casas. Como resultado, en sectores como el de los supermercados, el comercio online ha llegado a multiplicarse por cinco.

Tampoco nuestra percepción de las compras que realizamos es la misma. Nuestros hábitos de consumo se han visto modificados durante el estado de alarma y la confianza de los consumidores se tambalea. El Índice de Confianza del Consumidor (ICC), elaborado por el CSIC, apuntaba a un descenso del 41,8% entre marzo y abril en este indicador.

Todo parece indicar que la manera que tenemos de consumir cobrará más importancia que nunca después de esta experiencia. Así lo apunta una encuesta realizada durante el confinamiento por la escuela universitaria ESCODI de la Universitat de Barcelona: el 75% de los participantes expresó su deseo de que se reduzca el consumismo y más del 60% se estaba replanteando sus necesidades. El director del estudio asegura que nos dirigimos hacia un consumo más responsable, no solo por cuestiones económicas, sino también por una mayor concienciación medioambiental.

Qué es el consumo responsable

De hecho, el consumo responsable no solo contempla la realización de compras más racionales y equilibradas con la economía de la familia. Este concepto consiste en la elección de productos y servicios conforme a diversos criterios. Un precio adecuado o la necesidad, por supuesto, son dos de ellos, pero también lo son el impacto ambiental, el impacto social, la ética de las empresas que los producen y las condiciones de las personas que intervienen en la elaboración del producto o la prestación del servicio.

Así, el consumo responsable parte de un principio fundamental: solo debemos adquirir aquellos productos que realmente demandamos. Se trata, básicamente, de saber comprar y hacerlo de manera consciente, teniendo en cuenta conceptos como la ética, la ecología o la solidaridad que hay detrás de los productos y servicios.

Beneficios del consumo responsable

Comprar y consumir de manera responsable tiene diversas ventajas. Entre las más inmediatas se encuentra el ahorro económico que supone para quienes lo ejercen. Un beneficio especialmente importante en momentos de incertidumbre económica. Sin embargo, el consumo responsable va mucho más allá.

Básicamente, los beneficios que puede aportar el desarrollo de hábitos responsables en este sentido son de dos tipos: medioambientales y socioeconómicos. Algo que resulta muy sencillo de comprender con un ejemplo concreto, como sería el del consumo de productos y servicios de proximidad, que se enmarca dentro del concepto de consumo sostenible. De hecho, apostar por ellos supone una reducción en las emisiones de efecto invernadero, así como un importante ahorro de energía y recursos, simplemente porque no necesitan ser transportados a largas distancias para llegar al consumidor. Y también se reducen los embalajes, ya que no requieren tanta protección como los productos importados.

En cuanto a la vertiente socioeconómica, el comercio de proximidad facilita la implantación de técnicas de producción sostenibles y favorece la fijación de población en zonas que, de lo contrario, terminarían por quedar deshabitadas. De este modo, los hábitos sostenibles de consumo contribuyen no solo a promover la economía de estas zonas y a la supervivencia de pequeños productores, sino también a preservar su patrimonio natural y cultural.

El motor de los ODS

Este tipo de consumo, que cada vez más personas ejercen conscientes de su poder transformador, es la base de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU en su Agenda 2030: Producción y consumo responsables. Dicho objetivo persigue, básicamente, crear ganancias netas de las actividades económicas y mejorar la calidad de vida mediante la reducción de la utilización de los recursos, la degradación y la contaminación.

CaixaBank está comprometida en la promoción de este objetivo mediante acciones como, por ejemplo, la concesión de microcréditos y finanzas de impacto social por valor de 724,8 millones de euros en 2019, junto a 1.546 millones de dólares en préstamos verdes. Además, la entidad se ha adherido a la alianza mundial UNEP FI, que promueve la financiación para el desarrollo sostenible, así como a los Principios de Banca Responsable.

El consumo responsable es tan importante que su ejercicio puede ser determinante a la hora de cumplir con otros ODS. Al tratarse de un hábito sostenible, también ayuda a preservar el medio ambiente y los recursos naturales, además de promover una economía más inclusiva y fomentar la igualdad.

Uno de los ejemplos más evidentes es el objetivo número 1 (Fin de la pobreza), ya que al consumir productos de comercio justo, promovemos un reparto equitativo de la riqueza, así como la instauración de condiciones laborales dignas en distintas comunidades. Esos dos factores también inciden en otros ODS como el número 10 (Reducción de las desigualdades) o el 8 (Trabajo decente y crecimiento económico).

En cuanto a su influencia sobre el entorno, el consumo responsable está relacionado con objetivos como el número 13 (Acción por el clima), el 14 (Vida submarina) o el 15 (Vida de ecosistemas terrestres). Esto se debe al importante ahorro de recursos que va vinculado a una mayor concienciación a la hora de consumir. Si solo compramos lo que necesitamos y, además, nos aseguramos de que su producción y distribución son respetuosas con el medio ambiente, estaremos protegiendo el planeta y su futuro.

Cómo incorporar el consumo responsable a nuestra vida

Ahora que ya sabemos lo que es el consumo responsable, conviene conocer también algunas pautas para incorporarlo a nuestro día a día. La Fundación SERES ofrece algunas, de entre las cuales pueden destacarse las siguientes:

– Evitar el consumo prescindible: antes de comprar, conviene plantearse si un producto o servicio es realmente imprescindible.

– Informarse antes de comprar: conviene disponer de información suficiente acerca de los productos que vayamos a comprar, como sus materias primas, en qué condiciones trabaja el personal que lo fabrica o si sus procesos de producción impactan sobre el medio ambiente. El etiquetado y una pequeña investigación por nuestra cuenta pueden ayudarnos mucho en este sentido.

– Reutilizar los productos: para ejercer el consumo responsable hay que decir adiós al usar y tirar. Reutilizar y reparar un producto, llevarlo a un comercio de segunda mano o donarlo ayudará a alargar su vida útil y retrasará la realización de una nueva compra. Si no es posible, la mejor opción es reciclarlo para aprovechar sus materiales y reducir residuos.

– Pensar en local: además de dinamizar la economía de nuestro entorno, ayudaremos a reducir las emisiones contaminantes del transporte y nos abasteceremos de productos frescos y saludables.

– Considerar el Comercio Justo: esta herramienta de cooperación facilita el acceso al mercado a los productores más desfavorecidos y contribuye a reducir la desigualdad, otro de los ODS marcados por la ONU. Los productos con sello de Comercio Justo, además, aseguran los derechos de los productores y trabajadores implicados en su producción.

Apostar por el consumo responsable es apostar por el planeta, por la sociedad y por una economía inclusiva. Es una buena manera de convertir la crisis sanitaria en una oportunidad para avanzar en esa búsqueda de la sostenibilidad que perseguimos los ciudadanos de todo el mundo.

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#ApoyamosLosODS https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/apoyamoslosods/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/apoyamoslosods/#respond Tue, 03 Nov 2020 13:39:28 +0000 CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=39012 ]]> ]]> https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/apoyamoslosods/feed/ 0 Inteligencia artificial para frenar el cambio climático https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/inteligencia-artificial-para-frenar-el-cambio-climatico/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/inteligencia-artificial-para-frenar-el-cambio-climatico/#respond Fri, 23 Oct 2020 16:22:17 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=39282

El cambio climático es un problema muy complejo. Tanto es así, que llevamos décadas analizando su existencia, sus causas y sus posibles soluciones. De hecho, el primer informe exhaustivo sobre el cambio climático mundial debido al dióxido de carbono supera ya los 40 años. Desde su publicación, todavía seguimos investigando cómo frenar esta lacra que pone en jaque la propia supervivencia del planeta.

Es un problema que nos trae de cabeza a todos. Padres que se preocupan por el futuro de sus hijos, ciudadanos concienciados que temen por la biodiversidad del planeta, hogares que practican la eficiencia energética… son muchas las personas que ya tratan de involucrarse y poner su granito de arena para frenar la amenaza del cambio climático con el esfuerzo de todos.

Los datos apoyan la idea de que cada acción cuenta: simplemente con cambiar nuestro viejo frigorífico por un modelo moderno de alta calidad podremos reducir las emisiones anuales de CO2 en 100 kg. Y tender la ropa en lugar de usar la secadora nos ahorrará unos 300 kg de CO2.

Tan importante es el cambio climático, que la ONU lo ha incluido como uno de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una serie de prioridades marcadas para asegurar la prosperidad de las generaciones presentes y futuras. Concretamente, el ODS n.º 13 (Acción por el clima) anima a adoptar medidas urgentes para combatir este fenómeno y sus efectos. Una tarea en la que la tecnología punta, como la inteligencia artificial, nos puede echar una mano.

Un problema de largo recorrido

Resulta que, aunque llevamos décadas siendo conscientes de la existencia del cambio climático, todavía no hemos logrado pararlo. Según la ONU, ni siquiera nos ayudará de manera consistente a lograrlo el parón económico que sufrió el mundo este año debido a la pandemia de la COVID-19.

Pese a que se estima que las emisiones de gases de efecto invernadero caerán el 6% en 2020, esa mejora solo será temporal. De hecho, se espera que regresen incluso a niveles mayores cuando la economía vuelva a recuperarse de la pandemia.

Esto significa que el cambio climático no se detendrá y que seguirá con sus devastadoras consecuencias, que también afectan a la economía. No hay más que pensar en el coste que suponen los huracanes, las pérdidas de cosechas a causa de la sequía, los incendios forestales o las grandes migraciones que impiden la fijación de la riqueza en distintas áreas del globo.

