> eficiencia energética – El Blog de CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank El Blog de CaixaBank Fri, 21 Apr 2023 13:58:40 +0000 es-ES hourly 1 Autoconsumo energético, una alternativa sostenible y eficiente https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/autoconsumo-instalacion-ayudas/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/autoconsumo-instalacion-ayudas/#respond Wed, 01 Mar 2023 08:54:36 +0000 u0182631@lacaixa.es CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=61296

El 5 de marzo es el Día Mundial de la Eficiencia Energética, una fecha para la reflexión sobre el uso que damos a la energía, su origen y las posibilidades de optimizar su consumo, manteniendo los niveles de confort.

Una de las vías para mejorar los niveles de eficiencia energética es el autoconsumo. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), se trata de la capacidad de «cualquier persona o empresa de producir electricidad renovable para su propio consumo instalando en su hogar, local o comunidad de vecinos paneles solares fotovoltaicos u otros sistemas de generación renovable».

España reúne unas condiciones geográficas y climatológicas muy favorables para la generación a partir de placas fotovoltaicas, con una media de 300 días de sol al año, sin perder de vista la generación eólica.

¿Cómo funciona el autoconsumo energético?

La energía generada por la instalación fotovoltaica o eólica va a dar respuesta a la demanda de la vivienda o la comunidad, generalmente de manera parcial. Para ello, se conecta a la red eléctrica la instalación de autoconsumo.

Durante los periodos de generación (horas de sol o de viento), la energía da servicio a la vivienda o comunidad. La energía sobrante (que supere la demanda) puede volcarse a la red eléctrica (se remunerará esta aportación mediante un pago mensual o descuento en la factura) o puede almacenarse en una batería, para recurrir a ella cuando se precise. En los periodos en los que la instalación no genere energía (horas sin sol o sin viento) o no la genere de manera que satisfaga la demanda de la casa o vivienda, el sistema recurre a la energía de la red.

De esta manera, se asegura el suministro energético en cualquier momento, primando la eficiencia, la sostenibilidad y el ahorro.

¿Cuáles son las ventajas del autoconsumo energético?

El autoconsumo energético supone:

  • Menor dependencia de la red eléctrica
  • Menor dependencia de las fluctuaciones en el precio de la energía
  • Ahorro en la factura, ya que la energía generada por la instalación de autoconsumo es gratuita y solo hay que pagar la que se consuma desde la red eléctrica
  • Mayor eficiencia, pues solo se demanda a la red la energía según se necesite
  • Mayor sostenibilidad, dado que se trata de energías renovables no contaminantes

¿Cómo instalar el autoconsumo energético en casa?

Después de obtener la viabilidad técnica y el visto bueno del propietario o la comunidad de propietarios sobre los criterios de distribución, tipo de instalación o presupuesto, hay que obtener el permiso municipal de obra, la autorización ambiental de la comunidad autónoma y el código de autoconsumo de la empresa distribuidora de electricidad que opere en la zona. Con estos trámites, es posible iniciar los trabajos de instalación.

Una vez concluidos, para que la instalación comience a funcionar, es preciso contar con la licencia de actividad municipal y el certificado de instalación eléctrica de la comunidad autónoma.

Además, la instalación ha de contar con un acuerdo de reparto. Por parte de la compañía comercializadora de electricidad se necesita gestionar el alta o modificación del contrato de suministro y el de acceso y conexión.

Si el modelo elegido supone vender la energía excedente, las comunidades autónomas, a excepción de Cataluña, piden un CIE de generación. Por su parte, Aragón, Canarias, Andalucía y Extremadura exigen un CIE de generación sellado, mientras que Baleares requiere un CIE de generación y justificante de inscripción en el Registro de Autoconsumo.

Estos son los requisitos para las instalaciones menores de 10 kW, ya que las que presenten potencias superiores afrontan otro tipo de gestiones.

¿Qué ayudas hay para la instalación de consumo energético en casa?

El Ministerio de Transición Energética ha dispuesto ayudas de hasta 900 millones de euros a aquellos espacios que quieran sumarse al autoconsumo y de hasta 220 millones de euros para el almacenamiento energético, a través del Real Decreto 477/2021.

Si hablamos de energía fotovoltaica, se trata de ayudas a particulares del 40 % al 50 %, para el autoconsumo colectivo. En lo relativo a la eólica, la ayuda es del 50 %. Por último, en almacenamiento, las ayudas llegan hasta el 70 %.

Los porcentajes crecen 5 puntos en municipios con menos de 5.000 habitantes o municipios con menos de 20.000 habitantes en entornos rurales cuyos diferentes núcleos de población tengan menos de 5.000 habitantes. El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia financiado por la Unión Europea (NextGenerationEU) recoge estas ayudas en detalle (puntos 4 y 5).

Las ayudas se otorgan por orden de presentación hasta el agotamiento de los fondos y el plazo de presentación es hasta finales de 2023.

Además, existen deducciones fiscales anunciadas en el Real Decreto Ley 19/2021 de medidas urgentes para impulsar la actividad de rehabilitación edificatoria dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y en el Real Decreto Ley 18/2022 de medidas de refuerzo de la protección de los consumidores de energía y de contribución a la reducción del consumo de gas natural.

Son aplicables deducciones en el IRPF (entre el 20 % y el 60 % del importe de las obras de mejora energética en edificios y viviendas). No olvides consultar si tu municipio ofrece reducciones del IBI por la instalación de placas fotovoltaicas.

Por último, hay que tener en mente los ecopréstamos, que ofrecen condiciones favorables para financiar opciones de autoconsumo.

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El 5 de marzo es el Día Mundial de la Eficiencia Energética, una fecha para la reflexión sobre el uso que damos a la energía, su origen y las posibilidades de optimizar su consumo, manteniendo los niveles de confort.

Una de las vías para mejorar los niveles de eficiencia energética es el autoconsumo. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), se trata de la capacidad de «cualquier persona o empresa de producir electricidad renovable para su propio consumo instalando en su hogar, local o comunidad de vecinos paneles solares fotovoltaicos u otros sistemas de generación renovable».

España reúne unas condiciones geográficas y climatológicas muy favorables para la generación a partir de placas fotovoltaicas, con una media de 300 días de sol al año, sin perder de vista la generación eólica.

¿Cómo funciona el autoconsumo energético?

La energía generada por la instalación fotovoltaica o eólica va a dar respuesta a la demanda de la vivienda o la comunidad, generalmente de manera parcial. Para ello, se conecta a la red eléctrica la instalación de autoconsumo.

Durante los periodos de generación (horas de sol o de viento), la energía da servicio a la vivienda o comunidad. La energía sobrante (que supere la demanda) puede volcarse a la red eléctrica (se remunerará esta aportación mediante un pago mensual o descuento en la factura) o puede almacenarse en una batería, para recurrir a ella cuando se precise. En los periodos en los que la instalación no genere energía (horas sin sol o sin viento) o no la genere de manera que satisfaga la demanda de la casa o vivienda, el sistema recurre a la energía de la red.

De esta manera, se asegura el suministro energético en cualquier momento, primando la eficiencia, la sostenibilidad y el ahorro.

¿Cuáles son las ventajas del autoconsumo energético?

El autoconsumo energético supone:

  • Menor dependencia de la red eléctrica
  • Menor dependencia de las fluctuaciones en el precio de la energía
  • Ahorro en la factura, ya que la energía generada por la instalación de autoconsumo es gratuita y solo hay que pagar la que se consuma desde la red eléctrica
  • Mayor eficiencia, pues solo se demanda a la red la energía según se necesite
  • Mayor sostenibilidad, dado que se trata de energías renovables no contaminantes

¿Cómo instalar el autoconsumo energético en casa?

Después de obtener la viabilidad técnica y el visto bueno del propietario o la comunidad de propietarios sobre los criterios de distribución, tipo de instalación o presupuesto, hay que obtener el permiso municipal de obra, la autorización ambiental de la comunidad autónoma y el código de autoconsumo de la empresa distribuidora de electricidad que opere en la zona. Con estos trámites, es posible iniciar los trabajos de instalación.

Una vez concluidos, para que la instalación comience a funcionar, es preciso contar con la licencia de actividad municipal y el certificado de instalación eléctrica de la comunidad autónoma.

Además, la instalación ha de contar con un acuerdo de reparto. Por parte de la compañía comercializadora de electricidad se necesita gestionar el alta o modificación del contrato de suministro y el de acceso y conexión.

Si el modelo elegido supone vender la energía excedente, las comunidades autónomas, a excepción de Cataluña, piden un CIE de generación. Por su parte, Aragón, Canarias, Andalucía y Extremadura exigen un CIE de generación sellado, mientras que Baleares requiere un CIE de generación y justificante de inscripción en el Registro de Autoconsumo.

Estos son los requisitos para las instalaciones menores de 10 kW, ya que las que presenten potencias superiores afrontan otro tipo de gestiones.

¿Qué ayudas hay para la instalación de consumo energético en casa?

El Ministerio de Transición Energética ha dispuesto ayudas de hasta 900 millones de euros a aquellos espacios que quieran sumarse al autoconsumo y de hasta 220 millones de euros para el almacenamiento energético, a través del Real Decreto 477/2021.

Si hablamos de energía fotovoltaica, se trata de ayudas a particulares del 40 % al 50 %, para el autoconsumo colectivo. En lo relativo a la eólica, la ayuda es del 50 %. Por último, en almacenamiento, las ayudas llegan hasta el 70 %.

Los porcentajes crecen 5 puntos en municipios con menos de 5.000 habitantes o municipios con menos de 20.000 habitantes en entornos rurales cuyos diferentes núcleos de población tengan menos de 5.000 habitantes. El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia financiado por la Unión Europea (NextGenerationEU) recoge estas ayudas en detalle (puntos 4 y 5).

Las ayudas se otorgan por orden de presentación hasta el agotamiento de los fondos y el plazo de presentación es hasta finales de 2023.

Además, existen deducciones fiscales anunciadas en el Real Decreto Ley 19/2021 de medidas urgentes para impulsar la actividad de rehabilitación edificatoria dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y en el Real Decreto Ley 18/2022 de medidas de refuerzo de la protección de los consumidores de energía y de contribución a la reducción del consumo de gas natural.

Son aplicables deducciones en el IRPF (entre el 20 % y el 60 % del importe de las obras de mejora energética en edificios y viviendas). No olvides consultar si tu municipio ofrece reducciones del IBI por la instalación de placas fotovoltaicas.

Por último, hay que tener en mente los ecopréstamos, que ofrecen condiciones favorables para financiar opciones de autoconsumo.

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Todo lo que el certificado de eficiencia energética nos cuenta de una vivienda https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/que-es-certificado-eficiencia-energetica/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/que-es-certificado-eficiencia-energetica/#respond Tue, 17 Jan 2023 08:46:15 +0000 u0182631@lacaixa.es CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=60592

El certificado energético de una vivienda es un documento oficial que recoge información sobre las características energéticas de la misma.

Ha de ser elaborado por un técnico habilitado para ello, que recopila, analiza y refleja en el documento datos sobre el consumo energético de la vivienda en condiciones habituales de ocupación: consumo de electricidad, iluminación, calefacción, refrigeración, ventilación, calefacción o agua caliente.

Otro de los aspectos que pesan en esta valoración son las medidas de aislamiento y ahorro energético de las que dispone la vivienda: cerramientos, carpinterías, ventanas y sistemas de climatización también son objeto de análisis. El técnico, además, elaborará un esquema de la vivienda con su superficie.

Con toda esta información, el técnico emite una valoración que se refleja en una letra, donde la A expresa la máxima eficiencia energética y la G, la mínima. Se acompaña este informe con recomendaciones para mejorar la eficiencia de la vivienda. Una vez obtenido el certificado, hay que registrarlo en el organismo autonómico correspondiente. Este trámite puede corresponder al propietario o al propio técnico, según hayan pactado en su contratación de servicios.

¿Cuándo me pueden exigir el certificado de eficiencia energética de mi vivienda?

Todas las viviendas que vayan a venderse o alquilarse deben contar con su correspondiente certificado de eficiencia energética. Con esto, el potencial comprador o inquilino tendrá toda la información sobre el gasto energético de la vivienda.

Esta calificación energética también es clave para ciertas ayudas. Algunas comunidades autónomas ofrecen subvenciones para mejorarla a través de financiación de obras (por ejemplo, mejora de cerramientos o cambio a calderas más eficientes). La Agencia Tributaria también cuenta con deducciones temporales por las cantidades invertidas en obras de rehabilitación con el objetivo de mejorar la calificación energética de las viviendas. Ambas líneas de ayudas son compatibles.

¿Qué validez tienen los certificados de eficiencia energética de una vivienda?

El certificado ha de estar actualizado, es decir, si se realizan cambios en la vivienda que puedan afectar a la eficiencia energética, es preciso realizar un nuevo certificado. Los certificados tienen una validez de 10 años, salvo aquellos con una calificación G, que deben renovarse cada 5 años, recoge el Real Decreto 390/2021.

¿Qué edificaciones están exentas del certificado de eficiencia energética?

El Real Decreto 390/2021 cita las siguientes excepciones: edificios históricos o monumentos, edificios religiosos y de culto, edificios de superficie útil menor de 50 metros cuadrados, viviendas prefabricadas y efímeras, edificios con un uso de menos de 4 meses al año.

¿Cuál es la calificación de eficiencia energética de vivienda más común en España?

Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el 84 % de las viviendas en España cuenta con las calificaciones más bajas de la escala (E, F o G). El motivo es la antigüedad del parque inmobiliario español, ya que según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 80 % de las viviendas que hay en nuestro país se edificó antes de 1980, cuando el modelo constructivo no tenía tan en cuenta la eficiencia. Es por ello que nuestras viviendas cuentan con un amplio margen de mejora.