Sin embargo, no todo está perdido. El desarrollo tecnológico, especialmente en inteligencia artificial, puede suponer un importante salto adelante en la comprensión de este fenómeno que todavía seguimos estudiando. Incluso puede ayudar a tomar decisiones más acertadas para combatirlo de manera mucho más eficiente.

Inteligencia artificial que cuida el planeta

Normalmente asociamos la aplicación de la inteligencia artificial a cuestiones relacionadas con los negocios. Sin embargo, también es una pieza clave que está revolucionando investigaciones de todo tipo. La clave está en que un solo software tiene la capacidad de ahorrar a los investigadores cientos de horas de trabajo manual.

Este principio ya se aplica a la lucha contra el cambio climático y grandes compañías tecnológicas como Google, IBM o Microsoft impulsan el uso de la inteligencia artificial para combatir el cambio climático.

Un ejemplo de ello es el proyecto SilviaTerra que promueve Microsoft. Este software es capaz de predecir la salud de los bosques a partir de imágenes por satélite y avisar sobre las actuaciones que se deben tomar para revertir cualquier problema. De esta manera, agiliza considerablemente el trabajo sobre el terreno en grandes áreas y ayuda a tomar las mejores decisiones para conservar un recurso, los árboles, clave para absorber gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono.

Sin embargo, la tecnología puede tener dos caras en lo que a cambio climático se refiere. Nos ayuda a combatirlo, pero también lo puede empeorar. Pensemos en los recursos energéticos necesarios para enfriar los enormes centros de datos que emplean compañías como Google. En este sentido, el proyecto DeepMind ha sido capaz de crear un algoritmo que se enseña a sí mismo cómo utilizar la mínima cantidad posible de energía en esta tarea. Como resultado, se logró una disminución del 40% y una herramienta que se puede utilizar en muchos otros proyectos.

Por su parte, la iniciativa Green Horizon de IBM, también basada en inteligencia artificial, es capaz de crear predicciones de contaminación y meteorológicas que ayudan a las autoridades a tomar mejores decisiones a la hora de reducir sus emisiones contaminantes.

Pasar a la acción

La inteligencia artificial puede ayudarnos a combatir el cambio climático, pero la acción humana es imprescindible para poder superar este problema. No podemos delegar todo el trabajo en las máquinas: la concienciación y la acción de ciudadanos, Administración y empresas es imprescindible para el éxito.

Un buen ejemplo de ello son las distintas iniciativas que se desarrollaron en el marco de la Semana Social Digital de Voluntarios “la Caixa”, que este año se celebra entre los días 17 y 25 de octubre. Así, la delegación de voluntarios de Almería ha organizado una plantación de especies autóctonas en el monte de Pinar del Rey en Vélez Rubio que se celebrará el próximo 7 de noviembre. Por su parte, la delegación de Andalucía oriental ha organizado un taller de reciclado de ropa usada para convertirla en bolsas para guardar las mascarillas.

También destaca en este sentido la iniciativa de los voluntarios de la Comunidad Valenciana, que animaba a llevar a cabo acciones por el medio ambiente como plantar un árbol o recoger desperdicios en el entorno natural. Por cada una de estas acciones, se realizará una donación a Save The Children. Por su parte, los voluntarios de Burgos y Soria explicaban cómo reducir la basura digital que acumulamos en nuestros dispositivos y que supone un aumento en el consumo de energía de los centros de procesamiento de datos en la nube.

CaixaBank cuenta con su Declaración sobre cambio climático, que promueve el apoyo financiero a iniciativas de energías renovables, así como infraestructuras y agricultura sostenibles, entre otros. También la gestión del riesgo medioambiental en la financiación de proyectos e incluso el establecimiento de objetivos anuales de reducción de huella de carbono de la actividad de la propia entidad. La transparencia en la información sobre sus progresos y las alianzas con otros organismos forman parte asimismo de esta declaración.

El cambio climático no espera y es imprescindible actuar ya para lograr frenarlo. El futuro de la sociedad y del planeta depende de ello.

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El cambio climático es un problema muy complejo. Tanto es así, que llevamos décadas analizando su existencia, sus causas y sus posibles soluciones. De hecho, el primer informe exhaustivo sobre el cambio climático mundial debido al dióxido de carbono supera ya los 40 años. Desde su publicación, todavía seguimos investigando cómo frenar esta lacra que pone en jaque la propia supervivencia del planeta.

Es un problema que nos trae de cabeza a todos. Padres que se preocupan por el futuro de sus hijos, ciudadanos concienciados que temen por la biodiversidad del planeta, hogares que practican la eficiencia energética… son muchas las personas que ya tratan de involucrarse y poner su granito de arena para frenar la amenaza del cambio climático con el esfuerzo de todos.

Los datos apoyan la idea de que cada acción cuenta: simplemente con cambiar nuestro viejo frigorífico por un modelo moderno de alta calidad podremos reducir las emisiones anuales de CO2 en 100 kg. Y tender la ropa en lugar de usar la secadora nos ahorrará unos 300 kg de CO2.

Tan importante es el cambio climático, que la ONU lo ha incluido como uno de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una serie de prioridades marcadas para asegurar la prosperidad de las generaciones presentes y futuras. Concretamente, el ODS n.º 13 (Acción por el clima) anima a adoptar medidas urgentes para combatir este fenómeno y sus efectos. Una tarea en la que la tecnología punta, como la inteligencia artificial, nos puede echar una mano.

Un problema de largo recorrido

Resulta que, aunque llevamos décadas siendo conscientes de la existencia del cambio climático, todavía no hemos logrado pararlo. Según la ONU, ni siquiera nos ayudará de manera consistente a lograrlo el parón económico que sufrió el mundo este año debido a la pandemia de la COVID-19.

Pese a que se estima que las emisiones de gases de efecto invernadero caerán el 6% en 2020, esa mejora solo será temporal. De hecho, se espera que regresen incluso a niveles mayores cuando la economía vuelva a recuperarse de la pandemia.

Esto significa que el cambio climático no se detendrá y que seguirá con sus devastadoras consecuencias, que también afectan a la economía. No hay más que pensar en el coste que suponen los huracanes, las pérdidas de cosechas a causa de la sequía, los incendios forestales o las grandes migraciones que impiden la fijación de la riqueza en distintas áreas del globo.

Sin embargo, no todo está perdido. El desarrollo tecnológico, especialmente en inteligencia artificial, puede suponer un importante salto adelante en la comprensión de este fenómeno que todavía seguimos estudiando. Incluso puede ayudar a tomar decisiones más acertadas para combatirlo de manera mucho más eficiente.

Inteligencia artificial que cuida el planeta

Normalmente asociamos la aplicación de la inteligencia artificial a cuestiones relacionadas con los negocios. Sin embargo, también es una pieza clave que está revolucionando investigaciones de todo tipo. La clave está en que un solo software tiene la capacidad de ahorrar a los investigadores cientos de horas de trabajo manual.

Este principio ya se aplica a la lucha contra el cambio climático y grandes compañías tecnológicas como Google, IBM o Microsoft impulsan el uso de la inteligencia artificial para combatir el cambio climático.

Un ejemplo de ello es el proyecto SilviaTerra que promueve Microsoft. Este software es capaz de predecir la salud de los bosques a partir de imágenes por satélite y avisar sobre las actuaciones que se deben tomar para revertir cualquier problema. De esta manera, agiliza considerablemente el trabajo sobre el terreno en grandes áreas y ayuda a tomar las mejores decisiones para conservar un recurso, los árboles, clave para absorber gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono.

Sin embargo, la tecnología puede tener dos caras en lo que a cambio climático se refiere. Nos ayuda a combatirlo, pero también lo puede empeorar. Pensemos en los recursos energéticos necesarios para enfriar los enormes centros de datos que emplean compañías como Google. En este sentido, el proyecto DeepMind ha sido capaz de crear un algoritmo que se enseña a sí mismo cómo utilizar la mínima cantidad posible de energía en esta tarea. Como resultado, se logró una disminución del 40% y una herramienta que se puede utilizar en muchos otros proyectos.

Por su parte, la iniciativa Green Horizon de IBM, también basada en inteligencia artificial, es capaz de crear predicciones de contaminación y meteorológicas que ayudan a las autoridades a tomar mejores decisiones a la hora de reducir sus emisiones contaminantes.

Pasar a la acción

La inteligencia artificial puede ayudarnos a combatir el cambio climático, pero la acción humana es imprescindible para poder superar este problema. No podemos delegar todo el trabajo en las máquinas: la concienciación y la acción de ciudadanos, Administración y empresas es imprescindible para el éxito.

Un buen ejemplo de ello son las distintas iniciativas que se desarrollaron en el marco de la Semana Social Digital de Voluntarios “la Caixa”, que este año se celebra entre los días 17 y 25 de octubre. Así, la delegación de voluntarios de Almería ha organizado una plantación de especies autóctonas en el monte de Pinar del Rey en Vélez Rubio que se celebrará el próximo 7 de noviembre. Por su parte, la delegación de Andalucía oriental ha organizado un taller de reciclado de ropa usada para convertirla en bolsas para guardar las mascarillas.

También destaca en este sentido la iniciativa de los voluntarios de la Comunidad Valenciana, que animaba a llevar a cabo acciones por el medio ambiente como plantar un árbol o recoger desperdicios en el entorno natural. Por cada una de estas acciones, se realizará una donación a Save The Children. Por su parte, los voluntarios de Burgos y Soria explicaban cómo reducir la basura digital que acumulamos en nuestros dispositivos y que supone un aumento en el consumo de energía de los centros de procesamiento de datos en la nube.

CaixaBank cuenta con su Declaración sobre cambio climático, que promueve el apoyo financiero a iniciativas de energías renovables, así como infraestructuras y agricultura sostenibles, entre otros. También la gestión del riesgo medioambiental en la financiación de proyectos e incluso el establecimiento de objetivos anuales de reducción de huella de carbono de la actividad de la propia entidad. La transparencia en la información sobre sus progresos y las alianzas con otros organismos forman parte asimismo de esta declaración.

El cambio climático no espera y es imprescindible actuar ya para lograr frenarlo. El futuro de la sociedad y del planeta depende de ello.

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Educación para romper con la pobreza infantil https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/educacion-para-romper-con-la-pobreza-infantil/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/educacion-para-romper-con-la-pobreza-infantil/#respond Fri, 16 Oct 2020 10:23:08 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=39240

En España, uno de cada tres niños vive en riesgo de pobreza y exclusión social, según la ONG Save the Children. Es más, un estudio de Unicef asegura que las tasas de pobreza infantil en España son de las más altas de los países industrializados. Solo superan a nuestro país Letonia, Estados Unidos y Rumanía.

Los datos son más que evidentes, pero la pobreza infantil en España es una realidad incómoda que se suele ignorar. Es el gran elefante que se ha colado en la habitación, que no se quiere ver, pero que igualmente está ahí. Abordarlo es un asunto de la máxima urgencia, porque se trata de un problema que pone en jaque el futuro de las próximas generaciones. Y la educación parece ser una de las armas más poderosas que tenemos para su solución.

La importancia de reaccionar a tiempo

Tal y como explica Unicef, la pobreza infantil es un problema que se debe atajar desde el principio. Esto se debe a que los niños con peores niveles de bienestar arrastran las consecuencias durante toda su vida. Tratar de mitigar ese impacto cuando son adultos no solo reduce las probabilidades de éxito, sino que resulta más costoso y complicado. En este contexto, la educación aparece como un antídoto contra las desigualdades que se generan en la infancia y que pueden marcar toda la vida de un niño.

Este es uno de los principales motivos por los cuales la ONU fijó uno de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en torno a esta cuestión. En concreto, el ODS nº4 (Educación de calidad) propone garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, así como promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida como una vía para garantizar la prosperidad de los adultos del futuro.

Sin embargo, esta meta se ha visto amenazada este año debido a la pandemia del coronavirus. Según un informe de Forética, el cierre de los centros educativos afectó a 9,5 millones de estudiantes en España e imposibilitó, en muchos casos, los resultados de aprendizaje pertinentes.

Además, las desigualdades en el acceso a internet y a dispositivos electrónicos que permiten seguir las clases en caso de aislamiento provocan a su vez una brecha cada vez más profunda entre los estudiantes que forman parte de familias con un buen nivel adquisitivo y aquellos que no. Según Forética, esa desigualdad entre familias y centros educativos con más o menos recursos genera cada vez más conflicto social.

Educación para mitigar las desigualdades

El papel de la educación para romper el círculo vicioso que lleva a un niño en riesgo de pobreza a vivir en precario toda su vida es hoy más importante que nunca. Tanto es así, que la OCDE ha pedido recientemente a los gobiernos que la educación se convierta en una inversión prioritaria para que la actual crisis no acentúe las desigualdades sociales.

Los datos avalan esta petición. Por ejemplo, el organismo señala que, de media, el 78% de los jóvenes que tienen entre 25 y 34 años y un diploma de educación secundaria superior tienen empleo, frente al 62% que no. Un tipo de estudios que también parecen dar acceso a mejores salarios: en los países de la OCDE, los trabajadores a jornada completa con educación secundaria superior ganan un 23% más que quienes han abandonado los estudios. Esa diferencia se acentúa si subimos un escalón más, ya que los que llegan a la educación terciaria tienen salarios un 54% más altos que quienes se han quedado en secundaria superior.

Esta realidad ha llevado a la OCDE a calificar la educación secundaria como una buena protección frente al desempleo. Se trata de una afirmación que se alinea con la concepción de la educación no solo como una cuestión de justicia social, sino también como una inversión. Según el Banco Mundial, un año adicional de escolarización puede llegar a aumentar los ingresos en el 10% anual. También que invertir en trabajadores más capaces a cualquier edad genera mayores beneficios que las inversiones realizadas sobre trabajadores con menor capacidad. Un concepto que se comienza a desarrollar a edades tempranas.

Pasar a la acción

Cultivar la educación como una manera de abordar y reducir la pobreza infantil requiere de acciones concretas. A una mayor inversión en la formación de niños y adolescentes por parte de las distintas administraciones se suman las iniciativas de empresas y organismos de todo tipo con un único objetivo: facilitar una educación de calidad que les ayude a construir un futuro mejor.

Un ejemplo de ello es el programa CaixaProinfancia de Fundación “la Caixa”. En colaboración con CaixaBank, han entregado durante este inicio de curso un total de 119.895 kits escolares a menores que viven en hogares vulnerables, con el objetivo de facilitarles mayores posibilidades para aprender, crecer y crear su camino hacia un futuro mejor.

En este proyecto han participado más de 400 entidades sociales, que han permitido detectar las necesidades más importantes de estas familias. Los Voluntarios de “la Caixa” han ayudado en las labores de entrega de los kits de material escolar, adaptados a cada ciclo educativo. Estas y otras experiencias de voluntariado son las que protagonizarán la Semana Social Digital de Voluntarios “laCaixa”, que este año se desarrollará en formato online entre los días 17 y 25 de octubre.

Además, la entidad desarrolla distintas iniciativas dentro de su estrategia de Responsabilidad Social Corporativa relacionadas con el ODS nº 4 (Educación de calidad). En concreto, destacan las destinadas a mejorar la educación financiera, una cuestión fundamental para que las familias puedan desarrollar su economía de manera saludable. Desde talleres de finanzas básicas para chicos de 4º de la ESO a actividades con adultos, este tipo de actuaciones son una contribución a la mejora de las condiciones económicas del entorno en el que viven niños de toda España.

Apostar por la educación de la infancia es una inversión en el futuro de todos. Contar con ciudadanos correctamente formados es la base sobre la que una sociedad puede construir su prosperidad presente y futura.

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En España, uno de cada tres niños vive en riesgo de pobreza y exclusión social, según la ONG Save the Children. Es más, un estudio de Unicef asegura que las tasas de pobreza infantil en España son de las más altas de los países industrializados. Solo superan a nuestro país Letonia, Estados Unidos y Rumanía.

Los datos son más que evidentes, pero la pobreza infantil en España es una realidad incómoda que se suele ignorar. Es el gran elefante que se ha colado en la habitación, que no se quiere ver, pero que igualmente está ahí. Abordarlo es un asunto de la máxima urgencia, porque se trata de un problema que pone en jaque el futuro de las próximas generaciones. Y la educación parece ser una de las armas más poderosas que tenemos para su solución.

La importancia de reaccionar a tiempo

Tal y como explica Unicef, la pobreza infantil es un problema que se debe atajar desde el principio. Esto se debe a que los niños con peores niveles de bienestar arrastran las consecuencias durante toda su vida. Tratar de mitigar ese impacto cuando son adultos no solo reduce las probabilidades de éxito, sino que resulta más costoso y complicado. En este contexto, la educación aparece como un antídoto contra las desigualdades que se generan en la infancia y que pueden marcar toda la vida de un niño.

Este es uno de los principales motivos por los cuales la ONU fijó uno de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en torno a esta cuestión. En concreto, el ODS nº4 (Educación de calidad) propone garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, así como promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida como una vía para garantizar la prosperidad de los adultos del futuro.

Sin embargo, esta meta se ha visto amenazada este año debido a la pandemia del coronavirus. Según un informe de Forética, el cierre de los centros educativos afectó a 9,5 millones de estudiantes en España e imposibilitó, en muchos casos, los resultados de aprendizaje pertinentes.

Además, las desigualdades en el acceso a internet y a dispositivos electrónicos que permiten seguir las clases en caso de aislamiento provocan a su vez una brecha cada vez más profunda entre los estudiantes que forman parte de familias con un buen nivel adquisitivo y aquellos que no. Según Forética, esa desigualdad entre familias y centros educativos con más o menos recursos genera cada vez más conflicto social.

Educación para mitigar las desigualdades

El papel de la educación para romper el círculo vicioso que lleva a un niño en riesgo de pobreza a vivir en precario toda su vida es hoy más importante que nunca. Tanto es así, que la OCDE ha pedido recientemente a los gobiernos que la educación se convierta en una inversión prioritaria para que la actual crisis no acentúe las desigualdades sociales.

Los datos avalan esta petición. Por ejemplo, el organismo señala que, de media, el 78% de los jóvenes que tienen entre 25 y 34 años y un diploma de educación secundaria superior tienen empleo, frente al 62% que no. Un tipo de estudios que también parecen dar acceso a mejores salarios: en los países de la OCDE, los trabajadores a jornada completa con educación secundaria superior ganan un 23% más que quienes han abandonado los estudios. Esa diferencia se acentúa si subimos un escalón más, ya que los que llegan a la educación terciaria tienen salarios un 54% más altos que quienes se han quedado en secundaria superior.

Esta realidad ha llevado a la OCDE a calificar la educación secundaria como una buena protección frente al desempleo. Se trata de una afirmación que se alinea con la concepción de la educación no solo como una cuestión de justicia social, sino también como una inversión. Según el Banco Mundial, un año adicional de escolarización puede llegar a aumentar los ingresos en el 10% anual. También que invertir en trabajadores más capaces a cualquier edad genera mayores beneficios que las inversiones realizadas sobre trabajadores con menor capacidad. Un concepto que se comienza a desarrollar a edades tempranas.