¿Qué se puede hacer para mejorar la calificación de la eficiencia energética de un edificio?

El IDAE ofrece algunas recomendaciones para mejorar el nivel de eficiencia energética:

En definitiva, el consumo de energía de una vivienda genera un impacto directo en nuestro bolsillo y nuestra calidad de vida. Por ello, es fundamental disponer de toda la información si vamos a comprar o alquilar y tener en mente cuáles son las mejoras necesarias para elevar la eficiencia energética en sus sistemas de climatización y producción de agua caliente, así como la calidad de las instalaciones. Gracias al certificado de eficiencia energética podemos conocer esa información.

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El certificado energético de una vivienda es un documento oficial que recoge información sobre las características energéticas de la misma.

Ha de ser elaborado por un técnico habilitado para ello, que recopila, analiza y refleja en el documento datos sobre el consumo energético de la vivienda en condiciones habituales de ocupación: consumo de electricidad, iluminación, calefacción, refrigeración, ventilación, calefacción o agua caliente.

Otro de los aspectos que pesan en esta valoración son las medidas de aislamiento y ahorro energético de las que dispone la vivienda: cerramientos, carpinterías, ventanas y sistemas de climatización también son objeto de análisis. El técnico, además, elaborará un esquema de la vivienda con su superficie.

Con toda esta información, el técnico emite una valoración que se refleja en una letra, donde la A expresa la máxima eficiencia energética y la G, la mínima. Se acompaña este informe con recomendaciones para mejorar la eficiencia de la vivienda. Una vez obtenido el certificado, hay que registrarlo en el organismo autonómico correspondiente. Este trámite puede corresponder al propietario o al propio técnico, según hayan pactado en su contratación de servicios.

¿Cuándo me pueden exigir el certificado de eficiencia energética de mi vivienda?

Todas las viviendas que vayan a venderse o alquilarse deben contar con su correspondiente certificado de eficiencia energética. Con esto, el potencial comprador o inquilino tendrá toda la información sobre el gasto energético de la vivienda.

Esta calificación energética también es clave para ciertas ayudas. Algunas comunidades autónomas ofrecen subvenciones para mejorarla a través de financiación de obras (por ejemplo, mejora de cerramientos o cambio a calderas más eficientes). La Agencia Tributaria también cuenta con deducciones temporales por las cantidades invertidas en obras de rehabilitación con el objetivo de mejorar la calificación energética de las viviendas. Ambas líneas de ayudas son compatibles.

¿Qué validez tienen los certificados de eficiencia energética de una vivienda?

El certificado ha de estar actualizado, es decir, si se realizan cambios en la vivienda que puedan afectar a la eficiencia energética, es preciso realizar un nuevo certificado. Los certificados tienen una validez de 10 años, salvo aquellos con una calificación G, que deben renovarse cada 5 años, recoge el Real Decreto 390/2021.

¿Qué edificaciones están exentas del certificado de eficiencia energética?

El Real Decreto 390/2021 cita las siguientes excepciones: edificios históricos o monumentos, edificios religiosos y de culto, edificios de superficie útil menor de 50 metros cuadrados, viviendas prefabricadas y efímeras, edificios con un uso de menos de 4 meses al año.

¿Cuál es la calificación de eficiencia energética de vivienda más común en España?

Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el 84 % de las viviendas en España cuenta con las calificaciones más bajas de la escala (E, F o G). El motivo es la antigüedad del parque inmobiliario español, ya que según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 80 % de las viviendas que hay en nuestro país se edificó antes de 1980, cuando el modelo constructivo no tenía tan en cuenta la eficiencia. Es por ello que nuestras viviendas cuentan con un amplio margen de mejora.

¿Qué se puede hacer para mejorar la calificación de la eficiencia energética de un edificio?

El IDAE ofrece algunas recomendaciones para mejorar el nivel de eficiencia energética:

En definitiva, el consumo de energía de una vivienda genera un impacto directo en nuestro bolsillo y nuestra calidad de vida. Por ello, es fundamental disponer de toda la información si vamos a comprar o alquilar y tener en mente cuáles son las mejoras necesarias para elevar la eficiencia energética en sus sistemas de climatización y producción de agua caliente, así como la calidad de las instalaciones. Gracias al certificado de eficiencia energética podemos conocer esa información.

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Deducciones por obras para reducir la demanda de calefacción y refrigeración en el hogar https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/deducciones-por-obras-para-reducir-calefaccion-y-refrigeracion/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/deducciones-por-obras-para-reducir-calefaccion-y-refrigeracion/#respond Mon, 19 Sep 2022 08:21:39 +0000 u0182631@lacaixa.es CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=59056

Ante las previsiones de un invierno duro debido a la elevada incertidumbre en torno a los suministros de energía derivada de la guerra de Ucrania, muchos hogares se han lanzado a hacer reformas en casa que permitan reducir la demanda de la calefacción y refrigeración.

Estas obras para ganar en eficiencia energética desgravan en la declaración de la renta, siempre y cuando sirvan para reducir la demanda de calor y frío del hogar.

Según establece el Real Decreto Ley 19/2021, de 5 de octubre, para ser deducibles, la reforma ha de llevarse a cabo en la vivienda habitual o en cualquier otra de tu titularidad que tengas arrendada para uso como vivienda o posible alquiler. En este último caso, será necesario alquilarla antes del 31 de diciembre de 2023.

La Agencia Tributaria recuerda que no se podrá aplicar esta deducción por la parte de la obra que se realice en plazas de garaje, trasteros, jardines, parques, piscinas e instalaciones deportivas y otros elementos análogos. Tampoco en la parte de la vivienda que esté afecta a una actividad económica.

Las obras que dan derecho a la deducción son aquellas que permiten reducir en al menos un 7 % la demanda de calefacción y refrigeración de la vivienda. Será necesario acreditarlo con un certificado de eficiencia energética de la vivienda emitido por un técnico competente antes del inicio de los trabajos y una vez terminados.

El plazo límite para hacer la reforma es el 31 de diciembre de 2022.

El periodo impositivo en el que hay que aplicar la deducción será aquel en el que se expida el certificado de eficiencia energética emitido después de las obras. En todo caso, este deberá ser expedido antes del 1 de enero de 2023.

La base de la deducción son las cantidades satisfechas por las obras realizadas desde el 6 de octubre de 2021 hasta el 31 de diciembre de 2022 con un máximo de 5.000 euros. El porcentaje de deducción es el 20 %.

Gasto de los hogares en energía

Más allá de las deducciones, las reformas relacionadas con la eficiencia energética ayudan a los hogares a reducir su factura en electricidad y gas.

Según un informe del Banco de España, “la energía consumida en el hogar presenta características de bien esencial o de primera necesidad”. Por eso, si los precios suben, las familias tienden a hacer ajustes poco significativos en su demanda y reducen su gasto en otros bienes o su nivel de ahorro.

“Ante un aumento del gasto nominal en energía consumida en el hogar (que se presume debido a un incremento de precios —del gas o de la electricidad—), las familias con un colchón modesto de liquidez han reducido el gasto en otros bienes. Estos hogares son, mayoritariamente, los de rentas bajas, que, además, se ven más expuestos ante variaciones en el precio de la energía, dado que para estos hogares la factura energética absorbe una mayor proporción de sus ingresos”, destaca el estudio.

La Comisión Europea señala que el gas natural representa alrededor del 42 % de la energía utilizada para la calefacción de espacios en los sectores residencial y doméstico. El petróleo es el siguiente combustible fósil más importante para calefactar hogares, con un 14 %, mientras que el carbón representa alrededor del 3 %.

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Ante las previsiones de un invierno duro debido a la elevada incertidumbre en torno a los suministros de energía derivada de la guerra de Ucrania, muchos hogares se han lanzado a hacer reformas en casa que permitan reducir la demanda de la calefacción y refrigeración.

Estas obras para ganar en eficiencia energética desgravan en la declaración de la renta, siempre y cuando sirvan para reducir la demanda de calor y frío del hogar.

Según establece el Real Decreto Ley 19/2021, de 5 de octubre, para ser deducibles, la reforma ha de llevarse a cabo en la vivienda habitual o en cualquier otra de tu titularidad que tengas arrendada para uso como vivienda o posible alquiler. En este último caso, será necesario alquilarla antes del 31 de diciembre de 2023.

La Agencia Tributaria recuerda que no se podrá aplicar esta deducción por la parte de la obra que se realice en plazas de garaje, trasteros, jardines, parques, piscinas e instalaciones deportivas y otros elementos análogos. Tampoco en la parte de la vivienda que esté afecta a una actividad económica.

Las obras que dan derecho a la deducción son aquellas que permiten reducir en al menos un 7 % la demanda de calefacción y refrigeración de la vivienda. Será necesario acreditarlo con un certificado de eficiencia energética de la vivienda emitido por un técnico competente antes del inicio de los trabajos y una vez terminados.

El plazo límite para hacer la reforma es el 31 de diciembre de 2022.

El periodo impositivo en el que hay que aplicar la deducción será aquel en el que se expida el certificado de eficiencia energética emitido después de las obras. En todo caso, este deberá ser expedido antes del 1 de enero de 2023.

La base de la deducción son las cantidades satisfechas por las obras realizadas desde el 6 de octubre de 2021 hasta el 31 de diciembre de 2022 con un máximo de 5.000 euros. El porcentaje de deducción es el 20 %.

Gasto de los hogares en energía

Más allá de las deducciones, las reformas relacionadas con la eficiencia energética ayudan a los hogares a reducir su factura en electricidad y gas.

Según un informe del Banco de España, “la energía consumida en el hogar presenta características de bien esencial o de primera necesidad”. Por eso, si los precios suben, las familias tienden a hacer ajustes poco significativos en su demanda y reducen su gasto en otros bienes o su nivel de ahorro.

“Ante un aumento del gasto nominal en energía consumida en el hogar (que se presume debido a un incremento de precios —del gas o de la electricidad—), las familias con un colchón modesto de liquidez han reducido el gasto en otros bienes. Estos hogares son, mayoritariamente, los de rentas bajas, que, además, se ven más expuestos ante variaciones en el precio de la energía, dado que para estos hogares la factura energética absorbe una mayor proporción de sus ingresos”, destaca el estudio.

La Comisión Europea señala que el gas natural representa alrededor del 42 % de la energía utilizada para la calefacción de espacios en los sectores residencial y doméstico. El petróleo es el siguiente combustible fósil más importante para calefactar hogares, con un 14 %, mientras que el carbón representa alrededor del 3 %.

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De cáñamo, paja o cartón: casas que rebajan la factura energética https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/de-canamo-paja-o-carton-casas-que-rebajan-la-factura-energetica/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/de-canamo-paja-o-carton-casas-que-rebajan-la-factura-energetica/#respond Mon, 12 Sep 2022 08:39:59 +0000 u0182631@lacaixa.es CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=59002

La factura energética es uno de los aspectos a los que más atención prestamos últimamente. Este es uno de los motivos por los que se ha incrementado la búsqueda de viviendas eficientes que consuman pocos recursos para funcionar. En este aspecto, la arquitectura tiene mucho que decir.

¿Es posible construir con bambú?

Algunas especies leñosas de bambú son capaces de crecer 10 cm diarios en algunas partes de Asia. No es raro que las primeras edificaciones allí se hiciesen con este material flexible, duradero y resistente. India, China, Bangladesh, Malasia o Indonesia usan bambú como andamiaje a altas alturas.

¿Es posible usar el bambú para reducir la factura energética? Lo cierto es que sí. Este material es ideal para construir toldos rígidos, estructuras brise-soleil o parasoles. Es el caso del edificio Bambú en el distrito de Carabanchel (Madrid).

El bambú ayuda a evitar el calor gracias a que la irradiación solar no alcanza el hormigón. Además, este material tiene algunas ventajas importantes respecto a otros. Especialmente en ambientes muy húmedos. En este clima, su resistencia a la tracción es similar a la del acero, y la compresión a la del hormigón. Es un material ideal para construir, aunque en regiones más secas como la nuestra tiene limitaciones.

Debido al clima, las propiedades mecánicas del bambú en España, tanto autóctono como de variedades asiáticas, son muy limitadas. Esto hace que aquí no sea un elemento constructivo que aguante tensiones como un ladrillo o el hormigón armado. Sin embargo, sí es posible utilizarlo como toldo, valla, rafia o alfombra, entre otras posibilidades. Una alfombra de bambú evita que el calor del sol llegue al suelo y ahorra energía.

Paredes con balas de paja

Lo que sí se puede emplear para construir en países secos como el nuestro son balas de paja o pacas de paja, si estos elementos se comprimen lo suficiente. Tal y como viene del campo, la paja seca es ideal para hacer sombrillas o techos, tanto que era frecuente en las viviendas celtíberas. Pero también sirve como “ladrillo” constructivo.

Debidamente tratadas y muy compactas, se pueden apilar pequeñas balas como los clásicos ladrillos Lego. Armadas con elementos como tensores y con marcos de madera o aluminio que les den consistencia, las balas de paja pueden formar paredes sostenibles, rígidas y aislantes. E incluso son resistentes al fuego.

La pared de bala de paja revocada con arcilla es un ejemplo perfecto de esa resistencia a las llamas, así como también un magnífico sistema de aislamiento térmico y sonoro para una vivienda. Aunque la construcción con paja tiene el problema de ocupar bastante —los muros son gruesos—, lo cierto es que es muy versátil.