Pasar a la acción

Cultivar la educación como una manera de abordar y reducir la pobreza infantil requiere de acciones concretas. A una mayor inversión en la formación de niños y adolescentes por parte de las distintas administraciones se suman las iniciativas de empresas y organismos de todo tipo con un único objetivo: facilitar una educación de calidad que les ayude a construir un futuro mejor.

Un ejemplo de ello es el programa CaixaProinfancia de Fundación “la Caixa”. En colaboración con CaixaBank, han entregado durante este inicio de curso un total de 119.895 kits escolares a menores que viven en hogares vulnerables, con el objetivo de facilitarles mayores posibilidades para aprender, crecer y crear su camino hacia un futuro mejor.

En este proyecto han participado más de 400 entidades sociales, que han permitido detectar las necesidades más importantes de estas familias. Los Voluntarios de “la Caixa” han ayudado en las labores de entrega de los kits de material escolar, adaptados a cada ciclo educativo. Estas y otras experiencias de voluntariado son las que protagonizarán la Semana Social Digital de Voluntarios “laCaixa”, que este año se desarrollará en formato online entre los días 17 y 25 de octubre.

Además, la entidad desarrolla distintas iniciativas dentro de su estrategia de Responsabilidad Social Corporativa relacionadas con el ODS nº 4 (Educación de calidad). En concreto, destacan las destinadas a mejorar la educación financiera, una cuestión fundamental para que las familias puedan desarrollar su economía de manera saludable. Desde talleres de finanzas básicas para chicos de 4º de la ESO a actividades con adultos, este tipo de actuaciones son una contribución a la mejora de las condiciones económicas del entorno en el que viven niños de toda España.

Apostar por la educación de la infancia es una inversión en el futuro de todos. Contar con ciudadanos correctamente formados es la base sobre la que una sociedad puede construir su prosperidad presente y futura.

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Coronavirus y brecha digital, lecciones aprendidas https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/coronavirus-y-brecha-digital-lecciones-aprendidas/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/coronavirus-y-brecha-digital-lecciones-aprendidas/#respond Tue, 25 Aug 2020 16:15:40 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=38790

Vivimos en una sociedad interconectada en la que los avances tecnológicos han cambiado nuestra forma de interactuar, así como el modo en el que trabajamos y aprendemos. Las videoconferencias, las clases telemáticas o las compras on-line se han convertido en recursos necesarios para mantener una normalidad relativa, especialmente durante los días de confinamiento. Además, han puesto de manifiesto las diferencias que ya existían en el acceso y uso de la tecnología en determinados colectivos, como los estudiantes con pocos recursos o los mayores, y que ahora se han visto acentuadas. Son lecciones que hemos tenido que aprender a marchas forzadas durante la pandemia de la COVID-19, pero que resultan muy valiosas para poder corregirlas de cara al futuro.

En los casos de esos dos colectivos, los efectos negativos de la brecha digital se han hecho especialmente evidentes. “Las desigualdades en la preparación digital son un obstáculo para que una gran parte de la población mundial pueda aprovechar las ventajas que ofrecen las tecnologías para hacer frente a la pandemia de coronavirus al quedarnos en casa”, advierte la directora de Tecnología y Logística de la Conferencia de las Naciones Unidas de Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Shamika Sirimanne.

La brecha digital no es una cuestión menor. De hecho, está relacionada con al menos tres de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU en su Agenda 2030 para promover la prosperidad de todos y preservar el planeta. Se trata de los objetivos número 1 (Fin de la pobreza), 4 (Educación de calidad) y 10 (Reducción de las desigualdades). Acabar con esa brecha es esencial para que todos los ciudadanos puedan prosperar y ejercer sus derechos, sin importar su origen o las circunstancias de su vida.

Acceso a clases on-line

En el sector de la enseñanza, la adopción de la pretendida innovación educativa a través de las TIC aún se encuentra en etapas tempranas en muchos centros del país. La mayoría se han visto obligados a impartir clases de manera telemática sin contar con herramientas ni con una metodología definida. Una dificultad acrecentada por el hecho de que parte del alumnado carece de lo necesario para poder seguir el ritmo de las clases on-line, como un dispositivo adecuado o conexión a Internet.

Para facilitar el acceso a estos recursos, instituciones públicas y empresas han unido esfuerzos a través de diversos proyectos. Así, 15 días después de decretarse el estado de alarma, el Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) puso en marcha una iniciativa dirigida a los alumnos más vulnerables. A través de Telefónica, facilitó 20.000 líneas móviles con conexiones de 40 GB de datos para estudiantes de Bachillerato y FP. Cisco aporta en este proyecto una herramienta de colaboración que incluye funcionalidades para crear un aula virtual, como videoconferencia y compartición de escritorio. IBM, por su parte, aporta soporte para la adopción y uso de la plataforma tecnológica. Cerca de 600 profesionales se han inscrito como voluntarios para asesorar a los docentes para que puedan aprovechar al máximo la interacción con los alumnos.

También la Fundación ”la Caixa”, a través del programa ProFuturo, ha donado miles de tabletas a distintos colectivos. Este fue el caso de familias en situación vulnerable y con hijos en edad escolar de distintos lugares de España, a quienes se entregaron dispositivos con el fin de que pudieran continuar con su educación desde sus domicilios.

Asimismo, los miembros de la Asociación de Voluntarios de ”la Caixa” han realizado un importante esfuerzo de formación y digitalización para poder seguir colaborando con distintos proyectos a distancia. Un ejemplo de ellos es la iniciativa Cartas contra la Soledad, que facilita el envío de correos electrónicos a personas mayores que viven en residencias y sufren aislamiento por la pandemia.

El objetivo de esta acción consiste en evitar que la brecha digital aumente el riesgo de exclusión en el que ya se encuentran los menores. Se trata de que ningún niño se quede sin su derecho a la educación por el hecho de no tener un equipo informático en su domicilio. La donación de tabletas también abarca hospitales y residencias de mayores, donde se han prohibido las visitas, para que los ingresados puedan recibir el apoyo de sus familiares.

Mayores y servicios financieros

Hay que recordar que las personas mayores son otro de los grupos de población que se han visto sacudidos por la brecha digital en esta pandemia. Al igual que algunos estudiantes, la falta de dispositivos y conexión a Internet, o sus inseguridades a la hora de manejarse con las tecnologías, han dificultado que las usen de manera generalizada. También ha provocado que hayan necesitado ayuda durante el confinamiento para realizar sus actividades más básicas, como el acceso a sus servicios financieros.

Para salvar este obstáculo, CaixaBank ha implantado un plan para evitar desplazamientos a sus oficinas a sus 2,7 millones de clientes mayores de 65 años y, por tanto, la exposición al coronavirus de este colectivo vulnerable. Entre las medidas adoptadas se encuentra el cobro adelantado de la pensión. Como consecuencia, cerca del 85 % de los jubilados clientes de CaixaBank no realizaron reintegros en efectivo ni en cajeros ni en oficinas durante los días posteriores al cobro de la pensión en el mes de marzo. El mes anterior, alrededor de la mitad de los pensionistas sí se habían desplazado presencialmente a su oficina para retirar dinero.

Por otro lado, CaixaBank ha utilizado inteligencia artificial para detectar los servicios más demandados por sus clientes senior en sus oficinas y ofrecerles nuevas operativas financieras específicas a través de Internet. Además, la entidad no devuelve los recibos básicos de los clientes mayores de 65 años, como los de la luz, el gas o el agua, aunque la cuenta bancaria se encuentre en descubierto.

La crisis sanitaria que vivimos estas semanas ha dejado al descubierto las carencias de algunos colectivos. Aunque la tecnología está disponible, no siempre se encuentra al alcance de toda la población, ya sea por motivos sociales o económicos. Acabar con esa brecha digital es una más de las lecciones que debemos aprender cuando dejemos atrás este momento excepcional.

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Vivimos en una sociedad interconectada en la que los avances tecnológicos han cambiado nuestra forma de interactuar, así como el modo en el que trabajamos y aprendemos. Las videoconferencias, las clases telemáticas o las compras on-line se han convertido en recursos necesarios para mantener una normalidad relativa, especialmente durante los días de confinamiento. Además, han puesto de manifiesto las diferencias que ya existían en el acceso y uso de la tecnología en determinados colectivos, como los estudiantes con pocos recursos o los mayores, y que ahora se han visto acentuadas. Son lecciones que hemos tenido que aprender a marchas forzadas durante la pandemia de la COVID-19, pero que resultan muy valiosas para poder corregirlas de cara al futuro.

En los casos de esos dos colectivos, los efectos negativos de la brecha digital se han hecho especialmente evidentes. “Las desigualdades en la preparación digital son un obstáculo para que una gran parte de la población mundial pueda aprovechar las ventajas que ofrecen las tecnologías para hacer frente a la pandemia de coronavirus al quedarnos en casa”, advierte la directora de Tecnología y Logística de la Conferencia de las Naciones Unidas de Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Shamika Sirimanne.

La brecha digital no es una cuestión menor. De hecho, está relacionada con al menos tres de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU en su Agenda 2030 para promover la prosperidad de todos y preservar el planeta. Se trata de los objetivos número 1 (Fin de la pobreza), 4 (Educación de calidad) y 10 (Reducción de las desigualdades). Acabar con esa brecha es esencial para que todos los ciudadanos puedan prosperar y ejercer sus derechos, sin importar su origen o las circunstancias de su vida.

Acceso a clases on-line

En el sector de la enseñanza, la adopción de la pretendida innovación educativa a través de las TIC aún se encuentra en etapas tempranas en muchos centros del país. La mayoría se han visto obligados a impartir clases de manera telemática sin contar con herramientas ni con una metodología definida. Una dificultad acrecentada por el hecho de que parte del alumnado carece de lo necesario para poder seguir el ritmo de las clases on-line, como un dispositivo adecuado o conexión a Internet.

Para facilitar el acceso a estos recursos, instituciones públicas y empresas han unido esfuerzos a través de diversos proyectos. Así, 15 días después de decretarse el estado de alarma, el Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) puso en marcha una iniciativa dirigida a los alumnos más vulnerables. A través de Telefónica, facilitó 20.000 líneas móviles con conexiones de 40 GB de datos para estudiantes de Bachillerato y FP. Cisco aporta en este proyecto una herramienta de colaboración que incluye funcionalidades para crear un aula virtual, como videoconferencia y compartición de escritorio. IBM, por su parte, aporta soporte para la adopción y uso de la plataforma tecnológica. Cerca de 600 profesionales se han inscrito como voluntarios para asesorar a los docentes para que puedan aprovechar al máximo la interacción con los alumnos.

También la Fundación ”la Caixa”, a través del programa ProFuturo, ha donado miles de tabletas a distintos colectivos. Este fue el caso de familias en situación vulnerable y con hijos en edad escolar de distintos lugares de España, a quienes se entregaron dispositivos con el fin de que pudieran continuar con su educación desde sus domicilios.

Asimismo, los miembros de la Asociación de Voluntarios de ”la Caixa” han realizado un importante esfuerzo de formación y digitalización para poder seguir colaborando con distintos proyectos a distancia. Un ejemplo de ellos es la iniciativa Cartas contra la Soledad, que facilita el envío de correos electrónicos a personas mayores que viven en residencias y sufren aislamiento por la pandemia.

El objetivo de esta acción consiste en evitar que la brecha digital aumente el riesgo de exclusión en el que ya se encuentran los menores. Se trata de que ningún niño se quede sin su derecho a la educación por el hecho de no tener un equipo informático en su domicilio. La donación de tabletas también abarca hospitales y residencias de mayores, donde se han prohibido las visitas, para que los ingresados puedan recibir el apoyo de sus familiares.

Mayores y servicios financieros

Hay que recordar que las personas mayores son otro de los grupos de población que se han visto sacudidos por la brecha digital en esta pandemia. Al igual que algunos estudiantes, la falta de dispositivos y conexión a Internet, o sus inseguridades a la hora de manejarse con las tecnologías, han dificultado que las usen de manera generalizada. También ha provocado que hayan necesitado ayuda durante el confinamiento para realizar sus actividades más básicas, como el acceso a sus servicios financieros.

Para salvar este obstáculo, CaixaBank ha implantado un plan para evitar desplazamientos a sus oficinas a sus 2,7 millones de clientes mayores de 65 años y, por tanto, la exposición al coronavirus de este colectivo vulnerable. Entre las medidas adoptadas se encuentra el cobro adelantado de la pensión. Como consecuencia, cerca del 85 % de los jubilados clientes de CaixaBank no realizaron reintegros en efectivo ni en cajeros ni en oficinas durante los días posteriores al cobro de la pensión en el mes de marzo. El mes anterior, alrededor de la mitad de los pensionistas sí se habían desplazado presencialmente a su oficina para retirar dinero.

Por otro lado, CaixaBank ha utilizado inteligencia artificial para detectar los servicios más demandados por sus clientes senior en sus oficinas y ofrecerles nuevas operativas financieras específicas a través de Internet. Además, la entidad no devuelve los recibos básicos de los clientes mayores de 65 años, como los de la luz, el gas o el agua, aunque la cuenta bancaria se encuentre en descubierto.

La crisis sanitaria que vivimos estas semanas ha dejado al descubierto las carencias de algunos colectivos. Aunque la tecnología está disponible, no siempre se encuentra al alcance de toda la población, ya sea por motivos sociales o económicos. Acabar con esa brecha digital es una más de las lecciones que debemos aprender cuando dejemos atrás este momento excepcional.

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Diga “A” desde su casa: es el momento de la telemedicina https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/diga-desde-su-casa-es-el-momento-de-la-telemedicina/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/diga-desde-su-casa-es-el-momento-de-la-telemedicina/#respond Wed, 12 Aug 2020 18:12:22 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=38756

Consultar con un médico a distancia no es algo nuevo, aunque este año haya cobrado un importante protagonismo. La pandemia del coronavirus ha servido para impulsar de manera general los servicios de telemedicina, al incorporarse de manera masiva al sector público. Esta práctica, que ya era habitual en algunas compañías aseguradoras, ha pasado así a formar parte del día a día de muchas personas.

La declaración del estado de alarma el 14 de marzo por la crisis del coronavirus tuvo como principal objetivo evitar el colapso del sistema sanitario. Al reducir el número de contactos entre las personas, se prevenían nuevos contagios y los centros hospitalarios podrían atender a los que estaban enfermos. Muchos ciudadanos con síntomas de la COVID-19 ya empezaban a acudir a los servicios de urgencias de los hospitales y a llamar a los números de atención telefónica para recibir asistencia.

Para descongestionar ambos servicios, una de las medidas que puso en marcha el Gobierno unos días después, fue la plataforma gratuita de atención sanitaria Asistencia COVID-19. Disponible en seis comunidades autónomas (Madrid, Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha y Extremadura), la herramienta puede utilizarse a través del móvil o la web.

Este recurso permite llevar a cabo autodiagnósticos, acceder a recomendaciones de actuación e información actualizada y a recibir recordatorios para realizar un seguimiento periódico del estado de salud del usuario. Aunque, puntualizan desde el propio Gobierno, en ningún caso constituye un servicio de diagnóstico médico.

Asistencia universal

Esta medida de teleasistencia es solo uno de los ejemplos de las iniciativas puestas en marcha desde la declaración de la pandemia para seguir ofreciendo servicios sanitarios a los pacientes. Sus beneficios no son solo asistenciales, también son una muestra de cómo la medicina a distancia puede ayudar a los sistemas sanitarios todo el mundo a atender a un mayor número de pacientes ahora y en el futuro.

A pesar de los grandes avances en medicina que se han producido en los últimos años, no está garantizado que toda la población disponga de la atención sanitaria que necesita. Tanto es así que uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU —el número 3— es lograr la cobertura sanitaria universal. Una meta con la que CaixaBank contribuye desde hace más de diez años a través de la Alianza Empresarial para la Vacunación Infantil desarrollada en el marco de la iniciativa Gavi, the Vaccine Alliance. La telemedicina también está relacionada con el ODS número 9 —Industria, Innovación e Infraestructura— que promulga el acceso universal a internet.

El acceso a servicios de salud esenciales, de calidad y asequibles es una medida que también podría ayudar a reducir la brecha de género en países emergentes. Se trata de otra meta recogida dentro de los ODS establecidos por la ONU —la número 5— y por la que también trabaja CaixaBank mediante su adhesión a los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres en las Naciones Unidas, entre otras medidas.

En los países emergentes, la tasa de mortalidad materna es todavía 14 veces mayor que en las regiones desarrolladas. En ellos, además, las mujeres y niñas ven habitualmente restringidos sus desplazamientos debido a presiones sociales, por lo que tienen más difícil acceder a unos servicios médicos que suelen estar a kilómetros de distancia de sus hogares. El teléfono móvil para realizar consultas médicas puede marcar la diferencia entre gozar o no de una vida saludable para ellas.

Este dispositivo que un alto porcentaje de la población siempre lleva encima también puede ejercer de supervisor del paciente de manera remota controlando, por ejemplo, que determinados valores se encuentren dentro de la normalidad. Un caso reciente en este sentido es el del Hospital Universitario de Badajoz, uno de los primeros del mundo en implantar a pacientes de cardiología un dispositivo que se conecta con una app a su smartphone. La aplicación permite a los usuarios mantenerse en contacto con el equipo médico y acceder a la historia de transmisiones.

Los médicos, por su parte, pueden monitorizar a los pacientes de manera remota e identificar episodios asintomáticos, así como avisos de los propios pacientes si detectan que algo no va bien. De esta manera, los equipos médicos pueden intervenir con mayor rapidez ante cualquier problema.

Más eficiencia y seguridad

El 65% de la población está dispuesta a usar la telemedicina, aunque solo el 8% lo ha hecho hasta ahora, según recoge el informe, ‘COVID-19: Telehealth is the New Front Door’, de la firma de consultoría Oliver Wyman. Un dato más: el 23% de los médicos encuestado ofrece este servicio, pero solo el 6% de los usuarios cree que estos profesionales están disponibles a través de medios telemáticos.

Desde esta consultora recomiendan implantar servicios de telemedicina “con el propósito de mejorar la seguridad y la eficiencia cuando el sistema más lo necesita, ya que puede resultar vital para liberar a profesionales sanitarios con el objetivo de que se ocupen de los casos más graves en persona”, en referencia a la situación provocada por la expansión de la COVID-19. En España, según la misma fuente, alrededor del 60% de los profesionales de la salud ya están usando herramientas como WhatsApp para comunicarse con pacientes o con otros compañeros.

En cuanto a los ciudadanos, casi 6 de cada 10 españoles desearían tener una app con la que acceder a atención médica a distancia, según recogía hace poco más de un año el informe ‘360º Wellbeing Survey’ elaborado por la aseguradora Cigna. Entre las principales ventajas que mencionan se encuentran la posibilidad de obtener información para llevar una vida más saludable o medir y hacer seguimiento de algunos aspectos médicos.