Aunque estos módulos son frecuentes en la vivienda unifamiliar, que no es el mejor ejemplo para rebajar la factura energética al consumir mucha más energía que la multifamiliar, lo cierto es que los bloques de paja pueden sustituir al ladrillo y, por tanto, ayudar a levantar edificios altos, mixtos y sostenibles.

Casas que rebajan la factura energética

Celulosa y cáñamo, futuro material para ladrillos

Construir con papel es técnicamente posible. Así lo demostró un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico Superior de la Sierra Norte de Puebla (México) al fabricar muros resistentes usando papel reciclado y cemento. Se tritura el papel, se añade agua y se agrega el cemento. El resultado es resistente.

Aunque no es tan resistente como un muro de hormigón, de gaviones o incluso de ladrillo, sí es lo suficientemente resistente como para usar esta técnica al marcar lindes o al añadir muros interiores a las viviendas. Además, es un material que aísla bastante bien, y una alternativa a los tabiques actuales.

Algo similar ocurre con los ladrillos de cáñamo, cal y agua, que quedan petrificados formando una estructura compacta, resistente e increíblemente durable. Por registros fósiles, se estima que podrían durar miles de años, y no se agrietan ante terremotos. Además, son impermeables.

Como el papel más cemento, el cáñamo más agua y cal puede sustituir al ladrillo convencional, un tipo de material que exige una altísima energía en su proceso de fabricación. Aunque, eso sí, la construcción con materiales que requieren cultivo podría llegar a entrar en conflicto con la soberanía alimentaria, algo que siempre debe tenerse en cuenta.

En 2020 se alcanzó la paridad entre masa antropogénica y biomasa en el planeta: la materia procesada por la humanidad —hormigón, ladrillos, áridos, plástico…— superó en masa a toda la vida que existe. Es evidente que hacen falta nuevos materiales de construcción más sostenibles y con un menor impacto ambiental.

A ser posible, nuevos materiales cuyo reciclado al final de su vida útil se integre sin residuos en los ciclos ecológicos de la biosfera. La paja, la celulosa, el cáñamo o el bambú son algunos de esos elementos de interés. Estos materiales están repletos de oportunidades para reducir la factura energética.

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La factura energética es uno de los aspectos a los que más atención prestamos últimamente. Este es uno de los motivos por los que se ha incrementado la búsqueda de viviendas eficientes que consuman pocos recursos para funcionar. En este aspecto, la arquitectura tiene mucho que decir.

¿Es posible construir con bambú?

Algunas especies leñosas de bambú son capaces de crecer 10 cm diarios en algunas partes de Asia. No es raro que las primeras edificaciones allí se hiciesen con este material flexible, duradero y resistente. India, China, Bangladesh, Malasia o Indonesia usan bambú como andamiaje a altas alturas.

¿Es posible usar el bambú para reducir la factura energética? Lo cierto es que sí. Este material es ideal para construir toldos rígidos, estructuras brise-soleil o parasoles. Es el caso del edificio Bambú en el distrito de Carabanchel (Madrid).

El bambú ayuda a evitar el calor gracias a que la irradiación solar no alcanza el hormigón. Además, este material tiene algunas ventajas importantes respecto a otros. Especialmente en ambientes muy húmedos. En este clima, su resistencia a la tracción es similar a la del acero, y la compresión a la del hormigón. Es un material ideal para construir, aunque en regiones más secas como la nuestra tiene limitaciones.

Debido al clima, las propiedades mecánicas del bambú en España, tanto autóctono como de variedades asiáticas, son muy limitadas. Esto hace que aquí no sea un elemento constructivo que aguante tensiones como un ladrillo o el hormigón armado. Sin embargo, sí es posible utilizarlo como toldo, valla, rafia o alfombra, entre otras posibilidades. Una alfombra de bambú evita que el calor del sol llegue al suelo y ahorra energía.

Paredes con balas de paja

Lo que sí se puede emplear para construir en países secos como el nuestro son balas de paja o pacas de paja, si estos elementos se comprimen lo suficiente. Tal y como viene del campo, la paja seca es ideal para hacer sombrillas o techos, tanto que era frecuente en las viviendas celtíberas. Pero también sirve como “ladrillo” constructivo.

Debidamente tratadas y muy compactas, se pueden apilar pequeñas balas como los clásicos ladrillos Lego. Armadas con elementos como tensores y con marcos de madera o aluminio que les den consistencia, las balas de paja pueden formar paredes sostenibles, rígidas y aislantes. E incluso son resistentes al fuego.

La pared de bala de paja revocada con arcilla es un ejemplo perfecto de esa resistencia a las llamas, así como también un magnífico sistema de aislamiento térmico y sonoro para una vivienda. Aunque la construcción con paja tiene el problema de ocupar bastante —los muros son gruesos—, lo cierto es que es muy versátil.

Aunque estos módulos son frecuentes en la vivienda unifamiliar, que no es el mejor ejemplo para rebajar la factura energética al consumir mucha más energía que la multifamiliar, lo cierto es que los bloques de paja pueden sustituir al ladrillo y, por tanto, ayudar a levantar edificios altos, mixtos y sostenibles.

Casas que rebajan la factura energética

Celulosa y cáñamo, futuro material para ladrillos

Construir con papel es técnicamente posible. Así lo demostró un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico Superior de la Sierra Norte de Puebla (México) al fabricar muros resistentes usando papel reciclado y cemento. Se tritura el papel, se añade agua y se agrega el cemento. El resultado es resistente.

Aunque no es tan resistente como un muro de hormigón, de gaviones o incluso de ladrillo, sí es lo suficientemente resistente como para usar esta técnica al marcar lindes o al añadir muros interiores a las viviendas. Además, es un material que aísla bastante bien, y una alternativa a los tabiques actuales.

Algo similar ocurre con los ladrillos de cáñamo, cal y agua, que quedan petrificados formando una estructura compacta, resistente e increíblemente durable. Por registros fósiles, se estima que podrían durar miles de años, y no se agrietan ante terremotos. Además, son impermeables.

Como el papel más cemento, el cáñamo más agua y cal puede sustituir al ladrillo convencional, un tipo de material que exige una altísima energía en su proceso de fabricación. Aunque, eso sí, la construcción con materiales que requieren cultivo podría llegar a entrar en conflicto con la soberanía alimentaria, algo que siempre debe tenerse en cuenta.

En 2020 se alcanzó la paridad entre masa antropogénica y biomasa en el planeta: la materia procesada por la humanidad —hormigón, ladrillos, áridos, plástico…— superó en masa a toda la vida que existe. Es evidente que hacen falta nuevos materiales de construcción más sostenibles y con un menor impacto ambiental.

A ser posible, nuevos materiales cuyo reciclado al final de su vida útil se integre sin residuos en los ciclos ecológicos de la biosfera. La paja, la celulosa, el cáñamo o el bambú son algunos de esos elementos de interés. Estos materiales están repletos de oportunidades para reducir la factura energética.

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Este verano, pon en práctica la eficiencia energética https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/consejos-de-eficiencia-energetica-para-el-verano/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/consejos-de-eficiencia-energetica-para-el-verano/#respond Mon, 18 Jul 2022 08:40:34 +0000 u0182631@lacaixa.es CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=58346

Llega el verano, las vacaciones y el calor. No permitas que estas variables te distraigan de un objetivo que te hará ahorrar y ser sostenible a la vez: hablamos de la eficiencia energética. Con estas claves, conseguirás un verano sin derrochar energía.

Si te vas de casa, no dejes nada conectado

Mantener tus aparatos e instalación eléctrica en buen estado y fuera de riesgos es un paso para que funcione todo correctamente y no se derroche energía de manera accidental. Si vas a pasar muchos días fuera, puedes plantearte apagar tu frigorífico, pues es uno de los electrodomésticos que más consumen de tu hogar, según indica el Instituto para la Diversificación de la Energía (IDAE). Su uso es continuo (casi nunca se desconecta). Aunque su potencia no sea destacable (200W frente a los 2.000W de un secador de pelo), supone un gasto considerable. Si te decides por desconectarlo, no olvides vaciarlo y limpiarlo.

Otro aspecto que debes tener en cuenta si te ausentas es el consumo en stand by, también llamado consumo fantasma, que, según el informe Consumos del Sector Residencial en España del IDAE, supone un 2,3 % del consumo en los hogares españoles. Deja bajados los diferenciales que necesites. Si tu cuadro eléctrico no va por fases, puedes optar por bajar el general o dejar todos los aparatos y regletas desconectados. No olvides desprogramar todos los aparatos que hayas programado, ya que pueden activarse de manera automática en tu ausencia y seguir consumiendo energía.

Selecciona la opción más eficiente para refrescarte

¿Ventilador o aire acondicionado? Cada sistema tiene sus ventajas e inconvenientes, pero centrémonos en la eficiencia energética: el consumo de los ventiladores es menor que el de un aire acondicionado. Pongamos algunos ejemplos:

Un ventilador de techo en un dormitorio: hemos instalado un ventilador de techo con una potencia de 36W en el dormitorio y lo utilizamos 6 horas. Diariamente, implicaría un consumo de 0,21 kWh.

Si en junio de 2022 el precio medio del kWh en España fue de 0,21 euros (datos de la OCU), nuestra factura se incrementará en 1,3 € al mes.

Un split para un dormitorio de 12 metros cuadrados: el aparato de aire acondicionado que necesitamos tendría como mínimo 1.500 frigorías, con una potencia de 1,7 kW. Si programamos el aire para 6 horas a máxima potencia, obtendríamos un consumo de 10,2 kWh diarios.

Tomemos el precio del kWh de junio de este año: el gasto de este aire acondicionado alcanza los 64,26€.

Elige la opción más adecuada para tu caso y haz un uso sensato de la misma: encontrarás la mejor manera de pasar un verano confortable sin dejar de lado la eficiencia energética.

Apuesta por el transporte público

De junio de 2021 a junio de 2022, el precio de la gasolina se ha incrementado en un 54,86 %, apunta El País. Por ello, haz cálculos del combustible que necesitarás en tus desplazamientos vacacionales y compara con las opciones que te presente el transporte público. Te ayudará a tomar la decisión de cómo moverte este verano y el ahorro que puedes llegar a conseguir utilizando el tren, autobús o bici en tus desplazamientos.

También tienes la opción de utilizar servicios de vehículo compartido. Ten en cuenta que, evitando tus desplazamientos en coche, además, beneficias al medioambiente reduciendo tu huella de carbono.

Sigue estos consejos, optimiza tu consumo de energía y notarás también cómo se reducen tus gastos este verano.

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Llega el verano, las vacaciones y el calor. No permitas que estas variables te distraigan de un objetivo que te hará ahorrar y ser sostenible a la vez: hablamos de la eficiencia energética. Con estas claves, conseguirás un verano sin derrochar energía.

Si te vas de casa, no dejes nada conectado

Mantener tus aparatos e instalación eléctrica en buen estado y fuera de riesgos es un paso para que funcione todo correctamente y no se derroche energía de manera accidental. Si vas a pasar muchos días fuera, puedes plantearte apagar tu frigorífico, pues es uno de los electrodomésticos que más consumen de tu hogar, según indica el Instituto para la Diversificación de la Energía (IDAE). Su uso es continuo (casi nunca se desconecta). Aunque su potencia no sea destacable (200W frente a los 2.000W de un secador de pelo), supone un gasto considerable. Si te decides por desconectarlo, no olvides vaciarlo y limpiarlo.

Otro aspecto que debes tener en cuenta si te ausentas es el consumo en stand by, también llamado consumo fantasma, que, según el informe Consumos del Sector Residencial en España del IDAE, supone un 2,3 % del consumo en los hogares españoles. Deja bajados los diferenciales que necesites. Si tu cuadro eléctrico no va por fases, puedes optar por bajar el general o dejar todos los aparatos y regletas desconectados. No olvides desprogramar todos los aparatos que hayas programado, ya que pueden activarse de manera automática en tu ausencia y seguir consumiendo energía.

Selecciona la opción más eficiente para refrescarte

¿Ventilador o aire acondicionado? Cada sistema tiene sus ventajas e inconvenientes, pero centrémonos en la eficiencia energética: el consumo de los ventiladores es menor que el de un aire acondicionado. Pongamos algunos ejemplos:

Un ventilador de techo en un dormitorio: hemos instalado un ventilador de techo con una potencia de 36W en el dormitorio y lo utilizamos 6 horas. Diariamente, implicaría un consumo de 0,21 kWh.

Si en junio de 2022 el precio medio del kWh en España fue de 0,21 euros (datos de la OCU), nuestra factura se incrementará en 1,3 € al mes.

Un split para un dormitorio de 12 metros cuadrados: el aparato de aire acondicionado que necesitamos tendría como mínimo 1.500 frigorías, con una potencia de 1,7 kW. Si programamos el aire para 6 horas a máxima potencia, obtendríamos un consumo de 10,2 kWh diarios.

Tomemos el precio del kWh de junio de este año: el gasto de este aire acondicionado alcanza los 64,26€.

Elige la opción más adecuada para tu caso y haz un uso sensato de la misma: encontrarás la mejor manera de pasar un verano confortable sin dejar de lado la eficiencia energética.

Apuesta por el transporte público

De junio de 2021 a junio de 2022, el precio de la gasolina se ha incrementado en un 54,86 %, apunta El País. Por ello, haz cálculos del combustible que necesitarás en tus desplazamientos vacacionales y compara con las opciones que te presente el transporte público. Te ayudará a tomar la decisión de cómo moverte este verano y el ahorro que puedes llegar a conseguir utilizando el tren, autobús o bici en tus desplazamientos.

También tienes la opción de utilizar servicios de vehículo compartido. Ten en cuenta que, evitando tus desplazamientos en coche, además, beneficias al medioambiente reduciendo tu huella de carbono.

Sigue estos consejos, optimiza tu consumo de energía y notarás también cómo se reducen tus gastos este verano.

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¿Vas a reformar tu vivienda? Aprovecha para mejorar su eficiencia energética https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/vas-reformar-tu-vivienda-aprovecha-las-obras-para-mejorar-su-eficiencia-energetica/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/vas-reformar-tu-vivienda-aprovecha-las-obras-para-mejorar-su-eficiencia-energetica/#respond Wed, 02 Mar 2022 07:21:03 +0000 u0182631@lacaixa.es CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=54846

Si estás pensando en reformar tu vivienda, has de saber que esas obras pueden ayudarte a reducir el consumo de energía y tu huella ambiental si planteas los trabajos desde un punto de vista del ahorro energético en el hogar.

Te presentamos algunos factores que debes tener en cuenta antes de iniciar la reforma y te explicamos de qué manera pueden ayudarte a ahorrar energía en el día a día.

Aislamiento, la piel de la vivienda

Hay factores de la vivienda que no pueden ser modificados, como su ubicación u orientación, pero que influyen muchísimo en el consumo de energía por climatización, que es uno de los más elevados. Según la OCU y el IDAE, la calefacción y el aire acondicionado rondan el 52 % del consumo del hogar y pueden llegar al 71 % en zonas frías.

Sin embargo, un factor de la ecuación que sí se puede modificar es el aislamiento de la vivienda, que reducirá las pérdidas de calor y frío. ¿Cómo?

Cambiar las ventanas por unas que aíslen bien el interior del exterior suele ser la solución más socorrida por su facilidad. Eso sí, su coste puede ser elevado. Si se cuenta con poco capital, conviene cambiar las ventanas de aquellas estancias que más tiempo de ocupación tienen.

Aislar los muros exteriores es algo más costoso y no siempre posible por falta de cámara interior o impedimentos de ordenanzas urbanas. Lo que sí es viable es aislar las estancias por dentro mediante paneles, aunque esto resta de unos 3 a 5 cm de habitación por pared aislada.

Instalar un toldo es esencial para aislar el muro exterior de la irradiancia solar. Ahorra mucha energía eléctrica, especialmente en verano, que es cuando más uso hacemos del aire acondicionado.

Sectorización de la vivienda: consumir donde se necesita

De poco sirve calentar toda la vivienda cuando no se está presente en la mayoría de las estancias. Climatizar el dormitorio o la cocina suele carecer de sentido, bien porque no vaya a usarse durante el día o porque abriremos las ventanas al cocinar. Es por esta razón que merece la pena sectorizar la vivienda:

– Instalar llaves de paso en radiadores o suelo radiante, rejillas con cierre en conductos de ventilación o un split por habitación suele ayudar mucho a sectorizar. Es decir, calentar o enfriar allí donde se está o se va a estar. El ahorro puede ser considerable.

Colocar puertas allí donde no había, especialmente cuando la estancia da a un tiro de escalera. Los espacios diáfanos y abiertos son lo contrario de la eficiencia. Incluso una corredera ya supondrá un ahorro frente a ninguna puerta. Además de poner puertas, es importante habituarse a cerrarlas. Los hábitos son muy importantes en el ahorro.

Aislar suelos y techos puede ayudar a todo tipo de vivienda, con foco en unifamiliares, bajos y áticos. Si hay suficiente altura, incluso puede merecer la pena rebajar los techos e incluir una cámara de aire de pocos centímetros que sirva como amortiguador térmico.

Instalación de dispositivos inteligentes

Existen muchas soluciones tecnológicas que exigen reformas para su implantación, pero que pueden suponer un ahorro notable en la factura de la luz y del gas:

– Instalar paneles solares, tanto fotovoltaicos como térmicos, en tejado y fachada, puede reducir tanto la factura eléctrica como los gastos asociados al agua caliente o calefacción, respectivamente. Su instalación es sencilla y dura unas horas, aunque el esfuerzo económico que supone puede resultar elevado.

– Cambiar la caldera de gas por una de aerotermia aire-agua apenas suele requerir obra más allá de adaptar la salida de agua a los radiadores existentes. Además, permite eliminar el coste fijo del gas, que con frecuencia apenas se usa durante la mayor parte del año.

– Contar con un climatizador inteligente y conectado (que rarísima vez exigirá obra, o como mucho una cala por donde pasar cables) ayudará a climatizar la vivienda de forma inteligente. Se puede programar en función de la temperatura exterior y desconectar a distancia.

Cambiar el uso de las estancias, una obra de calado

Como norma general, las viviendas disponen de un uso coherente del espacio a nivel térmico, aunque es posible que esto no ocurra y, por tanto, sería recomendable hacer una obra en la que cambiar los usos:

– Ubicar al norte las estancias que requieren poca o nula calefacción, tengan una ocupación baja (baño, cocina, dormitorio) o dispongan de su propia fuente de calor (gimnasio) es conveniente en países del hemisferio norte. Lo más complicado es organizar las bajantes y las tomas de agua.

– Ubicar al sur las estancias donde se desarrolla la vida, como salón, comedor, sala de estar, estudio u oficina. ¿Las razones? Hacerlo así favorece tanto la presencia de luz natural como la sensación de confort térmico y el ahorro energético en calefacción.

Es cierto que esta forma de organizar la vivienda reduce los kWh de calefacción, pero aumenta los que requiere de aire acondicionado. Sin embargo, el cómputo global es de un ahorro importante en el consumo energético, en parte por la eficiencia de las bombas de calor y por haber menos meses de calor que de frío.

También porque la diferencia entre la temperatura de confort y el frío exterior en invierno es menor que la que hay entre confort y calor exterior en verano.

Todas estas reformas son ideas que deben adaptarse a cada vivienda, pero que conviene acompañar también de un consumo de energía más consciente por parte de sus habitantes. La eficiencia energética y la descarbonización del país son objetivos en los que todos debemos colaborar. El propio hogar es el mejor punto de partida para hacerlo.

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Si estás pensando en reformar tu vivienda, has de saber que esas obras pueden ayudarte a reducir el consumo de energía y tu huella ambiental si planteas los trabajos desde un punto de vista del ahorro energético en el hogar.

Te presentamos algunos factores que debes tener en cuenta antes de iniciar la reforma y te explicamos de qué manera pueden ayudarte a ahorrar energía en el día a día.

Aislamiento, la piel de la vivienda

Hay factores de la vivienda que no pueden ser modificados, como su ubicación u orientación, pero que influyen muchísimo en el consumo de energía por climatización, que es uno de los más elevados. Según la OCU y el IDAE, la calefacción y el aire acondicionado rondan el 52 % del consumo del hogar y pueden llegar al 71 % en zonas frías.

Sin embargo, un factor de la ecuación que sí se puede modificar es el aislamiento de la vivienda, que reducirá las pérdidas de calor y frío. ¿Cómo?

Cambiar las ventanas por unas que aíslen bien el interior del exterior suele ser la solución más socorrida por su facilidad. Eso sí, su coste puede ser elevado. Si se cuenta con poco capital, conviene cambiar las ventanas de aquellas estancias que más tiempo de ocupación tienen.

Aislar los muros exteriores es algo más costoso y no siempre posible por falta de cámara interior o impedimentos de ordenanzas urbanas. Lo que sí es viable es aislar las estancias por dentro mediante paneles, aunque esto resta de unos 3 a 5 cm de habitación por pared aislada.

Instalar un toldo es esencial para aislar el muro exterior de la irradiancia solar. Ahorra mucha energía eléctrica, especialmente en verano, que es cuando más uso hacemos del aire acondicionado.

Sectorización de la vivienda: consumir donde se necesita

De poco sirve calentar toda la vivienda cuando no se está presente en la mayoría de las estancias. Climatizar el dormitorio o la cocina suele carecer de sentido, bien porque no vaya a usarse durante el día o porque abriremos las ventanas al cocinar. Es por esta razón que merece la pena sectorizar la vivienda:

– Instalar llaves de paso en radiadores o suelo radiante, rejillas con cierre en conductos de ventilación o un split por habitación suele ayudar mucho a sectorizar. Es decir, calentar o enfriar allí donde se está o se va a estar. El ahorro puede ser considerable.

Colocar puertas allí donde no había, especialmente cuando la estancia da a un tiro de escalera. Los espacios diáfanos y abiertos son lo contrario de la eficiencia. Incluso una corredera ya supondrá un ahorro frente a ninguna puerta. Además de poner puertas, es importante habituarse a cerrarlas. Los hábitos son muy importantes en el ahorro.

Aislar suelos y techos puede ayudar a todo tipo de vivienda, con foco en unifamiliares, bajos y áticos. Si hay suficiente altura, incluso puede merecer la pena rebajar los techos e incluir una cámara de aire de pocos centímetros que sirva como amortiguador térmico.

Instalación de dispositivos inteligentes

Existen muchas soluciones tecnológicas que exigen reformas para su implantación, pero que pueden suponer un ahorro notable en la factura de la luz y del gas:

– Instalar paneles solares, tanto fotovoltaicos como térmicos, en tejado y fachada, puede reducir tanto la factura eléctrica como los gastos asociados al agua caliente o calefacción, respectivamente. Su instalación es sencilla y dura unas horas, aunque el esfuerzo económico que supone puede resultar elevado.

– Cambiar la caldera de gas por una de aerotermia aire-agua apenas suele requerir obra más allá de adaptar la salida de agua a los radiadores existentes. Además, permite eliminar el coste fijo del gas, que con frecuencia apenas se usa durante la mayor parte del año.

– Contar con un climatizador inteligente y conectado (que rarísima vez exigirá obra, o como mucho una cala por donde pasar cables) ayudará a climatizar la vivienda de forma inteligente. Se puede programar en función de la temperatura exterior y desconectar a distancia.

Cambiar el uso de las estancias, una obra de calado

Como norma general, las viviendas disponen de un uso coherente del espacio a nivel térmico, aunque es posible que esto no ocurra y, por tanto, sería recomendable hacer una obra en la que cambiar los usos:

– Ubicar al norte las estancias que requieren poca o nula calefacción, tengan una ocupación baja (baño, cocina, dormitorio) o dispongan de su propia fuente de calor (gimnasio) es conveniente en países del hemisferio norte. Lo más complicado es organizar las bajantes y las tomas de agua.

– Ubicar al sur las estancias donde se desarrolla la vida, como salón, comedor, sala de estar, estudio u oficina. ¿Las razones? Hacerlo así favorece tanto la presencia de luz natural como la sensación de confort térmico y el ahorro energético en calefacción.

Es cierto que esta forma de organizar la vivienda reduce los kWh de calefacción, pero aumenta los que requiere de aire acondicionado. Sin embargo, el cómputo global es de un ahorro importante en el consumo energético, en parte por la eficiencia de las bombas de calor y por haber menos meses de calor que de frío.

También porque la diferencia entre la temperatura de confort y el frío exterior en invierno es menor que la que hay entre confort y calor exterior en verano.

Todas estas reformas son ideas que deben adaptarse a cada vivienda, pero que conviene acompañar también de un consumo de energía más consciente por parte de sus habitantes. La eficiencia energética y la descarbonización del país son objetivos en los que todos debemos colaborar. El propio hogar es el mejor punto de partida para hacerlo.

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Cómo ahorrar energía en casa este invierno https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/como-ahorrar-energia-en-casa-este-invierno/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/como-ahorrar-energia-en-casa-este-invierno/#respond Wed, 20 Oct 2021 06:22:31 +0000 u0182631@act.glc.es CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=53248

Lo llevamos oyendo desde que éramos niños: “¡Apaga la luz, que ya verás cuando llegue la factura!”. Nuestros padres tenían mucha razón cuando nos avisaban, lo que ocurre es que la factura que sube si malgastamos energía no es solamente la que nos llega a casa. Nuestra falta de eficiencia también acaba por afectar a la economía del país e incluso al planeta.

El ahorro de energía se ha convertido en uno de los ejes principales en torno a los cuales el mundo afrontará sus principales desafíos, unos retos que han quedado recogidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) enunciados por la ONU para cumplir con su Agenda 2030. Se trata de promover un esfuerzo común para alcanzar entre todos la prosperidad de los ciudadanos y asegurar la habitabilidad del planeta.

La cuestión es que el consumo de recursos energéticos tiene mucho que ver con varias de estas metas. De hecho, afecta directamente al ODS n.º 7 (Energía asequible y no contaminante), pero también a otros como el n.º 11 (Ciudades y comunidades sostenibles), el n.º 12 (Producción y consumo responsables) y el 13 (Acción por el clima). Por esa razón, organismos como la Unión Europea han transformado la eficiencia energética en una de sus políticas prioritarias.

Jaque al planeta

Consumir más energía de la que debemos supone poner en jaque cuestiones tan sensibles como los recursos energéticos limitados que tiene el planeta. Además, si la demanda de energía aumenta de manera indiscriminada, también lo hará la contaminación causante del cambio climático, que se ve incrementada tanto al producir energía como al utilizarla.

La dependencia energética del país es otro de los factores que se ven perjudicados si no prestamos atención a nuestro consumo de energía, una cuestión que puede llegar a suponer miles de millones de euros a las arcas de la Administración. Un dato: solamente el uso de energías renovables en España ahorró en 2018 hasta 8.547 millones de euros en importaciones de combustibles fósiles y casi 900 millones de euros en derechos de emisión.