El uso de herramientas de videoconferencia también se abre paso. En la plataforma Doctoralia está disponible desde finales de marzo como complemento a su servicio de atención online, puesto en marcha a comienzos de la pandemia. Un formato que han incluido tras detectar que la demanda de consultas a distancia se ha multiplicado por ocho en las últimas semanas. Su propósito es acortar los tiempos de respuesta y agilizar los diagnósticos y tratamientos requeridos por los pacientes, así como aligerar la carga de trabajo en las urgencias y consultas de los centros médicos, clínicas y hospitales.

En un momento en el que los avances en telemedicina prometían revolucionar el sector de la salud, la actual crisis sanitaria podría convertirse en un punto de inflexión para la implantación de estas tecnologías de asistencia telemática. Las videollamadas o el uso de apps de control y seguimiento de pacientes son solo una muestra de las posibilidades de la prestación de servicios sanitarios a distancia.

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Consultar con un médico a distancia no es algo nuevo, aunque este año haya cobrado un importante protagonismo. La pandemia del coronavirus ha servido para impulsar de manera general los servicios de telemedicina, al incorporarse de manera masiva al sector público. Esta práctica, que ya era habitual en algunas compañías aseguradoras, ha pasado así a formar parte del día a día de muchas personas.

La declaración del estado de alarma el 14 de marzo por la crisis del coronavirus tuvo como principal objetivo evitar el colapso del sistema sanitario. Al reducir el número de contactos entre las personas, se prevenían nuevos contagios y los centros hospitalarios podrían atender a los que estaban enfermos. Muchos ciudadanos con síntomas de la COVID-19 ya empezaban a acudir a los servicios de urgencias de los hospitales y a llamar a los números de atención telefónica para recibir asistencia.

Para descongestionar ambos servicios, una de las medidas que puso en marcha el Gobierno unos días después, fue la plataforma gratuita de atención sanitaria Asistencia COVID-19. Disponible en seis comunidades autónomas (Madrid, Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha y Extremadura), la herramienta puede utilizarse a través del móvil o la web.

Este recurso permite llevar a cabo autodiagnósticos, acceder a recomendaciones de actuación e información actualizada y a recibir recordatorios para realizar un seguimiento periódico del estado de salud del usuario. Aunque, puntualizan desde el propio Gobierno, en ningún caso constituye un servicio de diagnóstico médico.

Asistencia universal

Esta medida de teleasistencia es solo uno de los ejemplos de las iniciativas puestas en marcha desde la declaración de la pandemia para seguir ofreciendo servicios sanitarios a los pacientes. Sus beneficios no son solo asistenciales, también son una muestra de cómo la medicina a distancia puede ayudar a los sistemas sanitarios todo el mundo a atender a un mayor número de pacientes ahora y en el futuro.

A pesar de los grandes avances en medicina que se han producido en los últimos años, no está garantizado que toda la población disponga de la atención sanitaria que necesita. Tanto es así que uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU —el número 3— es lograr la cobertura sanitaria universal. Una meta con la que CaixaBank contribuye desde hace más de diez años a través de la Alianza Empresarial para la Vacunación Infantil desarrollada en el marco de la iniciativa Gavi, the Vaccine Alliance. La telemedicina también está relacionada con el ODS número 9 —Industria, Innovación e Infraestructura— que promulga el acceso universal a internet.

El acceso a servicios de salud esenciales, de calidad y asequibles es una medida que también podría ayudar a reducir la brecha de género en países emergentes. Se trata de otra meta recogida dentro de los ODS establecidos por la ONU —la número 5— y por la que también trabaja CaixaBank mediante su adhesión a los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres en las Naciones Unidas, entre otras medidas.

En los países emergentes, la tasa de mortalidad materna es todavía 14 veces mayor que en las regiones desarrolladas. En ellos, además, las mujeres y niñas ven habitualmente restringidos sus desplazamientos debido a presiones sociales, por lo que tienen más difícil acceder a unos servicios médicos que suelen estar a kilómetros de distancia de sus hogares. El teléfono móvil para realizar consultas médicas puede marcar la diferencia entre gozar o no de una vida saludable para ellas.

Este dispositivo que un alto porcentaje de la población siempre lleva encima también puede ejercer de supervisor del paciente de manera remota controlando, por ejemplo, que determinados valores se encuentren dentro de la normalidad. Un caso reciente en este sentido es el del Hospital Universitario de Badajoz, uno de los primeros del mundo en implantar a pacientes de cardiología un dispositivo que se conecta con una app a su smartphone. La aplicación permite a los usuarios mantenerse en contacto con el equipo médico y acceder a la historia de transmisiones.

Los médicos, por su parte, pueden monitorizar a los pacientes de manera remota e identificar episodios asintomáticos, así como avisos de los propios pacientes si detectan que algo no va bien. De esta manera, los equipos médicos pueden intervenir con mayor rapidez ante cualquier problema.

Más eficiencia y seguridad

El 65% de la población está dispuesta a usar la telemedicina, aunque solo el 8% lo ha hecho hasta ahora, según recoge el informe, ‘COVID-19: Telehealth is the New Front Door’, de la firma de consultoría Oliver Wyman. Un dato más: el 23% de los médicos encuestado ofrece este servicio, pero solo el 6% de los usuarios cree que estos profesionales están disponibles a través de medios telemáticos.

Desde esta consultora recomiendan implantar servicios de telemedicina “con el propósito de mejorar la seguridad y la eficiencia cuando el sistema más lo necesita, ya que puede resultar vital para liberar a profesionales sanitarios con el objetivo de que se ocupen de los casos más graves en persona”, en referencia a la situación provocada por la expansión de la COVID-19. En España, según la misma fuente, alrededor del 60% de los profesionales de la salud ya están usando herramientas como WhatsApp para comunicarse con pacientes o con otros compañeros.

En cuanto a los ciudadanos, casi 6 de cada 10 españoles desearían tener una app con la que acceder a atención médica a distancia, según recogía hace poco más de un año el informe ‘360º Wellbeing Survey’ elaborado por la aseguradora Cigna. Entre las principales ventajas que mencionan se encuentran la posibilidad de obtener información para llevar una vida más saludable o medir y hacer seguimiento de algunos aspectos médicos.

El uso de herramientas de videoconferencia también se abre paso. En la plataforma Doctoralia está disponible desde finales de marzo como complemento a su servicio de atención online, puesto en marcha a comienzos de la pandemia. Un formato que han incluido tras detectar que la demanda de consultas a distancia se ha multiplicado por ocho en las últimas semanas. Su propósito es acortar los tiempos de respuesta y agilizar los diagnósticos y tratamientos requeridos por los pacientes, así como aligerar la carga de trabajo en las urgencias y consultas de los centros médicos, clínicas y hospitales.

En un momento en el que los avances en telemedicina prometían revolucionar el sector de la salud, la actual crisis sanitaria podría convertirse en un punto de inflexión para la implantación de estas tecnologías de asistencia telemática. Las videollamadas o el uso de apps de control y seguimiento de pacientes son solo una muestra de las posibilidades de la prestación de servicios sanitarios a distancia.

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Viviendas pasivas: la casa del futuro ya está aquí https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/viviendas-pasivas-la-casa-del-futuro-ya-esta-aqui/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/viviendas-pasivas-la-casa-del-futuro-ya-esta-aqui/#respond Thu, 06 Aug 2020 07:24:36 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=38692

La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Esta frase que nos suena a todos es el principio de la ley de la conservación de la energía. Un ejemplo de ello lo encontramos en cualquier radiador eléctrico: la energía eléctrica se transforma en calor para que estemos a gusto en casa. El problema viene después, en forma de factura de la luz, especialmente cuando ese calor se escabulle porque la eficiencia energética de nuestro hogar brilla por su ausencia. Algo que no ocurre con las viviendas pasivas.

Efectivamente, el objetivo consiste en tener que transformar el mínimo de energía posible para encontrarnos a nuestras anchas en casa. No solo para ahorrarnos unos euros todos los meses, sino también para evitar daños en el planeta. Las viviendas pasivas se presentan como una interesante solución que nos puede ayudar a conseguirlo. En ellas, la eficiencia energética es tan fundamental como los cimientos sobre los que se levantan.

Qué es una vivienda pasiva

Al hablar de viviendas pasivas, nos referimos a aquellas que han sido diseñadas a partir de ciertos patrones que garantizan la eficiencia energética, un concepto de edificación sostenible que trata de aprovechar al máximo la energía. En este tipo de viviendas, la luz natural evita todo lo posible la necesidad de encender lámparas. Su propia orientación, ventilación y aislamiento también mantienen nuestras manos lejos del termostato de la calefacción.

Como resultado, sus habitantes disfrutan de una gran calidad de vida y un ahorro energético considerable. Todo ello, con el mínimo impacto medioambiental.

Aunque se calcula que su coste puede superar al de una edificación convencional entre el 10 y el 15 %, esa diferencia se puede amortizar en unos 10 años gracias al ahorro energético. De hecho, una vivienda pasiva unifamiliar en España puede consumir alrededor de un euro mensual en iluminación y 1,5 euros diarios en invierno para calentarse.

Más allá del ahorro, las viviendas pasivas se consideran construcciones ultraeficientes que nos pueden ayudar a redefinir la manera en que vivimos e incluso luchamos contra el cambio climático.

Requisitos de las viviendas pasivas

Para decir que una vivienda es pasiva no basta con orientarla, aislarla bien y conseguir que no desentone con su entorno. De hecho, existe un estándar denominado Passivhaus que es el que se utiliza para distinguirlas.

Se trata de un concepto que desarrollaron a principios de los años 90 los profesores Wolfgang Feist, del Instituto de la Vivienda y el Medio Ambiente de Darmstadt (Alemania) y Bo Adamson, de la Universidad de Lund (Suecia). Fueron ellos quienes establecieron qué requisitos debía cumplir una vivienda para ser certificada como pasiva. A partir de ese estándar, Feist fundó el Passivhaus Institut, que es el organismo que otorga el certificado Passivhaus o «casa pasiva» a las viviendas.