Realizar un uso racional de la energía es un ejercicio que debe comenzar en el propio hogar y el invierno es un momento perfecto para empezar a planteárselo. Acostumbrarnos a realizar un uso más racional de este recurso es cuestión de apagar luces a tiempo y moderar la calefacción, sí, pero también de crear un hábito que nos llevemos con nosotros a cualquier faceta de nuestras vidas. De la calefacción a nuestros desplazamientos diarios, rebajar nuestro gasto energético mensual es cuestión de gestos conscientes.

Duchas más racionales

El agua caliente sanitaria es uno de los principales consumidores de energía en los hogares. De hecho, según el IDAE, es el segundo solo por detrás de la calefacción y acapara el 18,9 % del consumo total.

En invierno, tendemos a alargar un poco más las duchas debido a que solemos tener una mayor sensación de frío, un hábito que suele instalarse de manera inconsciente y que puede disparar la factura de energía. En este sentido, conviene hacerse consciente del tiempo que pasamos en ella y tratar de reducirlo al mínimo imprescindible.

Otra buena idea consiste en instalar grifos con termostato, que evitan tener que regular manualmente la temperatura del agua añadiendo caliente o fría. De esta manera tan sencilla, la temperatura ideal se mantendrá constante.

Calefacción con sentido

Si el agua caliente acapara buena parte de nuestro consumo energético, la calefacción se lleva la palma. El IDAE establece en el 47 % del total el consumo que efectúa este apartado en un hogar. Así que racionalizar su uso y recurrir a alternativas más ecológica parece una buena idea.

Hay muchos aspectos que nos pueden ayudar a sacar el máximo partido de la energía que consumimos en calefacción. Un buen aislamiento de la vivienda es uno de ellos, junto a un establecimiento racional de la temperatura, que no debería superar los 21 ℃ en invierno durante el día. De noche, se puede ajustar en torno a los 17 ℃ y cerrar las persianas para evitar que el calor se disipe. Si aun así sentimos frío, siempre podemos probar a abrigarnos un poco más.

Los actuales sistemas de domótica permiten, además, controlar la temperatura del hogar —y, por tanto, el consumo energético derivado— desde el propio smartphone, por lo que se puede planificar fácilmente el acondicionamiento de su temperatura.

La gasolinera también cuenta

No solemos tener en cuenta la energía que gastamos al desplazarnos y, sin embargo, tiene un importante impacto sobre la economía de muchos hogares, así como sobre el medio ambiente.
El invierno es una buena ocasión para poner en práctica algunas medidas como la conducción eficiente. Se trata de un concepto que tiene como objetivo reducir al mínimo el consumo energético que realiza el vehículo, tanto si se trata de un vehículo eléctrico como de uno convencional.

La conducción eficiente se refleja en múltiples factores: desde seleccionar la marcha más adecuada en cada momento a observar y anticiparse a lo que va a ocurrir en la carretera. De esta manera, se malgasta menos energía, ya que se reducen las frenadas y, con ellas, las aceleraciones posteriores para recuperar velocidad. Apagar el motor en paradas superiores al minuto y moderar la velocidad también son buenos hábitos que nos ayudarán a conducir de manera más eficiente.

En cualquier caso, si verdaderamente queremos introducir la mayor eficiencia energética posible a nuestros desplazamientos, la mejor estrategia consiste en dejar el coche a un lado y optar por caminar o montar en bicicleta. Si los trayectos que queremos cubrir no nos lo permiten, el transporte público es la mejor opción.

Reducir nuestro consumo de energía es un hábito que puede aportar mucho al planeta y a la sociedad. Para lograrlo, lo primero que tenemos que hacer es ser conscientes de los aspectos de nuestra vida cotidiana que suponen utilizar energía y cómo podemos hacer que sean más eficientes. Una vez identificados, es hora de pasar a la acción.

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Lo llevamos oyendo desde que éramos niños: “¡Apaga la luz, que ya verás cuando llegue la factura!”. Nuestros padres tenían mucha razón cuando nos avisaban, lo que ocurre es que la factura que sube si malgastamos energía no es solamente la que nos llega a casa. Nuestra falta de eficiencia también acaba por afectar a la economía del país e incluso al planeta.

El ahorro de energía se ha convertido en uno de los ejes principales en torno a los cuales el mundo afrontará sus principales desafíos, unos retos que han quedado recogidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) enunciados por la ONU para cumplir con su Agenda 2030. Se trata de promover un esfuerzo común para alcanzar entre todos la prosperidad de los ciudadanos y asegurar la habitabilidad del planeta.

La cuestión es que el consumo de recursos energéticos tiene mucho que ver con varias de estas metas. De hecho, afecta directamente al ODS n.º 7 (Energía asequible y no contaminante), pero también a otros como el n.º 11 (Ciudades y comunidades sostenibles), el n.º 12 (Producción y consumo responsables) y el 13 (Acción por el clima). Por esa razón, organismos como la Unión Europea han transformado la eficiencia energética en una de sus políticas prioritarias.

Jaque al planeta

Consumir más energía de la que debemos supone poner en jaque cuestiones tan sensibles como los recursos energéticos limitados que tiene el planeta. Además, si la demanda de energía aumenta de manera indiscriminada, también lo hará la contaminación causante del cambio climático, que se ve incrementada tanto al producir energía como al utilizarla.

La dependencia energética del país es otro de los factores que se ven perjudicados si no prestamos atención a nuestro consumo de energía, una cuestión que puede llegar a suponer miles de millones de euros a las arcas de la Administración. Un dato: solamente el uso de energías renovables en España ahorró en 2018 hasta 8.547 millones de euros en importaciones de combustibles fósiles y casi 900 millones de euros en derechos de emisión.

Realizar un uso racional de la energía es un ejercicio que debe comenzar en el propio hogar y el invierno es un momento perfecto para empezar a planteárselo. Acostumbrarnos a realizar un uso más racional de este recurso es cuestión de apagar luces a tiempo y moderar la calefacción, sí, pero también de crear un hábito que nos llevemos con nosotros a cualquier faceta de nuestras vidas. De la calefacción a nuestros desplazamientos diarios, rebajar nuestro gasto energético mensual es cuestión de gestos conscientes.

Duchas más racionales

El agua caliente sanitaria es uno de los principales consumidores de energía en los hogares. De hecho, según el IDAE, es el segundo solo por detrás de la calefacción y acapara el 18,9 % del consumo total.

En invierno, tendemos a alargar un poco más las duchas debido a que solemos tener una mayor sensación de frío, un hábito que suele instalarse de manera inconsciente y que puede disparar la factura de energía. En este sentido, conviene hacerse consciente del tiempo que pasamos en ella y tratar de reducirlo al mínimo imprescindible.

Otra buena idea consiste en instalar grifos con termostato, que evitan tener que regular manualmente la temperatura del agua añadiendo caliente o fría. De esta manera tan sencilla, la temperatura ideal se mantendrá constante.

Calefacción con sentido

Si el agua caliente acapara buena parte de nuestro consumo energético, la calefacción se lleva la palma. El IDAE establece en el 47 % del total el consumo que efectúa este apartado en un hogar. Así que racionalizar su uso y recurrir a alternativas más ecológica parece una buena idea.

Hay muchos aspectos que nos pueden ayudar a sacar el máximo partido de la energía que consumimos en calefacción. Un buen aislamiento de la vivienda es uno de ellos, junto a un establecimiento racional de la temperatura, que no debería superar los 21 ℃ en invierno durante el día. De noche, se puede ajustar en torno a los 17 ℃ y cerrar las persianas para evitar que el calor se disipe. Si aun así sentimos frío, siempre podemos probar a abrigarnos un poco más.

Los actuales sistemas de domótica permiten, además, controlar la temperatura del hogar —y, por tanto, el consumo energético derivado— desde el propio smartphone, por lo que se puede planificar fácilmente el acondicionamiento de su temperatura.

La gasolinera también cuenta

No solemos tener en cuenta la energía que gastamos al desplazarnos y, sin embargo, tiene un importante impacto sobre la economía de muchos hogares, así como sobre el medio ambiente.
El invierno es una buena ocasión para poner en práctica algunas medidas como la conducción eficiente. Se trata de un concepto que tiene como objetivo reducir al mínimo el consumo energético que realiza el vehículo, tanto si se trata de un vehículo eléctrico como de uno convencional.

La conducción eficiente se refleja en múltiples factores: desde seleccionar la marcha más adecuada en cada momento a observar y anticiparse a lo que va a ocurrir en la carretera. De esta manera, se malgasta menos energía, ya que se reducen las frenadas y, con ellas, las aceleraciones posteriores para recuperar velocidad. Apagar el motor en paradas superiores al minuto y moderar la velocidad también son buenos hábitos que nos ayudarán a conducir de manera más eficiente.

En cualquier caso, si verdaderamente queremos introducir la mayor eficiencia energética posible a nuestros desplazamientos, la mejor estrategia consiste en dejar el coche a un lado y optar por caminar o montar en bicicleta. Si los trayectos que queremos cubrir no nos lo permiten, el transporte público es la mejor opción.

Reducir nuestro consumo de energía es un hábito que puede aportar mucho al planeta y a la sociedad. Para lograrlo, lo primero que tenemos que hacer es ser conscientes de los aspectos de nuestra vida cotidiana que suponen utilizar energía y cómo podemos hacer que sean más eficientes. Una vez identificados, es hora de pasar a la acción.

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Conducción eficiente para ahorrar en tus vacaciones https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/conduccion-eficiente-para-ahorrar-en-tus-desplazamientos/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/conduccion-eficiente-para-ahorrar-en-tus-desplazamientos/#respond Thu, 01 Jul 2021 06:00:47 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=40178

Con las vacaciones a la vuelta de la esquina, seguro que ya estás preparando tus viajes para disfrutar del verano. Si vas a conducir, hay un concepto que deberías tener en cuenta: la conducción eficiente, un conjunto de hábitos que te ayudarán a ahorrar dinero y a aumentar la sostenibilidad de tus desplazamientos.

Qué es la conducción eficiente

No es lo mismo conducir a secas que hacerlo reduciendo al mínimo la energía que utilizas para desplazarte en un vehículo propio. Ahí está la clave que te permitirá ahorrar en tus viajes.
Este es un principio que vale tanto para un coche de combustión interna –como los tradicionales gasolina o diésel– como para uno eléctrico: cuanta menos energía requieran para circular, menos emisiones contaminantes producirá su uso. No conviene perder de vista que, aunque esa contaminación se haga evidente en el tubo de escape de los primeros, producir la electricidad que necesitan los segundos para moverse también tiene su huella de carbono.

Tampoco debemos olvidar que, para que nuestra movilidad sea lo más respetuosa posible con el planeta, lo mejor siempre es optar por el modo de transporte más sostenible en cada momento. Conducir un vehículo privado no siempre lo es; sin embargo, en muchas ocasiones es la única opción disponible. En estos casos, no está de más conocer algunas técnicas de conducción eficiente que nos ayudarán a ahorrar energía, emisiones y costes en nuestros desplazamientos.

Arranca suavemente

Evita una conducción brusca que solo sirve para aumentar el consumo de combustible y desgastar diversos componentes del vehículo.

Uno de los momentos en los que es más importante tener en cuenta este principio es al arrancar el coche, especialmente si el modelo es de combustión interna. Por eso conviene no acelerar justo después de accionar el contacto. El propio vehículo se encargará de regular las condiciones de encendido. Al iniciar la marcha, es aconsejable cambiar a segunda lo antes posible, a poder ser después de dos segundos o de recorrer unos cinco metros en primera.

Utiliza marchas largas con sentido

Al llevar el motor menos revolucionado, se reduce el consumo de combustible y, con él, las emisiones contaminantes y los repostajes. Sin embargo, es importante aplicar este principio con sentido.
Por ejemplo, si este verano vas a realizar un viaje largo por carretera, no conviene que lo hagas con un defecto importante en las revoluciones del motor. Si lo haces, puedes causar una avería costosa. Además, perderás control sobre el vehículo y, con él, capacidad de reacción si te encuentras con un imprevisto.
De esta manera, aunque por norma general debamos priorizar las marchas largas, siempre deberemos utilizar las más adecuadas en cada momento.

Conducción eficiente y preventiva

Mantén la atención tanto en el tráfico como en la propia vía. Si analizamos constantemente lo que ocurre, podremos anticiparnos a distintas situaciones y optimizar el consumo de energía del vehículo.

Por ejemplo, si un peatón se dispone a cruzar un paso de cebra, es mucho más eficiente y seguro desacelerar con tiempo para poder detenernos y reanudar la marcha con suavidad que mantener la aceleración y frenar en el último momento.

Si este verano te encuentras carreteras con pendientes, también podrás poner en práctica la conducción preventiva. Se trata, básicamente, de que te anticipes a ellas, aprovechando la inercia del motor para afrontarlas. En las cuestas ascendentes, debes retrasar en la medida de lo posible la reducción de marchas y acelerar ligeramente. En las bajadas, es más eficiente circular en marchas largas y rodar por inercia, eso sí, evitando siempre cualquier situación de riesgo. Siempre se debe priorizar el control del vehículo.

Evita acelerones y frenazos

Este principio supone, básicamente, tratar de mantener en lo posible una velocidad constante. Los cambios de velocidad suelen acarrear un aumento del consumo y de la emisión de sustancias contaminantes en el vehículo. Cada vez que le pedimos que la aumente, el motor utiliza más energía para funcionar. Es decir: consume más carburante o más electricidad, en función del tipo de vehículo que conducimos.

Incluso al decelerar podemos ahorrar energía. Levantar el pie del acelerador y dejar rodar el vehículo con la marcha engranada nos permitirá usar el motor como freno, sin consumir combustible. En el caso de los coches eléctricos, los sistemas de recuperación de energía favorecen el uso de las frenadas largas, por ejemplo en las bajadas –siempre sin llegar a sobrecalentar los frenos–, junto al uso de dispositivos de retención que favorecen la inercia.