Básicamente, se trata de minimizar el uso de los sistemas de climatización tradicionales gracias al aprovechamiento de las condiciones climáticas del lugar donde se construye la vivienda, a su propia orientación y al uso de métodos de eficiencia energética. En relación con esto último, los cinco principios básicos para la construcción de una vivienda pasiva son los siguientes:

– Aislamiento térmico eficaz de los elementos exteriores: se trata de una característica que puede elevar el ahorro de energía hasta el 30 % respecto a una casa mal aislada. Según la Plataforma de Edificación Passivhaus, tanto las paredes exteriores como la cubierta y la solera deben tener una baja transmitancia térmica. Por su parte, el grosor del aislamiento dependerá del clima: de los 25 cm en Girona a los 5 cm en Murcia.

– Ventanas de altas prestaciones: se trata de cubrir al máximo los huecos a través de los cuales se pueden escapar el calor o el frío interiores. Para ello, es necesario recurrir a ventanas con marcos bien aislados, con carpinterías de calidad y doble o triple vidrio rellenos de gases inertes como el argón o el criptón. Además, deben reflejar el calor al interior de la vivienda en invierno y mantenerlo fuera en verano.

– Recuperación de calor por ventilación: se trata de un factor clave que permite mantener una buena calidad de aire en el interior y ahorrar energía. En las casas pasivas, al menos el 75 % del calor procedente del aire viciado que se desecha se utiliza para precalentar el aire limpio que entra. Además, el sistema de filtrado del aire exterior evita la entrada de alérgenos como el polvo o el polen.

– Ausencia de puentes térmicos: las esquinas, ejes o juntas de las casas también producen pérdidas o ganancias de temperatura, por eso se deben planificar y ejecutar con sumo cuidado. Esto se debe a que pueden provocar variaciones en la resistencia térmica de la envolvente del edificio, que se conocen como puentes térmicos.

– Estanqueidad del edificio: las grietas y huecos provocan corrientes de aire ineficientes, por eso se deben evitar al máximo. De nuevo, la envolvente del edificio es fundamental en este caso.

Junto a estos cinco principios constructivos, es muy importante el diseño bioclimático de las casas pasivas, esencial para su eficiencia energética. Para ello, es necesario estudiar a fondo el clima del lugar donde se levantará la vivienda, así como otros factores como la forma, el volumen, la captación y protección de la radiación solar o cómo le afectan las sombras. También se debe procurar que su impacto sobre el paisaje sea mínimo o nulo y elegir materiales sostenibles.

¿Serán las casas pasivas el futuro de la construcción? Todavía es pronto para afirmarlo. Eso sí, sus principios concuerdan en gran medida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU en su Agenda 2030 con la finalidad de alcanzar la prosperidad del planeta sin comprometer su futuro. Desde luego, aplicarlos al lugar en el que vivimos parece una gran idea para avanzar en la dirección correcta.

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La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Esta frase que nos suena a todos es el principio de la ley de la conservación de la energía. Un ejemplo de ello lo encontramos en cualquier radiador eléctrico: la energía eléctrica se transforma en calor para que estemos a gusto en casa. El problema viene después, en forma de factura de la luz, especialmente cuando ese calor se escabulle porque la eficiencia energética de nuestro hogar brilla por su ausencia. Algo que no ocurre con las viviendas pasivas.

Efectivamente, el objetivo consiste en tener que transformar el mínimo de energía posible para encontrarnos a nuestras anchas en casa. No solo para ahorrarnos unos euros todos los meses, sino también para evitar daños en el planeta. Las viviendas pasivas se presentan como una interesante solución que nos puede ayudar a conseguirlo. En ellas, la eficiencia energética es tan fundamental como los cimientos sobre los que se levantan.

Qué es una vivienda pasiva

Al hablar de viviendas pasivas, nos referimos a aquellas que han sido diseñadas a partir de ciertos patrones que garantizan la eficiencia energética, un concepto de edificación sostenible que trata de aprovechar al máximo la energía. En este tipo de viviendas, la luz natural evita todo lo posible la necesidad de encender lámparas. Su propia orientación, ventilación y aislamiento también mantienen nuestras manos lejos del termostato de la calefacción.

Como resultado, sus habitantes disfrutan de una gran calidad de vida y un ahorro energético considerable. Todo ello, con el mínimo impacto medioambiental.

Aunque se calcula que su coste puede superar al de una edificación convencional entre el 10 y el 15 %, esa diferencia se puede amortizar en unos 10 años gracias al ahorro energético. De hecho, una vivienda pasiva unifamiliar en España puede consumir alrededor de un euro mensual en iluminación y 1,5 euros diarios en invierno para calentarse.

Más allá del ahorro, las viviendas pasivas se consideran construcciones ultraeficientes que nos pueden ayudar a redefinir la manera en que vivimos e incluso luchamos contra el cambio climático.

Requisitos de las viviendas pasivas

Para decir que una vivienda es pasiva no basta con orientarla, aislarla bien y conseguir que no desentone con su entorno. De hecho, existe un estándar denominado Passivhaus que es el que se utiliza para distinguirlas.

Se trata de un concepto que desarrollaron a principios de los años 90 los profesores Wolfgang Feist, del Instituto de la Vivienda y el Medio Ambiente de Darmstadt (Alemania) y Bo Adamson, de la Universidad de Lund (Suecia). Fueron ellos quienes establecieron qué requisitos debía cumplir una vivienda para ser certificada como pasiva. A partir de ese estándar, Feist fundó el Passivhaus Institut, que es el organismo que otorga el certificado Passivhaus o «casa pasiva» a las viviendas.

Básicamente, se trata de minimizar el uso de los sistemas de climatización tradicionales gracias al aprovechamiento de las condiciones climáticas del lugar donde se construye la vivienda, a su propia orientación y al uso de métodos de eficiencia energética. En relación con esto último, los cinco principios básicos para la construcción de una vivienda pasiva son los siguientes:

– Aislamiento térmico eficaz de los elementos exteriores: se trata de una característica que puede elevar el ahorro de energía hasta el 30 % respecto a una casa mal aislada. Según la Plataforma de Edificación Passivhaus, tanto las paredes exteriores como la cubierta y la solera deben tener una baja transmitancia térmica. Por su parte, el grosor del aislamiento dependerá del clima: de los 25 cm en Girona a los 5 cm en Murcia.

– Ventanas de altas prestaciones: se trata de cubrir al máximo los huecos a través de los cuales se pueden escapar el calor o el frío interiores. Para ello, es necesario recurrir a ventanas con marcos bien aislados, con carpinterías de calidad y doble o triple vidrio rellenos de gases inertes como el argón o el criptón. Además, deben reflejar el calor al interior de la vivienda en invierno y mantenerlo fuera en verano.

– Recuperación de calor por ventilación: se trata de un factor clave que permite mantener una buena calidad de aire en el interior y ahorrar energía. En las casas pasivas, al menos el 75 % del calor procedente del aire viciado que se desecha se utiliza para precalentar el aire limpio que entra. Además, el sistema de filtrado del aire exterior evita la entrada de alérgenos como el polvo o el polen.

– Ausencia de puentes térmicos: las esquinas, ejes o juntas de las casas también producen pérdidas o ganancias de temperatura, por eso se deben planificar y ejecutar con sumo cuidado. Esto se debe a que pueden provocar variaciones en la resistencia térmica de la envolvente del edificio, que se conocen como puentes térmicos.

– Estanqueidad del edificio: las grietas y huecos provocan corrientes de aire ineficientes, por eso se deben evitar al máximo. De nuevo, la envolvente del edificio es fundamental en este caso.

Junto a estos cinco principios constructivos, es muy importante el diseño bioclimático de las casas pasivas, esencial para su eficiencia energética. Para ello, es necesario estudiar a fondo el clima del lugar donde se levantará la vivienda, así como otros factores como la forma, el volumen, la captación y protección de la radiación solar o cómo le afectan las sombras. También se debe procurar que su impacto sobre el paisaje sea mínimo o nulo y elegir materiales sostenibles.

¿Serán las casas pasivas el futuro de la construcción? Todavía es pronto para afirmarlo. Eso sí, sus principios concuerdan en gran medida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU en su Agenda 2030 con la finalidad de alcanzar la prosperidad del planeta sin comprometer su futuro. Desde luego, aplicarlos al lugar en el que vivimos parece una gran idea para avanzar en la dirección correcta.

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Amistad, la clave de la felicidad que no debes descuidar https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/amistad-la-clave-de-la-felicidad-que-no-debes-descuidar/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/amistad-la-clave-de-la-felicidad-que-no-debes-descuidar/#respond Thu, 30 Jul 2020 07:03:42 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=38594

Ya lo decía Aristóteles: el hombre es un animal político. El filósofo griego recogió esta sentencia en su obra La política y no se refería exactamente a que todos llevemos un parlamentario dentro. Aludía, más bien, a la capacidad que tenemos los humanos para relacionarnos y vivir en sociedad. Somos gregarios y necesitamos a los demás para realizarnos. Por eso, la amistad es uno de los principales cimientos sobre los cuales construimos nuestra felicidad.

Tener —y mantener— amigos es tan importante para la humanidad que la ONU ha decidido celebrar el 30 de julio el Día Internacional de la Amistad. El organismo la considera como una de las manifestaciones fundamentales de la solidaridad, que es la que ayuda a los pueblos a hacer frente a enemigos comunes. Por ejemplo, el cambio climático, la pobreza o la enfermedad, cuya solución global buscan los países a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) formulados por la propia ONU.

A escala individual, la amistad ofrece beneficios similares: los amigos nos ayudan a afrontar y superar problemas, celebran con nosotros las alegrías y nos ofrecen consuelo cuando vienen mal dadas. Es tan beneficiosa su influencia que, sin saberlo, incluso nos ayudan a estar más sanos.

Biografía de la amistad

Nos relacionamos con los demás desde que nacemos. Primero, nuestros padres o cuidadores nos ayudan a salir adelante. Sin embargo, pronto empezamos a hacer amigos, unas relaciones que se profundizan cuando comenzamos a ir a la escuela.

Tal y como recuerda la periodista científica estadounidense Lydia Denworth en su libro Amistad: la evolución, biología y extraordinario poder del vínculo fundamental de la vida, durante nuestra etapa escolar nos suele resultar sencillo mantener amistades. Además, en la adolescencia nuestro cerebro se encuentra sintonizado al máximo para percibir señales sociales y conectar con otros. Como resultado, en esa etapa estamos especialmente interesados en la actividad social.

Al llegar a la etapa adulta, cuando el trabajo y los hijos entran en juego, nos resulta más complicado pasar tiempo con los amigos. Una relación que tendemos a retomar más tarde, cuando los hijos se independizan y el trabajo es menos exigente.

De cómo hayamos cuidado nuestras amistades durante todo ese tiempo dependerá en gran medida la calidad de nuestras relaciones cuando tengamos más tiempo libre y, por tanto, los beneficios que obtendremos de ellas. Unos beneficios que van mucho más allá del placer de tener a alguien con quien compartir una partida de dominó o una agradable charla: un estudio de la Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill (Estados Unidos) asegura que nuestras conexiones sociales son tan importantes para mantenernos saludables como hacer ejercicio o cuidar la alimentación a lo largo de nuestras vidas.

Salud en todas las etapas

Esta investigación fue la primera en relacionar nuestras interacciones sociales con mediciones concretas de bienestar físico, tales como el volumen abdominal o los niveles de inflamación o de tensión arterial. Todas ellas están ligadas a problemas de salud a largo plazo, como las enfermedades cardiacas, los accidentes cerebrovasculares o el cáncer. Se desarrolló a partir de otros estudios previos que demostraban cómo las personas mayores viven más cuantas más conexiones sociales mantengan.

El estudio demuestra que las relaciones sociales son capaces de reducir riesgos para la salud en cada etapa de la vida. De hecho, explica que el aislamiento social en la adolescencia aumenta el riesgo de inflamación en la misma medida que el sedentarismo. Por el contrario, la integración social protege a los jóvenes frente a la obesidad. En la vejez, el aislamiento resulta ser más dañino para la salud que otros problemas, como la diabetes.

Durante la etapa adulta, sin embargo, no se trata tanto de cuántos amigos tenemos, sino del apoyo que nos ofrecen, al menos en términos de salud. Así, los investigadores aseguran que, mientras en jóvenes y ancianos lo más importante es que estén integrados en redes sociales extensas, en las etapas intermedias lo que cuenta, más que la cantidad, es la calidad de las relaciones.

Otra revisión sobre distintas investigaciones relacionadas con la materia afirma que la magnitud de los efectos del aislamiento social sobre la salud es similar a la de otros factores de riesgo, como la hipertensión, la obesidad o incluso el tabaquismo.

Amistad y pandemia

Está claro que mantener nuestras relaciones de amistad es importante para nuestra salud. Esto es algo que debemos tener siempre presente, pero sobre todo en un momento en el que la pandemia de la COVID-19 ha modificado nuestras dinámicas habituales. De hecho, un informe publicado recientemente por la consultora McKinsey asegura que, en abril de este año, la proporción de europeos que aseguraban sentirse solos casi siempre prácticamente se triplicó.

Esta investigación muestra cómo el sentimiento de soledad era mayor en países en los que la confianza en las relaciones y la satisfacción con estas se encontraban ya antes en niveles bajos. Según la consultora, esto podría sugerir que el capital social —es decir, las redes de relaciones en las que se apoyan los ciudadanos— ha podido amortiguar el shock provocado por la pandemia en otros países.

No cabe duda: quien tiene un amigo tiene un tesoro. Por eso merece la pena cuidar las relaciones que vamos forjando a lo largo de nuestra vida. Nuestras amistades no son solo compañeras de camino, sino también una importante fuente de salud y bienestar que debemos preservar. Especialmente en los momentos difíciles.

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Ya lo decía Aristóteles: el hombre es un animal político. El filósofo griego recogió esta sentencia en su obra La política y no se refería exactamente a que todos llevemos un parlamentario dentro. Aludía, más bien, a la capacidad que tenemos los humanos para relacionarnos y vivir en sociedad. Somos gregarios y necesitamos a los demás para realizarnos. Por eso, la amistad es uno de los principales cimientos sobre los cuales construimos nuestra felicidad.

Tener —y mantener— amigos es tan importante para la humanidad que la ONU ha decidido celebrar el 30 de julio el Día Internacional de la Amistad. El organismo la considera como una de las manifestaciones fundamentales de la solidaridad, que es la que ayuda a los pueblos a hacer frente a enemigos comunes. Por ejemplo, el cambio climático, la pobreza o la enfermedad, cuya solución global buscan los países a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) formulados por la propia ONU.

A escala individual, la amistad ofrece beneficios similares: los amigos nos ayudan a afrontar y superar problemas, celebran con nosotros las alegrías y nos ofrecen consuelo cuando vienen mal dadas. Es tan beneficiosa su influencia que, sin saberlo, incluso nos ayudan a estar más sanos.

Biografía de la amistad

Nos relacionamos con los demás desde que nacemos. Primero, nuestros padres o cuidadores nos ayudan a salir adelante. Sin embargo, pronto empezamos a hacer amigos, unas relaciones que se profundizan cuando comenzamos a ir a la escuela.

Tal y como recuerda la periodista científica estadounidense Lydia Denworth en su libro Amistad: la evolución, biología y extraordinario poder del vínculo fundamental de la vida, durante nuestra etapa escolar nos suele resultar sencillo mantener amistades. Además, en la adolescencia nuestro cerebro se encuentra sintonizado al máximo para percibir señales sociales y conectar con otros. Como resultado, en esa etapa estamos especialmente interesados en la actividad social.

Al llegar a la etapa adulta, cuando el trabajo y los hijos entran en juego, nos resulta más complicado pasar tiempo con los amigos. Una relación que tendemos a retomar más tarde, cuando los hijos se independizan y el trabajo es menos exigente.

De cómo hayamos cuidado nuestras amistades durante todo ese tiempo dependerá en gran medida la calidad de nuestras relaciones cuando tengamos más tiempo libre y, por tanto, los beneficios que obtendremos de ellas. Unos beneficios que van mucho más allá del placer de tener a alguien con quien compartir una partida de dominó o una agradable charla: un estudio de la Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill (Estados Unidos) asegura que nuestras conexiones sociales son tan importantes para mantenernos saludables como hacer ejercicio o cuidar la alimentación a lo largo de nuestras vidas.

Salud en todas las etapas

Esta investigación fue la primera en relacionar nuestras interacciones sociales con mediciones concretas de bienestar físico, tales como el volumen abdominal o los niveles de inflamación o de tensión arterial. Todas ellas están ligadas a problemas de salud a largo plazo, como las enfermedades cardiacas, los accidentes cerebrovasculares o el cáncer. Se desarrolló a partir de otros estudios previos que demostraban cómo las personas mayores viven más cuantas más conexiones sociales mantengan.

El estudio demuestra que las relaciones sociales son capaces de reducir riesgos para la salud en cada etapa de la vida. De hecho, explica que el aislamiento social en la adolescencia aumenta el riesgo de inflamación en la misma medida que el sedentarismo. Por el contrario, la integración social protege a los jóvenes frente a la obesidad. En la vejez, el aislamiento resulta ser más dañino para la salud que otros problemas, como la diabetes.

Durante la etapa adulta, sin embargo, no se trata tanto de cuántos amigos tenemos, sino del apoyo que nos ofrecen, al menos en términos de salud. Así, los investigadores aseguran que, mientras en jóvenes y ancianos lo más importante es que estén integrados en redes sociales extensas, en las etapas intermedias lo que cuenta, más que la cantidad, es la calidad de las relaciones.

Otra revisión sobre distintas investigaciones relacionadas con la materia afirma que la magnitud de los efectos del aislamiento social sobre la salud es similar a la de otros factores de riesgo, como la hipertensión, la obesidad o incluso el tabaquismo.

Amistad y pandemia

Está claro que mantener nuestras relaciones de amistad es importante para nuestra salud. Esto es algo que debemos tener siempre presente, pero sobre todo en un momento en el que la pandemia de la COVID-19 ha modificado nuestras dinámicas habituales. De hecho, un informe publicado recientemente por la consultora McKinsey asegura que, en abril de este año, la proporción de europeos que aseguraban sentirse solos casi siempre prácticamente se triplicó.

Esta investigación muestra cómo el sentimiento de soledad era mayor en países en los que la confianza en las relaciones y la satisfacción con estas se encontraban ya antes en niveles bajos. Según la consultora, esto podría sugerir que el capital social —es decir, las redes de relaciones en las que se apoyan los ciudadanos— ha podido amortiguar el shock provocado por la pandemia en otros países.

No cabe duda: quien tiene un amigo tiene un tesoro. Por eso merece la pena cuidar las relaciones que vamos forjando a lo largo de nuestra vida. Nuestras amistades no son solo compañeras de camino, sino también una importante fuente de salud y bienestar que debemos preservar. Especialmente en los momentos difíciles.

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