Ojo con la climatización

El sistema de climatización es uno de esos dispositivos que pueden aumentan el consumo de energía y, por tanto, conviene utilizar de manera inteligente.
En este sentido, es importante no accionar el aire acondicionado a toda potencia nada más subirnos al vehículo. Es mucho más eficiente abrir un poco las ventanillas y poner el ventilador a baja velocidad durante unos minutos, preferiblemente mientras conducimos los primeros metros. Una vez alcanzada la temperatura ideal –entre 22 oC y 24 oC para largos recorridos– procuraremos regular la mínima velocidad del ventilador necesaria para mantenerla.

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Con las vacaciones a la vuelta de la esquina, seguro que ya estás preparando tus viajes para disfrutar del verano. Si vas a conducir, hay un concepto que deberías tener en cuenta: la conducción eficiente, un conjunto de hábitos que te ayudarán a ahorrar dinero y a aumentar la sostenibilidad de tus desplazamientos.

Qué es la conducción eficiente

No es lo mismo conducir a secas que hacerlo reduciendo al mínimo la energía que utilizas para desplazarte en un vehículo propio. Ahí está la clave que te permitirá ahorrar en tus viajes.
Este es un principio que vale tanto para un coche de combustión interna –como los tradicionales gasolina o diésel– como para uno eléctrico: cuanta menos energía requieran para circular, menos emisiones contaminantes producirá su uso. No conviene perder de vista que, aunque esa contaminación se haga evidente en el tubo de escape de los primeros, producir la electricidad que necesitan los segundos para moverse también tiene su huella de carbono.

Tampoco debemos olvidar que, para que nuestra movilidad sea lo más respetuosa posible con el planeta, lo mejor siempre es optar por el modo de transporte más sostenible en cada momento. Conducir un vehículo privado no siempre lo es; sin embargo, en muchas ocasiones es la única opción disponible. En estos casos, no está de más conocer algunas técnicas de conducción eficiente que nos ayudarán a ahorrar energía, emisiones y costes en nuestros desplazamientos.

Arranca suavemente

Evita una conducción brusca que solo sirve para aumentar el consumo de combustible y desgastar diversos componentes del vehículo.

Uno de los momentos en los que es más importante tener en cuenta este principio es al arrancar el coche, especialmente si el modelo es de combustión interna. Por eso conviene no acelerar justo después de accionar el contacto. El propio vehículo se encargará de regular las condiciones de encendido. Al iniciar la marcha, es aconsejable cambiar a segunda lo antes posible, a poder ser después de dos segundos o de recorrer unos cinco metros en primera.

Utiliza marchas largas con sentido

Al llevar el motor menos revolucionado, se reduce el consumo de combustible y, con él, las emisiones contaminantes y los repostajes. Sin embargo, es importante aplicar este principio con sentido.
Por ejemplo, si este verano vas a realizar un viaje largo por carretera, no conviene que lo hagas con un defecto importante en las revoluciones del motor. Si lo haces, puedes causar una avería costosa. Además, perderás control sobre el vehículo y, con él, capacidad de reacción si te encuentras con un imprevisto.
De esta manera, aunque por norma general debamos priorizar las marchas largas, siempre deberemos utilizar las más adecuadas en cada momento.

Conducción eficiente y preventiva

Mantén la atención tanto en el tráfico como en la propia vía. Si analizamos constantemente lo que ocurre, podremos anticiparnos a distintas situaciones y optimizar el consumo de energía del vehículo.

Por ejemplo, si un peatón se dispone a cruzar un paso de cebra, es mucho más eficiente y seguro desacelerar con tiempo para poder detenernos y reanudar la marcha con suavidad que mantener la aceleración y frenar en el último momento.

Si este verano te encuentras carreteras con pendientes, también podrás poner en práctica la conducción preventiva. Se trata, básicamente, de que te anticipes a ellas, aprovechando la inercia del motor para afrontarlas. En las cuestas ascendentes, debes retrasar en la medida de lo posible la reducción de marchas y acelerar ligeramente. En las bajadas, es más eficiente circular en marchas largas y rodar por inercia, eso sí, evitando siempre cualquier situación de riesgo. Siempre se debe priorizar el control del vehículo.

Evita acelerones y frenazos

Este principio supone, básicamente, tratar de mantener en lo posible una velocidad constante. Los cambios de velocidad suelen acarrear un aumento del consumo y de la emisión de sustancias contaminantes en el vehículo. Cada vez que le pedimos que la aumente, el motor utiliza más energía para funcionar. Es decir: consume más carburante o más electricidad, en función del tipo de vehículo que conducimos.

Incluso al decelerar podemos ahorrar energía. Levantar el pie del acelerador y dejar rodar el vehículo con la marcha engranada nos permitirá usar el motor como freno, sin consumir combustible. En el caso de los coches eléctricos, los sistemas de recuperación de energía favorecen el uso de las frenadas largas, por ejemplo en las bajadas –siempre sin llegar a sobrecalentar los frenos–, junto al uso de dispositivos de retención que favorecen la inercia.

Ojo con la climatización

El sistema de climatización es uno de esos dispositivos que pueden aumentan el consumo de energía y, por tanto, conviene utilizar de manera inteligente.
En este sentido, es importante no accionar el aire acondicionado a toda potencia nada más subirnos al vehículo. Es mucho más eficiente abrir un poco las ventanillas y poner el ventilador a baja velocidad durante unos minutos, preferiblemente mientras conducimos los primeros metros. Una vez alcanzada la temperatura ideal –entre 22 oC y 24 oC para largos recorridos– procuraremos regular la mínima velocidad del ventilador necesaria para mantenerla.

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9 R: la fórmula de la economía circular https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/9-r-la-formula-de-la-economia-circular/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/9-r-la-formula-de-la-economia-circular/#respond Thu, 11 Feb 2021 18:33:46 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=40040

Reutilizar, reparar, reciclar. Son las conocidas como “tres erres” (3 R), que resumen la economía circular. Son palabras con las que llevamos tiempo familiarizados, especialmente desde que la Unión Europea (UE) decidió que este paradigma será el pilar sobre el que construiremos nuestro futuro. En 2015, la UE estableció un plan de acción con más de cincuenta medidas que nos permitirán “cerrar el círculo”, es decir, pasar de un modelo de consumo de usar y tirar a otro que preserve al máximo el ciclo de vida de los productos.

El principio de la economía circular es sencillo: si algo es valioso, ese valor debe preservarse el máximo tiempo posible para evitar que el sistema de usar y tirar nos empobrezca a todos. Este principio supone, entre otras cuestiones, redescubrir y valorizar de nuevo el potencial de un producto usado que, en otro sistema, se desecharía a las primeras de cambio. Ahí es precisamente donde entran en juego todas esas palabras que empiezan por erre y que cada vez integramos más tanto en nuestros actos de consumo como en la producción de nuevos bienes.

Realizar este cambio de un modelo de consumo y descarte a otro circular no es una tarea sencilla. Requiere importantes esfuerzos en innovación e inversión que permitan a un producto seguir ofreciendo valor incluso cuando su primer ciclo de vida haya finalizado. Para que esos esfuerzos no sean en vano, es muy importante establecer unos cimientos sobre los que puedan prosperar. Es decir, necesitamos descifrar la fórmula que hay detrás de la economía circular.

Nueve estrategias circulares

La Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE ha publicado recientemente un informe que trata, precisamente, de la revolución que supone la economía circular en nuestro sistema económico. En él aparece la fórmula de este nuevo modelo de producción y consumo, que se sustenta sobre “nueve erres” (9 R), una serie de estrategias formuladas por el Grupo de Expertos en Financiación de la Economía Circular de la Comisión Europea.

Esas 9 R constituyen la auténtica fórmula de la economía circular y, por tanto, una guía clara sobre la que Administración, empresas e incluso ciudadanos pueden orientar sus esfuerzos.

1.- Rechazar: esta erre consiste, básicamente, en renunciar a ciertos productos o partes de ellos que no sean ya necesarios, o bien redefinirlos de tal manera que ya no haya que producirlos. Un ejemplo sencillo es la factura electrónica, que hace innecesario utilizar papel para su consulta o archivo.

2.- Repensar: esta estrategia potencia que las empresas transfieran servicios a los consumidores en lugar de la propiedad sobre un producto. Se trata de una actitud fundamental en la economía colaborativa o sharing economy.

El informe de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE cita un ejemplo muy ilustrativo del Foro Económico Mundial: las lavadoras de alta gama. Resulta que, si reemplazamos durante veinte años la compra de cinco lavadoras de 2.000 ciclos por el alquiler de una de 10.000, nos ahorraríamos 180 kg de acero y 2,5 toneladas de dióxido de carbono.

3.- Reducir: en este caso, se trata de disminuir en lo posible el consumo de recursos tanto en la fabricación como en el uso de un producto. Esto es algo que solo se logra a través de la eficiencia, que debe estar presente desde el momento del diseño y hasta su utilización.

En el caso de la eficiencia energética, esto no solo es responsabilidad del fabricante del producto, que debe apostar por ella tanto en su proceso de fabricación como a la hora de definir su uso. También los consumidores deben tenerla en mente tanto al elegir productos energéticamente eficientes como al emplearlos. Por ejemplo, no basta con elegir el hervidor de agua más eficiente de la tienda y que mejor se adecúa a nuestra cocina, sino que, además, cada vez que lo utilicemos debemos hervir solo el agua que realmente necesitamos.

4.- Reutilizar: si un producto se encuentra en buenas condiciones y cumple su función original, debe seguir utilizándose.

Este es uno de los principios más potentes de la economía circular, que subyace en los tradicionales mercadillos de segunda mano, que ahora cuentan incluso con versiones que caben en nuestro smartphone. También en iniciativas como Loop, un proyecto piloto en Francia, el Reino Unido y los Estados Unidos que fabrica envases reutilizables para empresas de gran consumo, los recoge en casa del usuario una vez consumido su contenido, los limpia y los rellena de nuevo, tal y como explica el informe de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE.

5.- Reparar: arreglar un producto defectuoso para seguir dándole su uso original es otra de las grandes claves de la economía circular.

En este sentido, el informe destaca que una mayor estandarización de las piezas y componentes en sectores como la electrónica, baterías y automoción ayudaría a hacer realidad el derecho a reparar de los ciudadanos europeos. Si hay una mayor disponibilidad de piezas, no resultará necesario, por ejemplo, descartar todo un electrodoméstico simplemente porque se ha averiado un componente y no hay recambios disponibles.

6.- Restaurar: la diferencia entre esta estrategia y la anterior consiste en que la reparación se destina a productos que están dentro de su primer ciclo de vida. Por su parte, la restauración consiste en poner al día un producto que ya ha cruzado ese umbral.

En este contexto, el informe cita el caso de una empresa francesa que recoge materiales sanitarios dañados, como camas de hospitales o sillas de ruedas, los evalúa y decide si son aptos para restaurar o si conviene desmantelarlos para reciclar sus componentes en otros productos. Una vez restaurados o reciclados, se ponen de nuevo a la venta al 30% o al 50% del precio del producto original, con una garantía de un año.

7.- Refabricar: se trata de recoger un producto, analizar su estado, desmontarlo, reacondicionar y reemplazar componentes, volver a ensamblarlo, comprobar su nivel de calidad y revenderlo con una etiqueta de cercano a nuevo.

8.- Redefinir: esta es una de las estrategias que dan una nueva vida a los productos cuando están desgastados o cumplen una función que ya ha quedado obsoleta. Existe un ejemplo muy claro e intuitivo de redefinición, que se dio al principio de la pandemia de la COVID-19: el ingenio que llevó a muchos ciudadanos a utilizar ropa vieja o trapos de cocina como mascarillas ante la escasez de estos productos durante la primera oleada.

9.- Reciclar: básicamente, consiste en recuperar material de residuos que pueda procesarse de nuevo en la fabricación de nuevos productos, materiales o sustancias. Aunque esta es una de las erres más conocidas, no es tan sostenible ni rentable como las anteriores, tal y como subraya el informe, así que debe considerarse, en términos generales, como la última opción.

De la teoría a la práctica

Cada vez hay más empresas que aplican ideas de la economía circular para transformarse y aprovechar las ventajas que aporta este nuevo modelo. Sin embargo, llegar a este punto requiere identificar los productos, servicios y procesos sobre los que se pueden aplicar alguna de las 9 R, así como los actores que intervendrán en las acciones que se deseen implementar.

En un webinar organizado por la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE, dos empresas comparten su experiencia en la implantación de políticas de economía circular. Una de ellas —Mercadona— lo hace como ejemplo de una gran compañía consolidada que se adapta a este nuevo modelo. La otra —Twin&Chic—, como pequeña empresa textil que nace con el paradigma circular en su ADN.

Tal y como explica en su intervención Alina Puig, responsable de Relaciones Externas y RSE en Mercadona, la cadena identifica cinco actores en su Modelo responsable: cliente, trabajador, proveedor, sociedad y capital. También fija un objetivo: lograr una cadena agroalimentaria sostenible.

En el caso de Mercadona, la compañía ha implantado estrategias de economía circular en varios frentes. Uno de ellos es la logística sostenible: “Contamos con un pool de envases reutilizables, apilables y fáciles de transportar para llevar los productos a la tienda”, destaca Alina Puig. Además, los productos no aptos para la venta se destinan a su uso para animales y todos los embalajes de la cadena reciben una segunda vida. “Los transformamos en envases o bolsas de plástico”, indica la experta.

La transformación del modelo de tienda de Mercadona también aporta un ahorro energético del 40%, según Puig. Asimismo, se ha implantado la conocida como estrategia 6.25 para reducir el uso de plástico, que comprende acciones como eliminar el uso de bolsas de plástico de un solo uso en todas las secciones, reducir el plástico empleado en sus envases e incluso informar a los clientes sobre cómo favorecer el reciclaje desde casa, entre otras acciones. “Se trata de reducir el uso de plástico, no de eliminarlo”, señala Puig. “Es un material muy valioso precisamente porque ayuda a alargar la vida útil de muchos productos alimentarios”.

El papel esencial de las pymes

Las pequeñas y medianas empresas son fundamentales en la transformación de la economía hacia un modelo circular. Así lo entiende Erika Gómez, fundadora de la firma de ropa infantil Twin&Chic, que basa este razonamiento en dos características de las pymes: “su capilaridad y su contribución a la generación de puestos de trabajo”.

Sin embargo, Gómez considera que este tipo de negocios tienen más complicado llevar a cabo sus propios procesos de transformación. “En nuestro caso, ha resultado más sencillo porque nacimos con la economía circular en el ADN”, destaca.

En este sentido, Twin&Chic implanta estrategias de economía circular desde el propio diseño del producto, una fase en la que, según Gómez, “se puede eliminar hasta el 80% del impacto negativo de una prenda. Nosotros la creamos pensando ya en el fin de su vida útil y en que sea versátil para que se pueda utilizar más”. Fabricación en cercanía, utilización de packaging reutilizable, restauración de prendas antiguas o favorecimiento del reciclaje evitando el uso de fibras mezcladas son algunas de las acciones de economía circular que Twin&Chic ha implantado desde sus inicios hace ahora tres años.

Esta empresa no solo adopta procesos internos de economía circular, sino que también implica a la sociedad para favorecer la transición. “Donamos retales a centros educativos para que los escolares puedan darles una segunda vida. También implicamos a nuestros clientes: nosotros no hacemos un Black Friday, sino un Repair Friday, una campaña durante la cual nos envían prendas para que las reparemos”, explica Erika Gómez.

La importancia de la cultura circular

Involucrar a las personas es indispensable para que todos estos esfuerzos sean realmente efectivos a la hora de llevar a cabo la transición hacia una economía circular. “Es necesario buscar la complicidad entre los actores y unir esfuerzos con los que contribuyen a la cadena de suministro”, destacaba durante el webinar Joan Fontrodona, profesor titular de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE.

En este sentido, resulta especialmente valioso crear una cultura de la economía circular. Sin embargo, ¿cómo hacerlo en una empresa con miles de empleados como Mercadona? “Con tantos trabajadores, resulta difícil implicarlos por igual”, reconoce Alina Puig. “Es necesario ofrecerles formación desde el principio. No obstante, en muchas ocasiones la implantación de estrategias de economía circular era algo que ya buscaban muchos de nuestros empleados. Por ejemplo, al proponer donaciones de excedentes”.

Si esa cultura se expande al consumidor, los efectos de la implantación de la economía circular en la empresa se multiplicarán. “Nosotros realizamos una labor evangelizadora entre nuestros clientes. Tratamos de concienciarles del poder que tienen sus actos de compra sobre el tipo de planeta que quieren dejar a sus hijos”, destaca Erika Gómez. Una apuesta por la implicación del consumidor que comparte Mercadona: “Desde la información, tratamos de ponérselo fácil para que pueda hacer su parte en esta transición”, indica Alina Puig.

La economía circular es una tarea de todos. Del diseño de productos y procesos a la transformación de los consumidores en usuarios responsables, gobiernos, empresas y ciudadanos deben conocer sus estrategias y ponerlas en práctica. Se trata de plantearnos qué podemos hacer cada uno de nosotros para contribuir al proceso y pasar a la acción. Por ejemplo, si tienes una empresa, puedes anticiparte al cambio optando por eliminar el uso de papel en lo posible o plantearte utilizar materiales sostenibles en sus distintas actividades. Y si eres un consumidor, puedes pararte a pensar si realmente necesitas adquirir un nuevo producto para sustituir otro que todavía cumple su función. Así es como lograremos entre todos desarrollar un sistema económico realmente sostenible.

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Reutilizar, reparar, reciclar. Son las conocidas como “tres erres” (3 R), que resumen la economía circular. Son palabras con las que llevamos tiempo familiarizados, especialmente desde que la Unión Europea (UE) decidió que este paradigma será el pilar sobre el que construiremos nuestro futuro. En 2015, la UE estableció un plan de acción con más de cincuenta medidas que nos permitirán “cerrar el círculo”, es decir, pasar de un modelo de consumo de usar y tirar a otro que preserve al máximo el ciclo de vida de los productos.

El principio de la economía circular es sencillo: si algo es valioso, ese valor debe preservarse el máximo tiempo posible para evitar que el sistema de usar y tirar nos empobrezca a todos. Este principio supone, entre otras cuestiones, redescubrir y valorizar de nuevo el potencial de un producto usado que, en otro sistema, se desecharía a las primeras de cambio. Ahí es precisamente donde entran en juego todas esas palabras que empiezan por erre y que cada vez integramos más tanto en nuestros actos de consumo como en la producción de nuevos bienes.

Realizar este cambio de un modelo de consumo y descarte a otro circular no es una tarea sencilla. Requiere importantes esfuerzos en innovación e inversión que permitan a un producto seguir ofreciendo valor incluso cuando su primer ciclo de vida haya finalizado. Para que esos esfuerzos no sean en vano, es muy importante establecer unos cimientos sobre los que puedan prosperar. Es decir, necesitamos descifrar la fórmula que hay detrás de la economía circular.

Nueve estrategias circulares

La Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE ha publicado recientemente un informe que trata, precisamente, de la revolución que supone la economía circular en nuestro sistema económico. En él aparece la fórmula de este nuevo modelo de producción y consumo, que se sustenta sobre “nueve erres” (9 R), una serie de estrategias formuladas por el Grupo de Expertos en Financiación de la Economía Circular de la Comisión Europea.

Esas 9 R constituyen la auténtica fórmula de la economía circular y, por tanto, una guía clara sobre la que Administración, empresas e incluso ciudadanos pueden orientar sus esfuerzos.

1.- Rechazar: esta erre consiste, básicamente, en renunciar a ciertos productos o partes de ellos que no sean ya necesarios, o bien redefinirlos de tal manera que ya no haya que producirlos. Un ejemplo sencillo es la factura electrónica, que hace innecesario utilizar papel para su consulta o archivo.

2.- Repensar: esta estrategia potencia que las empresas transfieran servicios a los consumidores en lugar de la propiedad sobre un producto. Se trata de una actitud fundamental en la economía colaborativa o sharing economy.

El informe de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE cita un ejemplo muy ilustrativo del Foro Económico Mundial: las lavadoras de alta gama. Resulta que, si reemplazamos durante veinte años la compra de cinco lavadoras de 2.000 ciclos por el alquiler de una de 10.000, nos ahorraríamos 180 kg de acero y 2,5 toneladas de dióxido de carbono.

3.- Reducir: en este caso, se trata de disminuir en lo posible el consumo de recursos tanto en la fabricación como en el uso de un producto. Esto es algo que solo se logra a través de la eficiencia, que debe estar presente desde el momento del diseño y hasta su utilización.

En el caso de la eficiencia energética, esto no solo es responsabilidad del fabricante del producto, que debe apostar por ella tanto en su proceso de fabricación como a la hora de definir su uso. También los consumidores deben tenerla en mente tanto al elegir productos energéticamente eficientes como al emplearlos. Por ejemplo, no basta con elegir el hervidor de agua más eficiente de la tienda y que mejor se adecúa a nuestra cocina, sino que, además, cada vez que lo utilicemos debemos hervir solo el agua que realmente necesitamos.

4.- Reutilizar: si un producto se encuentra en buenas condiciones y cumple su función original, debe seguir utilizándose.

Este es uno de los principios más potentes de la economía circular, que subyace en los tradicionales mercadillos de segunda mano, que ahora cuentan incluso con versiones que caben en nuestro smartphone. También en iniciativas como Loop, un proyecto piloto en Francia, el Reino Unido y los Estados Unidos que fabrica envases reutilizables para empresas de gran consumo, los recoge en casa del usuario una vez consumido su contenido, los limpia y los rellena de nuevo, tal y como explica el informe de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE.

5.- Reparar: arreglar un producto defectuoso para seguir dándole su uso original es otra de las grandes claves de la economía circular.

En este sentido, el informe destaca que una mayor estandarización de las piezas y componentes en sectores como la electrónica, baterías y automoción ayudaría a hacer realidad el derecho a reparar de los ciudadanos europeos. Si hay una mayor disponibilidad de piezas, no resultará necesario, por ejemplo, descartar todo un electrodoméstico simplemente porque se ha averiado un componente y no hay recambios disponibles.

6.- Restaurar: la diferencia entre esta estrategia y la anterior consiste en que la reparación se destina a productos que están dentro de su primer ciclo de vida. Por su parte, la restauración consiste en poner al día un producto que ya ha cruzado ese umbral.

En este contexto, el informe cita el caso de una empresa francesa que recoge materiales sanitarios dañados, como camas de hospitales o sillas de ruedas, los evalúa y decide si son aptos para restaurar o si conviene desmantelarlos para reciclar sus componentes en otros productos. Una vez restaurados o reciclados, se ponen de nuevo a la venta al 30% o al 50% del precio del producto original, con una garantía de un año.

7.- Refabricar: se trata de recoger un producto, analizar su estado, desmontarlo, reacondicionar y reemplazar componentes, volver a ensamblarlo, comprobar su nivel de calidad y revenderlo con una etiqueta de cercano a nuevo.

8.- Redefinir: esta es una de las estrategias que dan una nueva vida a los productos cuando están desgastados o cumplen una función que ya ha quedado obsoleta. Existe un ejemplo muy claro e intuitivo de redefinición, que se dio al principio de la pandemia de la COVID-19: el ingenio que llevó a muchos ciudadanos a utilizar ropa vieja o trapos de cocina como mascarillas ante la escasez de estos productos durante la primera oleada.

9.- Reciclar: básicamente, consiste en recuperar material de residuos que pueda procesarse de nuevo en la fabricación de nuevos productos, materiales o sustancias. Aunque esta es una de las erres más conocidas, no es tan sostenible ni rentable como las anteriores, tal y como subraya el informe, así que debe considerarse, en términos generales, como la última opción.

De la teoría a la práctica

Cada vez hay más empresas que aplican ideas de la economía circular para transformarse y aprovechar las ventajas que aporta este nuevo modelo. Sin embargo, llegar a este punto requiere identificar los productos, servicios y procesos sobre los que se pueden aplicar alguna de las 9 R, así como los actores que intervendrán en las acciones que se deseen implementar.

En un webinar organizado por la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE, dos empresas comparten su experiencia en la implantación de políticas de economía circular. Una de ellas —Mercadona— lo hace como ejemplo de una gran compañía consolidada que se adapta a este nuevo modelo. La otra —Twin&Chic—, como pequeña empresa textil que nace con el paradigma circular en su ADN.

Tal y como explica en su intervención Alina Puig, responsable de Relaciones Externas y RSE en Mercadona, la cadena identifica cinco actores en su Modelo responsable: cliente, trabajador, proveedor, sociedad y capital. También fija un objetivo: lograr una cadena agroalimentaria sostenible.

En el caso de Mercadona, la compañía ha implantado estrategias de economía circular en varios frentes. Uno de ellos es la logística sostenible: “Contamos con un pool de envases reutilizables, apilables y fáciles de transportar para llevar los productos a la tienda”, destaca Alina Puig. Además, los productos no aptos para la venta se destinan a su uso para animales y todos los embalajes de la cadena reciben una segunda vida. “Los transformamos en envases o bolsas de plástico”, indica la experta.

La transformación del modelo de tienda de Mercadona también aporta un ahorro energético del 40%, según Puig. Asimismo, se ha implantado la conocida como estrategia 6.25 para reducir el uso de plástico, que comprende acciones como eliminar el uso de bolsas de plástico de un solo uso en todas las secciones, reducir el plástico empleado en sus envases e incluso informar a los clientes sobre cómo favorecer el reciclaje desde casa, entre otras acciones. “Se trata de reducir el uso de plástico, no de eliminarlo”, señala Puig. “Es un material muy valioso precisamente porque ayuda a alargar la vida útil de muchos productos alimentarios”.

El papel esencial de las pymes

Las pequeñas y medianas empresas son fundamentales en la transformación de la economía hacia un modelo circular. Así lo entiende Erika Gómez, fundadora de la firma de ropa infantil Twin&Chic, que basa este razonamiento en dos características de las pymes: “su capilaridad y su contribución a la generación de puestos de trabajo”.

Sin embargo, Gómez considera que este tipo de negocios tienen más complicado llevar a cabo sus propios procesos de transformación. “En nuestro caso, ha resultado más sencillo porque nacimos con la economía circular en el ADN”, destaca.

En este sentido, Twin&Chic implanta estrategias de economía circular desde el propio diseño del producto, una fase en la que, según Gómez, “se puede eliminar hasta el 80% del impacto negativo de una prenda. Nosotros la creamos pensando ya en el fin de su vida útil y en que sea versátil para que se pueda utilizar más”. Fabricación en cercanía, utilización de packaging reutilizable, restauración de prendas antiguas o favorecimiento del reciclaje evitando el uso de fibras mezcladas son algunas de las acciones de economía circular que Twin&Chic ha implantado desde sus inicios hace ahora tres años.

Esta empresa no solo adopta procesos internos de economía circular, sino que también implica a la sociedad para favorecer la transición. “Donamos retales a centros educativos para que los escolares puedan darles una segunda vida. También implicamos a nuestros clientes: nosotros no hacemos un Black Friday, sino un Repair Friday, una campaña durante la cual nos envían prendas para que las reparemos”, explica Erika Gómez.

La importancia de la cultura circular

Involucrar a las personas es indispensable para que todos estos esfuerzos sean realmente efectivos a la hora de llevar a cabo la transición hacia una economía circular. “Es necesario buscar la complicidad entre los actores y unir esfuerzos con los que contribuyen a la cadena de suministro”, destacaba durante el webinar Joan Fontrodona, profesor titular de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE.

En este sentido, resulta especialmente valioso crear una cultura de la economía circular. Sin embargo, ¿cómo hacerlo en una empresa con miles de empleados como Mercadona? “Con tantos trabajadores, resulta difícil implicarlos por igual”, reconoce Alina Puig. “Es necesario ofrecerles formación desde el principio. No obstante, en muchas ocasiones la implantación de estrategias de economía circular era algo que ya buscaban muchos de nuestros empleados. Por ejemplo, al proponer donaciones de excedentes”.

Si esa cultura se expande al consumidor, los efectos de la implantación de la economía circular en la empresa se multiplicarán. “Nosotros realizamos una labor evangelizadora entre nuestros clientes. Tratamos de concienciarles del poder que tienen sus actos de compra sobre el tipo de planeta que quieren dejar a sus hijos”, destaca Erika Gómez. Una apuesta por la implicación del consumidor que comparte Mercadona: “Desde la información, tratamos de ponérselo fácil para que pueda hacer su parte en esta transición”, indica Alina Puig.

La economía circular es una tarea de todos. Del diseño de productos y procesos a la transformación de los consumidores en usuarios responsables, gobiernos, empresas y ciudadanos deben conocer sus estrategias y ponerlas en práctica. Se trata de plantearnos qué podemos hacer cada uno de nosotros para contribuir al proceso y pasar a la acción. Por ejemplo, si tienes una empresa, puedes anticiparte al cambio optando por eliminar el uso de papel en lo posible o plantearte utilizar materiales sostenibles en sus distintas actividades. Y si eres un consumidor, puedes pararte a pensar si realmente necesitas adquirir un nuevo producto para sustituir otro que todavía cumple su función. Así es como lograremos entre todos desarrollar un sistema económico realmente sostenible.

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Viviendas pasivas: la casa del futuro ya está aquí https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/viviendas-pasivas-la-casa-del-futuro-ya-esta-aqui/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/viviendas-pasivas-la-casa-del-futuro-ya-esta-aqui/#respond Thu, 06 Aug 2020 07:24:36 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=38692

La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Esta frase que nos suena a todos es el principio de la ley de la conservación de la energía. Un ejemplo de ello lo encontramos en cualquier radiador eléctrico: la energía eléctrica se transforma en calor para que estemos a gusto en casa. El problema viene después, en forma de factura de la luz, especialmente cuando ese calor se escabulle porque la eficiencia energética de nuestro hogar brilla por su ausencia. Algo que no ocurre con las viviendas pasivas.

Efectivamente, el objetivo consiste en tener que transformar el mínimo de energía posible para encontrarnos a nuestras anchas en casa. No solo para ahorrarnos unos euros todos los meses, sino también para evitar daños en el planeta. Las viviendas pasivas se presentan como una interesante solución que nos puede ayudar a conseguirlo. En ellas, la eficiencia energética es tan fundamental como los cimientos sobre los que se levantan.

Qué es una vivienda pasiva

Al hablar de viviendas pasivas, nos referimos a aquellas que han sido diseñadas a partir de ciertos patrones que garantizan la eficiencia energética, un concepto de edificación sostenible que trata de aprovechar al máximo la energía. En este tipo de viviendas, la luz natural evita todo lo posible la necesidad de encender lámparas. Su propia orientación, ventilación y aislamiento también mantienen nuestras manos lejos del termostato de la calefacción.

Como resultado, sus habitantes disfrutan de una gran calidad de vida y un ahorro energético considerable. Todo ello, con el mínimo impacto medioambiental.

Aunque se calcula que su coste puede superar al de una edificación convencional entre el 10 y el 15 %, esa diferencia se puede amortizar en unos 10 años gracias al ahorro energético. De hecho, una vivienda pasiva unifamiliar en España puede consumir alrededor de un euro mensual en iluminación y 1,5 euros diarios en invierno para calentarse.

Más allá del ahorro, las viviendas pasivas se consideran construcciones ultraeficientes que nos pueden ayudar a redefinir la manera en que vivimos e incluso luchamos contra el cambio climático.

Requisitos de las viviendas pasivas

Para decir que una vivienda es pasiva no basta con orientarla, aislarla bien y conseguir que no desentone con su entorno. De hecho, existe un estándar denominado Passivhaus que es el que se utiliza para distinguirlas.

Se trata de un concepto que desarrollaron a principios de los años 90 los profesores Wolfgang Feist, del Instituto de la Vivienda y el Medio Ambiente de Darmstadt (Alemania) y Bo Adamson, de la Universidad de Lund (Suecia). Fueron ellos quienes establecieron qué requisitos debía cumplir una vivienda para ser certificada como pasiva. A partir de ese estándar, Feist fundó el Passivhaus Institut, que es el organismo que otorga el certificado Passivhaus o «casa pasiva» a las viviendas.

Básicamente, se trata de minimizar el uso de los sistemas de climatización tradicionales gracias al aprovechamiento de las condiciones climáticas del lugar donde se construye la vivienda, a su propia orientación y al uso de métodos de eficiencia energética. En relación con esto último, los cinco principios básicos para la construcción de una vivienda pasiva son los siguientes:

– Aislamiento térmico eficaz de los elementos exteriores: se trata de una característica que puede elevar el ahorro de energía hasta el 30 % respecto a una casa mal aislada. Según la Plataforma de Edificación Passivhaus, tanto las paredes exteriores como la cubierta y la solera deben tener una baja transmitancia térmica. Por su parte, el grosor del aislamiento dependerá del clima: de los 25 cm en Girona a los 5 cm en Murcia.

– Ventanas de altas prestaciones: se trata de cubrir al máximo los huecos a través de los cuales se pueden escapar el calor o el frío interiores. Para ello, es necesario recurrir a ventanas con marcos bien aislados, con carpinterías de calidad y doble o triple vidrio rellenos de gases inertes como el argón o el criptón. Además, deben reflejar el calor al interior de la vivienda en invierno y mantenerlo fuera en verano.

– Recuperación de calor por ventilación: se trata de un factor clave que permite mantener una buena calidad de aire en el interior y ahorrar energía. En las casas pasivas, al menos el 75 % del calor procedente del aire viciado que se desecha se utiliza para precalentar el aire limpio que entra. Además, el sistema de filtrado del aire exterior evita la entrada de alérgenos como el polvo o el polen.

– Ausencia de puentes térmicos: las esquinas, ejes o juntas de las casas también producen pérdidas o ganancias de temperatura, por eso se deben planificar y ejecutar con sumo cuidado. Esto se debe a que pueden provocar variaciones en la resistencia térmica de la envolvente del edificio, que se conocen como puentes térmicos.

– Estanqueidad del edificio: las grietas y huecos provocan corrientes de aire ineficientes, por eso se deben evitar al máximo. De nuevo, la envolvente del edificio es fundamental en este caso.

Junto a estos cinco principios constructivos, es muy importante el diseño bioclimático de las casas pasivas, esencial para su eficiencia energética. Para ello, es necesario estudiar a fondo el clima del lugar donde se levantará la vivienda, así como otros factores como la forma, el volumen, la captación y protección de la radiación solar o cómo le afectan las sombras. También se debe procurar que su impacto sobre el paisaje sea mínimo o nulo y elegir materiales sostenibles.

¿Serán las casas pasivas el futuro de la construcción? Todavía es pronto para afirmarlo. Eso sí, sus principios concuerdan en gran medida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU en su Agenda 2030 con la finalidad de alcanzar la prosperidad del planeta sin comprometer su futuro. Desde luego, aplicarlos al lugar en el que vivimos parece una gran idea para avanzar en la dirección correcta.

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La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Esta frase que nos suena a todos es el principio de la ley de la conservación de la energía. Un ejemplo de ello lo encontramos en cualquier radiador eléctrico: la energía eléctrica se transforma en calor para que estemos a gusto en casa. El problema viene después, en forma de factura de la luz, especialmente cuando ese calor se escabulle porque la eficiencia energética de nuestro hogar brilla por su ausencia. Algo que no ocurre con las viviendas pasivas.

Efectivamente, el objetivo consiste en tener que transformar el mínimo de energía posible para encontrarnos a nuestras anchas en casa. No solo para ahorrarnos unos euros todos los meses, sino también para evitar daños en el planeta. Las viviendas pasivas se presentan como una interesante solución que nos puede ayudar a conseguirlo. En ellas, la eficiencia energética es tan fundamental como los cimientos sobre los que se levantan.

Qué es una vivienda pasiva

Al hablar de viviendas pasivas, nos referimos a aquellas que han sido diseñadas a partir de ciertos patrones que garantizan la eficiencia energética, un concepto de edificación sostenible que trata de aprovechar al máximo la energía. En este tipo de viviendas, la luz natural evita todo lo posible la necesidad de encender lámparas. Su propia orientación, ventilación y aislamiento también mantienen nuestras manos lejos del termostato de la calefacción.

Como resultado, sus habitantes disfrutan de una gran calidad de vida y un ahorro energético considerable. Todo ello, con el mínimo impacto medioambiental.

Aunque se calcula que su coste puede superar al de una edificación convencional entre el 10 y el 15 %, esa diferencia se puede amortizar en unos 10 años gracias al ahorro energético. De hecho, una vivienda pasiva unifamiliar en España puede consumir alrededor de un euro mensual en iluminación y 1,5 euros diarios en invierno para calentarse.

Más allá del ahorro, las viviendas pasivas se consideran construcciones ultraeficientes que nos pueden ayudar a redefinir la manera en que vivimos e incluso luchamos contra el cambio climático.

Requisitos de las viviendas pasivas

Para decir que una vivienda es pasiva no basta con orientarla, aislarla bien y conseguir que no desentone con su entorno. De hecho, existe un estándar denominado Passivhaus que es el que se utiliza para distinguirlas.

Se trata de un concepto que desarrollaron a principios de los años 90 los profesores Wolfgang Feist, del Instituto de la Vivienda y el Medio Ambiente de Darmstadt (Alemania) y Bo Adamson, de la Universidad de Lund (Suecia). Fueron ellos quienes establecieron qué requisitos debía cumplir una vivienda para ser certificada como pasiva. A partir de ese estándar, Feist fundó el Passivhaus Institut, que es el organismo que otorga el certificado Passivhaus o «casa pasiva» a las viviendas.

Básicamente, se trata de minimizar el uso de los sistemas de climatización tradicionales gracias al aprovechamiento de las condiciones climáticas del lugar donde se construye la vivienda, a su propia orientación y al uso de métodos de eficiencia energética. En relación con esto último, los cinco principios básicos para la construcción de una vivienda pasiva son los siguientes:

– Aislamiento térmico eficaz de los elementos exteriores: se trata de una característica que puede elevar el ahorro de energía hasta el 30 % respecto a una casa mal aislada. Según la Plataforma de Edificación Passivhaus, tanto las paredes exteriores como la cubierta y la solera deben tener una baja transmitancia térmica. Por su parte, el grosor del aislamiento dependerá del clima: de los 25 cm en Girona a los 5 cm en Murcia.

– Ventanas de altas prestaciones: se trata de cubrir al máximo los huecos a través de los cuales se pueden escapar el calor o el frío interiores. Para ello, es necesario recurrir a ventanas con marcos bien aislados, con carpinterías de calidad y doble o triple vidrio rellenos de gases inertes como el argón o el criptón. Además, deben reflejar el calor al interior de la vivienda en invierno y mantenerlo fuera en verano.

– Recuperación de calor por ventilación: se trata de un factor clave que permite mantener una buena calidad de aire en el interior y ahorrar energía. En las casas pasivas, al menos el 75 % del calor procedente del aire viciado que se desecha se utiliza para precalentar el aire limpio que entra. Además, el sistema de filtrado del aire exterior evita la entrada de alérgenos como el polvo o el polen.

– Ausencia de puentes térmicos: las esquinas, ejes o juntas de las casas también producen pérdidas o ganancias de temperatura, por eso se deben planificar y ejecutar con sumo cuidado. Esto se debe a que pueden provocar variaciones en la resistencia térmica de la envolvente del edificio, que se conocen como puentes térmicos.

– Estanqueidad del edificio: las grietas y huecos provocan corrientes de aire ineficientes, por eso se deben evitar al máximo. De nuevo, la envolvente del edificio es fundamental en este caso.

Junto a estos cinco principios constructivos, es muy importante el diseño bioclimático de las casas pasivas, esencial para su eficiencia energética. Para ello, es necesario estudiar a fondo el clima del lugar donde se levantará la vivienda, así como otros factores como la forma, el volumen, la captación y protección de la radiación solar o cómo le afectan las sombras. También se debe procurar que su impacto sobre el paisaje sea mínimo o nulo y elegir materiales sostenibles.

¿Serán las casas pasivas el futuro de la construcción? Todavía es pronto para afirmarlo. Eso sí, sus principios concuerdan en gran medida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU en su Agenda 2030 con la finalidad de alcanzar la prosperidad del planeta sin comprometer su futuro. Desde luego, aplicarlos al lugar en el que vivimos parece una gran idea para avanzar en la dirección correcta.

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